Los prohibidos: Selección de poesía de Isel Rivero

Rivero formó parte del grupo de poetas asociados en la editorial El Puente, clausurada por la UNEAC en 1965, como un “fenómeno estética y políticamente erróneo”
 

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Isel Rivero es una poeta (1941) nacida en La Habana y otra de las fatales víctimas de la política de censura cultural implementada por el régimen cubano en los años 60: el quinquenio gris.

Según artículo del historiador Rafael Rojas, Rivero formó parte del grupo de poetas asociados en la editorial El Puente (también estaban José Mario, Ana María Simo y Reinaldo García Ramos), que fue clausurada por la UNEAC en 1965, como un “fenómeno estética y políticamente erróneo”, de una “fracción disoluta y negativa” de la supuesta nueva generación revolucionaria.

En Cuba solo publicó Faantasías de la Noche (1959) y La Marcha de los Hurones (1960) que sería destruido por el régimen.

Ha participado en diversas manifestaciones artísticas tanto en Nueva York como en Viena. Es miembro de jurado en los premios de la Fundación Gabarrón en Valladolid y de la Editorial Verbum en Madrid. Su vida profesional la desarrolló en las Naciones Unidas y concluyó su carrera como Directora de la oficina de la misma en España.

Ha publicado los poemarios De paso (Madrid, Amargord Ediciones, 2011), Las palabras son testigos/Words are Witnesses (Madrid, Editorial Verbum, 2011), Las noches del cuervo (Madrid, Vitrubio, 2007), Relato del horizonte (Madrid, Endimión, 2003), El banquete (Madrid, La Gota de Agua, 1981), Tundra (Nueva York, Las Americas Publishing Co., 1963), La marcha de los hurones (La Habana, El Puente, 1960) y Fantasías de la noche (La Habana, Ucar-García, 1959), entre otros.
 

Selección de poemas:

Pacientemente otra cabeza cae
el eje del planeta gira
traspasado por definiciones numéricas
monótona oda siente su curso
alrededor del universo alguien
sonríe niño en agonía eternamente
salvado un mar respira en calma
borrando pasadas memorias.

Tu mano parece fuego cuando
se acerca más que gotas de lluvia sobre
hojas más incluso que las torres a los
cielos sigo la línea que
te dibuja contra esta luz
y tu perfil se vuelve espejo
de la antigüedad capturado por blanco
sobre blanco esa cualidad de linterna de
tus movimientos de habitación a habitación
Te atrapo como se atrapa un sueño
y retengo la posible memoria
futura antes de que la disuelva
el embate del tiempo

Un nuevo sonido ejecutado en su
perfección única el mundo tañe una
gigantesca campana hojas suavizando la 
tierra bailando el viento nuestro propio
descenso un sonido nuevo y perfecto
flota imperceptible en el tiempo hacia
ningún lugar cementerios vacíos
se lamentan diez mil almas

Las palabras son testigos

Y entonces las palabras se imponen

un castigo eterno porque ¿qué

significan? las palabras son testigos

levanta un péndulo sobre mi cabeza.

 

Precisamente silencio una honda bocanada de

silencio detrás de las ventanas

abiertas y la lluvia una historia sin contar

y sin embargo otra canción otra

conmovedora corona de susurros como el

niño que entró en la fría eterna noche

de alba.

 

Fin de lo ido

El reloj no detiene el sonido del movimiento

un frío ronroneo de metal murmura tiempo aplaca

el vacío del cuarto una hueca necesidad de frecuencia

que mide las pausas que nunca llegan porque

el reloj no se detiene para contar a quien

dejó la habitación donde alguien aún sentado escucha

 

 

 

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