El Festival chino de Yulin, donde se sacrifican públicamente los perros, se venden crudos o se sirven en platos “tradicionales”, ha vuelto a las andadas pese a la crisis sanitaria del Covid-19.
Justo desde China, desde donde salió el coronavirus, debido al consumo de especies extravagantes de animales (que sólo se comen ellos), vuelven a llegar las desagradables noticias de que el consumo indiscriminado de carne de perro ha vuelto a ser noticia allí.
No importa que las organizaciones de salud hayan alertado del riesgo sanitario que significa el comercio y consumo de determinados animales. Tampoco lo pararon las protestas internacionales de animalistas o que el propio gobierno chino retirara a los perros de una lista que los calificaba como “ganado”.
Nada de eso ha impedido que por un año más se ponga en marcha este llamado “evento tradicional” donde se consume carne de perro, porque supuestamente se trata de recuperar con ello la cultura china, algo que se viene haciendo de manera masiva desde el 2009.
Aunque han tratado de ocultarlo, los promotores de este encuentro callejero, debido a las normativas internacionales actuales, muchas agencias han reportado que desde el pasado día 21, volvió a funcionar esta “venta”, que se alarga durante 10 días.
Incluso la carne de perro se consume en plena calle, donde las medidas sanitarias son ínfimas, tanto en el control de la procedencia de los animales (puede ser cualquier perro callejero incluso) como en la venta de su carne.
Hace unos meses fue que el gobierno chino modificó una parte de la normativa sobre este tipo de comercio, debido a la explosión de la COVID-19, pero sigue sin imponer una prohibición radical.
Lo que hizo el ministerio de Agricultura de China fue clasificar a los perros como mascotas en lugar de ganado, aunque no dejó claro cómo esto prohibiría el consumo y matanza de estos animales en festivales como el de Yulin.