Corea del Norte lanzó este viernes desde su costa oriental dos misiles de corto alcance, su tercer test de este tipo en ocho días, y mientras se esperan avances entre Pionyang y Washington para reactivar el diálogo sobre desnuclearización.
Los proyectiles fueron lanzados a primera hora desde la provincia de Hamgyong del Sur y cayeron en el Mar de Japón (llamado Mar del Este en las dos Coreas) tras recorrer una distancia de unos 220 kilómetros y volar a una altura de 25 kilómetros, según anunció hoy el mando del Estado Mayor Conjunto surcoreano.
A partir de los datos recopilados en un análisis inicial, las fuerzas surcoreanas y las de Estados Unidos consideran que se trató de dos misiles balísticos de corto alcance de un nuevo tipo similares a los que el Norte probó este miércoles y el pasado día 25, según dijo la portavoz de la oficina presidencial surcoreana, Ko Min-jung.
La portavoz añadió que los países aliados continúan trabajando para determinar el tipo de armas testadas por el Norte, que según se cree son una versión norcoreana del misil tierra-tierra de corto alcance de fabricación rusa Iskander.
El régimen de Pionyang, no obstante, señaló que los proyectiles lanzados este miércoles fueron "un sistema de nuevo desarrollo de cohetes teledirigidos múltiple y de largo calibre", mientras que calificó los del día 25 como una nueva variedad de "arma táctica teledirigida", a través de sus medios oficiales.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, supervisó personalmente las dos rondas anteriores de lanzamientos, según los medios estatales norcoreanos, que por el momento no han informado sobre los dos misiles disparados este viernes (suelen recoger este tipo de informaciones al día siguiente del test).
El Ejecutivo de Seúl convocó este viernes una reunión de emergencia para analizar el último ensayo de misiles del país vecino, que por su alcance estimado podría suponer una amenaza directa para Corea del Sur y para las bases estadounidenses allí instaladas, aunque en ningún caso para el territorio estadounidense.
Esta sucesión de exhibiciones de músculo militar del Norte tiene lugar mientras Pionyang y Washington tratan el posible reinicio de sus conversaciones para el desarme del régimen, algo a lo que se comprometieron Kim Jong-un y el presidente estadounidense, Donald Trump, en su cumbre celebrada en la frontera intercoreana a finales de junio.
El propio Trump y otros miembros de su Administración han restado importancia a los tests armamentísticos del Norte, quizás con la vista puesta en el reinicio de unas negociaciones que permanecen estancadas desde el fiasco de la segunda cumbre bilateral de Hanói en febrero, y para lo que aún no hay fecha ni lugar concretos.
"No duden de que estemos comunicándonos con los norcoreanos. Hay conversaciones en curso ahora mismo", dijo hoy el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en una conferencia en Bangkok, donde también se mostró confiado en lograr "una desnuclearización plena y verificada de Corea del Norte mediante el uso de la diplomacia".
Trump, por su parte, manifestó este jueves que no tiene "ningún problema" con los ensayos del pasado miércoles pues se trataba de misiles de corto alcance y debido a que "nunca" acordó con Kim la suspensión de ensayos con armas de ese tipo, en declaraciones a los reporteros en la Casa Blanca.
Los tests norcoreanos se producen, asimismo, poco antes del inicio de las maniobras castrenses conjuntas previstas por Washington y Seúl para la semana próxima, y contra las que Corea del Norte ha manifestado una fuerte oposición, al considerarlas un ensayo de invasión de su territorio.
Aunque estos ejercicios, llamados "19-2 Dong Maeng", tendrán una escala menor que las maniobras conjuntas anteriormente realizadas por los aliados en fechas similares, Pionyang afirmó que suponen una "violación" de los compromisos bilaterales con Washington y advirtió de que afectarían al diálogo para el desarme.