Múltiples víctimas de la censura y la represión se cuentan ya en China, donde el régimen no duda en castigar a médicos, enfermeros, científicos, periodistas y blogueros que critiquen la forma en que el Partido Comunista de China (PCC) ha manejado la crisis del coronavirus.
Sin embargo, esta situación se ha extendido hacia los círculos del poder, luego de que el magnate de los bienes raíces, Ren Zhiqiang, se encuentre desaparecido tras la publicación de un ensayo en el que criticó al presidente Xi Jinping.
“Cuando no hay medios para representar a la gente e informar sobre la situación real, solo nos quedan personas que pierden la vida por el virus y el daño colectivo del sistema político gravemente enfermo como resultado”, escribió Zhiqiang, quien sospechan que se encuentra en una prisión de Beijing.
Esta no es la primera ocasión en que el empresario critica al régimen chino, ya que sus influencias con el alto mando del país le permiten manejar información sensible y hacerla llegar al público, sin embargo, esta vez llamó al presidente un “payaso sin ropa” además.
El PCC confirmó esta semana que estaba investigando al hombre de negocios por sus palabras, acusado de “serias violaciones de la disciplina y la ley”. “Su caso es un poderoso ejemplo del desdén institucionalizado de las autoridades chinas por cualquier parecido con el estado de derecho”, dijo Sophie Richardson, directora de Human Rights Watch.
En su artículo, el magnate denunció las intenciones del gobierno por resaltar los esfuerzos realizados después de la propagación de la COVID-19, en vez de reconocer los errores estructurales que conllevaron a una crisis mundial que ya cobra más de 80 mil víctimas fatales.
“Solo quieren mostrar grandes logros para encubrir su propio escándalo y, al mismo tiempo, usar todo tipo de medios controlados por el partido y el llamado sistema de educación propagandística y guía de opinión”, señaló el magnate de 69 años.
Además del enfoque crítico, el texto de Zhiqiang manifestaba con optimismo que este sistema ya solo podía engañar “a aquellos que quieren ser engañados” y no a los que estuviesen decididos a encontrar la verdad y exponerla.
Asimismo, el conocido empresario tuvo sumo cuidado de no llamar por su nombre al presidente, llamándole con ironía “emperador”: “Cuando la epidemia se volvió incontrolable, el emperador se convirtió en un sabio comandante, atando a todo el Partido y al país junto con él en el mismo barco, obligando a todos a asumir la responsabilidad del emperador”, acusó.
Las reacciones a la desaparición de Zhiqiang no se han hecho esperar, y su encarcelamiento fue considerado una nueva afrenta del gobierno chino a los derechos humanos: “Espero que el Partido Comunista Chino se dé cuenta de que los miembros del partido que se atreven a decir la verdad son necesarios en el partido”, dijo a The Washington Post el ex director de la revista China Reform, Li Weidong.