El exárbitro argentino, Carlos Espósito, reveló una angustiosa situación que vivió en Medellín (Colombia) previo a la vuelta de las semifinales de la Libertadores 89 entre Atlético Nacional y Danubio, de Uruguay.
En la entrevista con el programa 'Un buen momento, de 'Radio La Red', Espósito contó que él y su cuerpo arbitral (los asistentes Juan Bava y Abel Gnecco) arribaron a la capital antioqueña para pitar el partido de la semifinal que tuvo lugar el 17 de mayo de 1989, al que los equipos llegaban con un marcador de 0-0 (ida).
"Llegamos a Medellín, nos subieron a un carro para llevarnos al hotel y, durante el trayecto, las personas con las que estaban nos hablaron de los lugares donde habían tirado los cuerpos de árbitros que habían asesinado por no acceder a sobornos”, dijo Espósito en la cadena radial.
Tras llegar al hotel, Espósito fue invitado a cenar con sus dos acompañantes, a lo que se negó y prefirió comer en el lugar. Posteriormente, se dirigió a su cuarto, en donde fue abordado por uno de los sicarios más sanguinarios de Pablo Escobar, Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias ‘Popeye’.
“A mi cuarto en el hotel se metieron 'Popeye' y otros matones más. Todos portando ametralladoras”, iban bien vestidos, con traje y corbata, contó Espósito. Velásquez Vásquez traía un maletín, lo abrió y dijo: “acá hay 250 mil dólares. Llévenselo, tranquilos, van a salir de Colombia sin problemas”.
Les respondimos que habíamos ido a trabajar como corresponde. Cerró el maletín y nos dijo. ‘La vida de ustedes acá no vale nada. Y en Buenos Aires nos puede costar 1.000 dólares por cada uno’. Y ahí se fueron”, narró el réferi argentino.
Espósito dijo que durante su estadía, fueron vigilados por "mafiosos" 24 horas. “Me asomo por la ventana y había cinco tipos al frente, ahí sin moverse (...) Fue muy difícil, no dormimos nunca. También nos tocó cambiar nuestro vuelo de regreso, para salir de Medellín para Bogotá la misma noche del partido".
En eso vino un árbitro, voy a dar el apellido: Sierra. Y nos dijo que nos debíamos levantar porque había que ir a sacar un permiso de trabajo”, narró Esposito. Sin embargo, su presencia en el hotel fue un engaño para asegurarse la presencia de los jueces argentinos en el decisivo partido.
“Al llegar a la cancha, nos dejaron el auto a unos 300 metros de la entrada. Estábamos rodeados. Llegamos al vestuario y el árbitro colombiano que nos había visitado en el hotel se apareció con una virgen. Gnecco le pegó una patada a la virgen que voló no sé adónde. Ahí llegó el jefe de policía de Medellín y le expliqué que apenas terminaba el partido nos teníamos que ir al aeropuerto. Me explicó que si ganaba Nacional iba a ser difícil por la fiesta. Pobre hombre, si ven la serie de Escobar, a los pocos días lo acribillaron”, confesó el juez.
"Menos mal, Nacional ganó ese partido 6-0. Si no, no sé qué habría pasado, nos hicimos la cruz. Al final hubo como 15 muertos por la gente que salía a los balcones y tiraban los tiros al aire".
Terminamos yendo al aeropuerto, y estaban los uruguayos, que se tomaban el mismo vuelo. En esas “vino el presidente de Danubio, un tipazo, y me preguntó si la habíamos pasado mal, insinuando que ellos también habían sido amenazados”.