Tres hombres armados y enmascarados irrumpieron la noche del domingo en un albergue de Ciudad Juárez para golpear y robar documentos migratorios, celulares, dinero e incluso la ropa y artículos de limpieza a un grupo de migrantes cubanos que buscan asilo político en Estados Unidos, informaron medios mexicanos.
“Mata a uno, mata a uno para que vean que esto es de verdad”, gritaba uno de los asaltantes a sus compañeros mientras los golpeaban y les apuntaban con las armas, recuerda uno de los acubanos asaltados, quien después de esperar cuatro meses para cruzar la frontera de manera legal, fue retornado por el gobierno de Donald Trump hace una semana como parte del programa “Permanecer en México” del Protocolo de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés).
El isleño narró cómo vivió la noche del domingo los minutos más estresantes de su vida, al ver que los encapuchados golpeaban y le apuntaban con el arma a su papá, con quien salió hace un año y medio de Cuba en busca de una mejor vida.
El asalto ocurrió aproximadamente a las 8:30 de la noche, en un albergue ubicado en el poniente de la ciudad, donde actualmente viven 52 cubanos. Por suerte, 14 de ellos se encontraban fuera del lugar, al igual que el pastor Rodolfo Barraza, quien había salido a comprar la cena para algunos de ellos.
"Enrique" (nombre ficticio) repartía los kits de aseo personal, mientras tres de sus compañeros estaban sentados en la banqueta, junto a una puerta que da a una habitación de varones, cuando tres hombres que llegaron caminando hacia ellos, sacaron sus armas: dos cortas y una larga.
“Uno de ellos entra corriendo y nos grita: ‘corran’, ‘corran’. Pero a los otros dos, los hombres lograron alcanzarlos y los tumbaron al llegar a la puerta; entonces ellos trataron de esconderse debajo de las literas, pero los sacaron, los arrastraron y comenzaron a darles golpes, les dieron con las armas en la cabeza, les dieron patadas, a uno le dieron varias veces en una pierna, intentando quizás quebrarle la pierna”, relató.
Los asaltantes continuaron por el resto de las habitaciones donde "Enrique" repartía los kits de aseo, pero al salir del baño, su papá, de 50 años de edad, se topó de frente con uno de ellos, quien le apuntó con el arma y luego lo golpeó en la cara, por lo que cayó al suelo.
“Ahí uno de ellos clamaba que mataran, que mataran (a) uno”, recordó. Lo primero que hizo fue abrazar a dos niñas y correr con ellas hasta el área de mujeres, mientras ellas le preguntaban “si se iban a morir”.
“Las llevé al cuarto de mujeres, apagué la luz y las escondí debajo de las literas; ahí me quedé con ellas, siempre tratando de calmarlas y fue cuando llamé a la Policía”, aseguró.
Los asaltantes seguían golpeando y despojando a los migrantes de todo lo que traían. “Empezaron a pedir dinero, apuntándole y dándole golpes a todo el que se topaban… había una parte (de los migrantes) en los cubículos y otra en el patio”, desde donde se alcanzan a ver los edificios de Estados Unidos, explicó.
Algunos de los que estaban en el patio consiguieron brincar las bardas y fueron apoyados por los vecinos, quienes les permitieron resguardarse en sus viviendas.
Los que quedaron dentro del albergue fueron golpeados y asaltados, sin embargo los hombres se llevaron todo lo que pudieron de las habitaciones.
Ocho de los migrantes fueron golpeados. Tres de ellos fueron trasladados en una ambulancia a un hospital de la ciudad para descartar que tuvieran alguna fractura, pero debido a que sólo fueron lesiones leves fueron dados de alta la misma noche del domingo.
Lo que más le preocupa a los migrantes son sus identificaciones personales y documentos migratorios de Cuba, México y Estados Unidos, ya que al menos 14 de ellos se quedaron sin ningún documento.
“En ese momento yo pensé que estaba viviendo los últimos segundos de mi vida”, confesó el isleño quien hace unos 25 días había sido asaltado con una pistola en el centro de la ciudad cuando iba a trabajar.
Este lunes, el pastor Barraza acudió a la Fiscalía General del Estado (FGE) con un primer grupo de ocho migrantes para que denunciaran, acompañado de una abogada del Consejo Estatal de Población y Atención a Migrantes (Coespo), mientras otro personal de la misma dependencia y abogadas de Desarrollo Social daban contención emocional al resto de los cubanos en el albergue.