Propietario de 80 apartamentos en Nueva York suspende pago de renta por el coronavirus

Mario Salerno tiene más de 200 inquilinos, pero muchos perdieron el trabajo en la ciudad más golpeada por el coronavirus en Estados Unidos
Nueva York bajo el azote de la pandemia
 

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Mario Salerno es un propietario de Brooklyn, Nueva York, con un corazón enorme. Liberó a sus clientes de la obligación de pagar la renta del mes de abril, “porque a todos nos afecta esta enfermedad monstruosa”.

Tiene más de 200 inquilinos, pero muchos perdieron el trabajo en la ciudad más golpeada por el coronavirus en Estados Unidos.

“Fue realmente maravilloso y realmente lo necesitaba y me está ayudando mucho. Me va a permitir que esta situación sea menos estresante”, comentó una de las inquilinas, ahora en el paro.

Según Mario, su fe católica lo llevó a tomar esta decisión. Él es un creyente devoto y tiene en su oficina de Brooklyn una imagen de Jesús a la que le reza en momentos difíciles.

A pesar de que perderá con esta decisión en el mes de abril, y presumiblemente más por las afectaciones indirectas que provoca la pandemia, Mario dice sentirse contento por ayudar a otras personas.

La historia del coronavirus para los neoyorquinos es espeluznante, similar a la de italianos y españoles, pero intensificada porque ocurre en una ciudad atestada de gente. El gobierno de la urbe acaba de anunciar que entre el lunes y martes se registró un nuevo récord de 731 muertes por coronavirus en el estado. 


Por ese crematorio de Manhattan pasan ahora hasta 20 cuerpos en jornadas laborales de 16 horas, los siete días de la semana. Pero incluso así, operando al máximo de capacidad, la agenda está colmada hasta fines de la próxima semana.

“La mayoría de los cementerios no tienen unidades de refrigeración para una pandemia. Entonces, el problema más grande ahora es que no tenemos almacenamiento refrigerado para mantener los cuerpos aquí por largos períodos”.

La pandemia ha transformado Nueva York: nunca la ciudad estuvo tan quieta y callada por tanto tiempo, al punto que puedes cruzar sus avenidas sin esperar a que el semáforo se ponga en verde o escuchar una moneda caer en la acera desierta.

Aunque la policía no controla de forma ostensible el desplazamiento de personas, los 8,6 millones de neoyorquinos han acatado en gran medida el pedido de que permanezcan en sus domicilios todo el tiempo que puedan.

Las autoridades locales extendieron al menos hasta el 29 de abril el cierre de escuelas y comercios no esenciales, así como la prohibición de reuniones, con multas de hasta US$1.000 previstas para los infractores.

 

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