Dos mundos conviven en la 27 edición del Salón Erótico de Barcelona, que sus organizadores pretenden revolucionaria.
Lo viejo y lo nuevo. El porno de siempre y las nuevas formas de amor. El sexo falocéntrico y el empoderamiento de la mujer. Los señores que se agolpan ante el escenario --este año no tanto porque se han colocado vallas de separación, como en los concierto-- para ver un espectáculo de sexo en vivo y las parejas que abarrotan un taller sobre sexo anal. “Todo lo anal tiene que venir con un tope”, advierte la profesora, que explica las bondades de una bala (no es munición sino, por lo visto, un juguete sexual) para alcanzar el placer. “A esta la han llamado Ave María porque, como en la canción de Bisbal, te lleva al mismo cielo”.
Carles Valdés, codirector del Salón, reivindica ante los medios el cambio de rumbo de 2019, que sin duda se adapta mejor al espíritu de los tiempos. Admite que el nuevo enfoque puede alejar al público más tradicional. Pero no le importa. Está orgulloso de la “mayor calidad artística” de los espectáculos, y de que en el salón quepan todas las tendencias, del slow sex al sexo tántrico o el shibari, el arte japonés de atar el cuerpo de forma erótica.
Entre show y show se emiten vídeos sobre la necesidad del consentimiento. Y en los vestuarios del pabellón de La Vall d’Hebron --que acoge el event-- se representan miniobras de teatro de 10 minutos para concienciar sobre las agresiones sexuales. En Sex Mirror, dos actores (pareja en la vida real) interpretan una violación salvaje en lo que pretende ser una crítica a las manadas. El público decide si quiere ver la escena hasta el final.
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Productoras tradicionales como la española ADPTUBE o la italiana Spicylab, que se hacían cargo hasta ahora de algunos de los 'shows' del Salón -junto con media docena de otras empresas del audiovisual que pagaban para poder programar espectáculos- se han quedado este año fuera de los escenarios. Su lugar lo ocupa ahora la actriz Silvia Rubí, que ya en 2018 fue designada directora artística del Salón y ha programado espectáculos de danza, circo, bodypaint, 'drag kings', 'slow sex' o obras de microteatro, sin dejar de lado el sexo en vivo.
Rubí, muy crítica con el machismo que impera en el porno mainstream, fue la protagonista el año pasado del anuncio del Salón, en el que se reclamaba más educación sexual "para dejar de fabricar violadores en manada". En esa edición la actriz ya tomó algunas decisiones para combatir el machismo: propuso que no se usaran los típicos disfraces de chacha o enfermera y limitó todas las escenas de dominación sexual al ámbito BDSM (conocido como sadomasoquismo).
En esta misma línea, en el spot de la actual edición, titulado 'Aprender', la periodista especializada en sexualidad Noemí Casquet enarbola un discurso feminista y liberador. "Es el momento de desaprender para recuperar lo más importante del mundo: la libertad", proclama Casquet, en un vídeo reivindicador que en poco tiempo ha conseguido cientos de miles de visualizaciones.
(Con información de El País, El Mundo y Crónica Global)