El raro caso de censura y represión que unió a los dos bandos de la prensa rusa

Un extraño caso de solidaridad entre periodistas afines al gobierno ruso y reporteros independientes, ayudó al periodista Ivan Golunov a mantenerse fuera de la cárcel en Rusia.
Ivan Golunov
 

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Un extraño caso de solidaridad entre periodistas afines al gobierno ruso y reporteros independientes, ayudó al periodista Ivan Golunov a mantenerse fuera de la cárcel. Una historia de Coda organización no gubernamental que “piensa el periodismo como bien público”—, cuenta en detalle lo sucedido.

El panorama mediático de Rusia se compone de los medios financiados por el estado y los medios que critican al Kremlin. Se espera que la prensa estatal siga la política editorial del Kremlin, y no es usual que esta apoye a la prensa crítica, menos si se trata de un reportero que investiga casos de corrupción y expone a los poderosos.

Sin embargo, durante los días que siguieron a la detención de Ivan Golunov a principios de junio — acusado de un delito de tráfico de drogas que se paga en Rusia hasta con 20 años de cárcel—, muchos empleados de la prensa estatal se unieron al reclamo por su liberación.

Golunov había estado trabajando en una investigación de corrupción en la industria de servicios funerarios, y los periodistas, tanto estatales como independientes, estaban convencidos de que el caso contra él era un intento de silenciarlo.

Las autoridades deben responder a todas las preguntas de la sociedad sobre este arresto, por la simple razón de que hay muchas, muchas, MUCHAS preguntas al respecto”, escribió en su canal de Telegram Margarita Simonyan, editora jefa de Rusia Today. Simonyan fue una de las primeras figuras de alto perfil público en manifestarse.

 

Nailya Asker-Zade, presentadora de televisión, publicó en Instagram una foto suya usando una camiseta con el slogan de la campaña por la liberación del reportero: “Yo soy Golunov”.

Muchos otros se unieron a la causa del reportero en todos los niveles de la prensa afín al Kremlin. Llegaron incluso a firmar una carta abierta del sindicato de periodistas rusos exigiendo la liberación de Golunov. El documento, firmado por 6 588 miembros del gremio, fue catalogado por la reportera que cubrió esta historia para Coda como una “reliquia de un consenso único”.

Anteriormente, el miedo a las represalias siempre había sido más fuerte que el instinto de solidaridad entre colegas.

La pregunta entonces es cómo explicar este repentino y sorpresivo cambio de tono…

Un periodista estatal que pidió permanecer en el anonimato dijo que las declaraciones públicas de las estrellas de los medios de comunicación alentaron a los periodistas de menor rango a sentirse seguros para expresar sus opiniones. ‘Pero tal vez eso hubiera ocurrido de todos modos debido a lo escandaloso que fue este caso’, agregó”.

Si bien algunos apoyaron directamente la causa de Golunov, otros medios y presentadores adoptaron un tono “inusualmente neutral”, señalando, por ejemplo, “una amplia gama de discrepancias en la evidencia” o manifestándose a favor de una “investigación justa y objetiva”.

Golunov fue liberado el 11 de junio.

Un día antes, la agencia de investigación Proekt Media citó a una fuente del Kremlin, asegurando que Alexei Gromov, subjefe de la administración presidencial, había dado luz verde a la prensa estatal para respaldar la causa de Golunov.

Según esta versión, el gobierno ruso habría querido resolver el conflicto de una forma rápida y favorable a la imagen de Vladimir Putin, quien debía aparecer en un programa anual de preguntas y respuestas en vivo en la televisión estatal. Políticamente convenía más respaldar a Golunov que a funcionarios corruptos.

Pero si hubo una directiva desde arriba, se habrá informado desde abajo, no al revés”, supone la reportera encargada de la investigación de Coda.

Marina, una productora de TV que participó en las manifestaciones de protesta frente al Ministerio del Interior en Moscú, contó que “los eventos se desarrollaron demasiado rápido para que se implementara cualquier sistema de control”. Ella y muchos de sus colegas planeaban asistir a una marcha de no autorizada el 12 de junio.

Mikhail Vinogradov, analista político citado por Coda, concluyó que “Esta crisis mostró que las divisiones entre los leales y los críticos no son tan grandes como se suele pensar. En temas como la extensión y la creciente influencia de la aplicación de la ley, tienen preocupaciones similares”.

 

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