Alrededor de 100 millones de estadounidenses ya votaron en unas elecciones históricas, en las que se esperan récords de participación y una lucha reñidísima entre los dos candidatos, Joe Biden y Donald Trump.
Después del cierre de las urnas y a medida que los votos empiecen a ser contabilizados, las miradas estarán focalizadas en un puñado de estados clave. Son territorios críticos porque, a diferencia de otras regiones, están más polarizados, no se los considera completamente adscriptos a una tradición partidaria y pueden proporcionar la llave del éxito para alcanzar los 270 votos necesarios en el Colegio Electoral.
Se trata de Florida, Pensilvania, Wisconsin, Carolina del Norte, Ohio y Georgia. A estos se les ha añadido, de última hora, Texas, una región históricamente republicana que ha quebrado todos los récords de participación.
Florida, rey de los Estados pendulares
Florida es el tercer estado con mayor cantidad de electores en el país —tiene 29—, pero el primero entre los considerados “estados pendulares”, aquellos que son susceptibles de cambiar de color de una elección a otra.
En las últimas cuatro elecciones presidenciales, el candidato que obtuvo más votos en Florida resultó ser también presidente de Estados Unidos, y por eso tanto Trump como Biden han vuelto una y otra vez allí. La noche previa a las elecciones, el promedio de las encuestas daba una ligera ventaja al candidato demócrata: 48% a 46% (esta diferencia apenas osciló entre 1 y 3 puntos porcentuales durante las últimas semanas).
Un triunfo de Biden en Florida haría las cosas muy cuesta arriba para la reelección del presidente Trump. Si es el republicano quien se impone en la región, la posibilidad de una victoria demócrata se hace más ajustada y dependiente de otros territorios en disputa. Trump ganó Florida sorpresivamente en 2016, pero los demócratas han ganado allí 25 elecciones presidenciales frente a 16 de los republicanos.
Pensilvania, el foco de las preocupaciones
Pensilvania sigue a Florida en importancia como campo de batalla. Históricamente, conseguir sus 20 votos del Colegio Electoral era una tarea relativamente sencilla para un candidato demócrata. En las últimas siete elecciones, desde 1992, había sido un Estado azul. Pero en 2016 Donald Trump consiguió allí una de sus más sonadas victorias, aunque lo ganó por menos de un punto de diferencia.
Hoy las cosas están apretadas entre los candidatos. Los sondeos ponen a Biden ligeramente en cabeza de su Estado natal con una diferencia de 2,5% (49,3% frente a 46,8%), pero Trump enfocó gran parte de su esfuerzo final allí para lograr la que sería una de las sorpresas de la noche.
Ohio
Ohio, con 18 votos electorales, es el tercer dolor de cabeza. En 2016, el voto republicano de condados semirrurales en estados como Ohio e Iowa —sumado al de zonas con pasado industrial y hoy en decadencia como Pensilvania y Wisconsin— le dio al Partido Republicano las mayores ganancias con respecto a 2012. En estas elecciones, Joe Biden era favorito allí hasta septiembre, pero ahora el presidente aventaja en los sondeos y puede repetir el logro de 2016. Desde 1960, todos los presidentes de Estados Unidos han ganado en Ohio.
Georgia
Georgia tiene 16 votos electorales y se considera, junto con Ohio, uno de los Estados que puede dar un balón de oxígeno al actual mandatario. A pesar de que los sondeos muestran un empate, la balanza se inclina en favor del republicano, ya que Georgia no ha votado por un presidente demócrata desde 1992.
Carolina del Norte
Carolina del Norte representa 15 votos del Colegio Electoral, Trump y Biden están casi en un empate técnico, según los sondeos. El estado, tradicionalmente republicano, lo ganó Trump en 2016. En 2008, como candidato a vicepresidente, Biden ayudó a Barack Obama a apuntarse el tanto, cuando el demócrata se impuso a John McCain por un 0,3% de los votos totales. Volver al azul sería un golpe que dejaría a Trump casi fuera de combate la noche electoral.
Wisconsin
El caso de Wisconsin, que representa 10 votos electorales, es similar al de Pensilvania. Su electorado había vivido en el bolsillo demócrata hasta que las clases trabajadoras de esta región del Medio Oeste encontraron en Trump una figura para volcar su desencanto. Antes del triunfo del multimillonario había que remontarse hasta Ronald Reagan para hallar otro republicano ganador en el estado. En las últimas horas, la ventaja de Biden sobre Trump parece haber despegado, pero nada es seguro.
Michigan
Junto a Pensilvania y Wisconsin, Michigan (16 votos) forma parte del conocido como “cinturón de óxido”; el corazón de la industria que impulsó el país en el siglo XX y que se vio posteriormente vapuleado por un proceso de desindustrialización, creciente competencia global y externalización, que llevó a la pérdida de empleo y a una merma demográfica.
Arizona
La batalla por la frontera será otra que habrá que seguir. Arizona (11 votos electorales) era una victoria segura para Biden a mediados de septiembre. La brecha se ha cerrado y hoy está en empate según los sondeos. Hace cuatro años allí ganó Trump, pero hoy una alianza conservadora puede darle la espalda al presidente.
Texas, ¿el nuevo camaleón?
Mención aparte merece Texas y sus 38 votos electorales. Hace algunas semanas nadie miraba al segundo estado más poblado del país porque se daba por descontado que votaría republicano, como hace desde 1980. Algo ha cambiado. Los analistas lo consideran hoy un Estado toss up, que está en el aire. Un triunfo demócrata sería histórico y la gran sorpresa de la noche, pues no sucede desde la victoria que logró Jimmy Carter. Es poco probable. La mayoría de las encuestas favorecen a Trump sobre Biden. Hace cuatro años, el republicano tenía allí una ventaja de 11 puntos. Hoy es de menos de dos.