Pocos amaron el cine como él. Muchos se enamoraron del llamado Séptimo Arte gracias a los esfuerzos que él desplegó, sin recursos y sin esperar nada a cambio.
En medio de la primavera de este 2019, ha muerto en La Habana el cineasta Tomás Piard a los 70 años, producto de un infarto tras complicaciones postoperatorias en el Hospital Hermanos Ameijeiras.
Nunca hubo largas filas para sus películas, que eran más bien enigmáticas, con una carga de símbolos y metáforas difíciles para el público. Tenían un poco el misterio que Andrei Tarkovsky había impreso a su cine, y fue ese el nombre con el que Piard bautizó su primer Cine Club. Dedicó muchos años de su carrera a promover la enseñanza del cine.
Para el oficialista Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC) Tomás Piard “resulta una figura icónica para el séptimo arte nacional a pesar de las incomprensiones sobre su peculiarísimo estilo, su cuidadosa propuesta formal y su hermetismo y fuerza conceptual”.
Piard quedará en la cultura cubana como el primer cineasta amateur en filmar una película independiente, Ecos (1987), filmada en 16 mm, blanco y negro, y protagonizada por el actor César Évora, antes de ser conocido por Cecilia, de Humberto Solás.
Otro actor icónico del cine cubano, Jorge Perugorría, debutó en otra obra suya antes de ser conocido por Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío.
Otras creaciones suyas son El viajero inmóvil (2008), Si vas a comer espera por Virgilio (2013) y La ciudad (2015) y el guión de La anunciación, dirigida por Enrique Pineda Barnet. Sus filmes se han exhibido en Francia, Puerto Rico, España, Venezuela o Gran Bretaña.
Nacido en La Habana el 28 de julio de 1948, Tomás Piard era graduado de Historia del Arte en la Universidad de La Habana y en Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual en el Instituto Superior de Arte.
Su honestidad y su entrega a la cinematografía han conmovido a alumnos y admiradores que lamentan su partida, como el actor Luis Alberto García, que calificó sus películas como “complejas y herméticas”, para terminar diciendo que “fue alguien que amó intensamente EL CINE. Como muy pocos”.
Hoy se oscurece la pantalla y el cine queda en penumbras. Se escuchan aplausos sinceros que despiden a este artista de la imagen.