Graduado en la Escuela de Arte San Alejandro, Maisel López, de 33 años, ha pintado por La Habana unos treinta murales con caras de niños de entre 2 y 8 años, en un sobrio blanco y negro, una depurada técnica de dibujo y estilo realista, que forman parte de una serie bautizada "Los colosos".
"Me inspiro en el pensamiento de José Martí de que los niños son "la esperanza del mundo". Los llamo 'colosos' por ese sentido colosal y los agiganto para marcar esa importancia que la infancia tiene en el desarrollo de una nación", explica el artista.
"Empecé mi serie 'Rostros' en lienzo, pero sentí la necesidad de expandir la imagen y me decanté por los muros. Hice mi primer coloso en pared en 2015 y al ver el impacto que tenía en la gente, la fuerza de arte callejero, seguí adelante", contó Maisel.
Antes de pintar sus "colosos", el artista recorre las calles para fotografiar niños, con el permiso de sus padres, y luego selecciona las imágenes que mejor pueden funcionar como murales, que plasma en paredes de viviendas particulares o instituciones públicas, siempre con la autorización pertinente.
"Siempre que una obra no sea agresiva ni ofensiva va a ser bien recibida. El artista urbano debe ser responsable ya que está dialogando con un público muy heterogéneo", afirmó Maisel, feliz de la aceptación de su obra no sólo entre la gente, sino también ante las instancias oficiales, ya que ha llegado a pintar en fachadas de centros educativos y hospitales públicos.
Los retratos, sobrios y finamente pintados, contrastan con los edificios deteriorados y calles empedradas, así como los autos antiguos y la descascarada pintura de la ecléctica arquitectura habanera.
“Quiero extender ahora la obra a otros territorios”, dijo López, de 31 años, quien comenzó a dibujar las paredes de los hogares y tiendas cerca de su casa en el distrito de Playa.
Los murales son poco corrientes en un país donde en la mayoría de los espacios públicos aparecen carteles y murales que muestran principalmente temas políticos o patrióticos.
A diferencia de muchos artistas callejeros, a Maisel López se le permite pintar en las paredes, aunque inicialmente fue difícil de conseguir el permiso de las autoridades.
Actualmente, el artista se gana la vida impartiendo clases de dibujo y vende también algunos lienzos que pueden alcanzar hasta 1.500 dólares.
En su muro de Facebook, López ha intentado una definición de su idea del artista, que es también una definición del trabajo comunitario que ha venido realizando en estos últimos años: "Un artista es quien asume un compromiso con su oficio y cree en lo que hace; un artista es una conducta, una actitud, un constructor constante de sueños, ideas e inquietudes. Un artista es quien realiza su habilidad hasta el final de sus días porque lo precisa hacer cual necesidad básica, incluso aunque nunca ganase un centavo por su destreza y viviera toda la vida de otro trabajo. Un artista es quien respeta a sus admiradores y comparte su talento con todos sin distinción de clase, raza, ideología, género o nacionalidad. Un artista es quien utiliza como combustible su realidad para echar a andar el imparable motor del arte".