Autoridades prohíben la entrada a Cuba de la artista Coco Fusco

Es la segunda vez que a la artista, que aboga por una mayor libertad de expresión, le impiden ingresar al país.
Autoridades prohíben la entrada a Cuba de la artista Coco Fusco
 

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"Me han prohibido entrar a Cuba de nuevo", escribió este miércoles la artista cubanoamericana Coco Fusco en su muro de Facebook.

La artista, a quien ya el pasado año las autoridades cubanas impidieron entrar al país, fue reembarcada de regreso después de impedirle cruzar frontera en el Aeropuerto Internacional "José Martí" de La Habana.

"He escuchado a uno de los oficiales de migración referirse a mí como 'inadmisible'", escribió la artista desde esa terminal.

"No soy la primera o la última intelectual con lazos estrechos con Cuba que ha sido castigada de esta manera por expresar mis opiniones y abogar por una mayor libertad de expresión en Cuba. El fenómeno se ha convertido en una triste rutina", dijo.

Fusco pretendía asistir a las actividades de la Bienal de La Habana, a inuagurarse el próximo día 12 de abril, la cual se organiza bajo tensiones y amenazas de la Seguridad del Estado a los artistas que consideran "incómodos".

Este es el texto que la artista ha colgado en su página de Facebook:

INADMISIBLE

Actualmente estoy sentada en el área de inmigración del Aeropuerto José Martí en La Habana. Me han negado la entrada a Cuba por segunda vez en el último año. Escuché que uno de los funcionarios de inmigración se refirió a mí como "inadmisible". No soy una planta viva, un queso, un narcótico o una publicación pornográfica, pero el acto de expresar opiniones críticas sobre las medidas represivas contra los artistas me convierte en una materia prohibida en Cuba.

No soy la primera o la última intelectual con estrechos vínculos con Cuba que ha sido castigada de esta manera por expresar mis opiniones y abogar por una mayor libertad de expresión en Cuba. El fenómeno se ha convertido en una triste rutina.

Los funcionarios de inmigración en el aeropuerto no dan razones para mi inminente expulsión. Estoy segura de que esto se debe a mis escritos sobre el arte y la política cultural de Cuba, y mi apoyo al movimiento liderado por artistas en Cuba contra el Decreto 349. Me parece trágico que un gobierno hostigue a sus artistas y silencie sus debates sobre su cultura para impresionar a los visitantes con la falsa impresión de que el único arte en Cuba es lo que el estado quiere mostrar. El estado cuenta con una recepción favorable de los visitantes que saben poco y que permanecerán en los autobuses turísticos y sus corrales de arte. También cuenta con la complicidad de los artistas que permanecen en silencio para ser promovidos por el estado. Se benefician de escépticos que creen que las intervenciones políticas son realizadas por artistas que carecen de formas mejores (es decir, más artísticas) de obtener atención.

Muchos ciudadanos cubanos creen que no tienen otra opción que optar por el silencio porque hablar de este tema significa la muerte social. La forma en que los extranjeros racionalizan su silencio es una historia muy complicada, en la que el apoyo inquebrantable a la revolución cubana funciona como una especie de antiamericanismo chic para los intelectuales trotamundos que no han sufrido la experiencia de tener sus vidas vueltas al revés por la seguridad del Estado.

Aquellos que sugieren que cada bienal es selectivo y que Cuba no es diferente, están evadiendo el verdadero problema. ¿Desde cuándo las bienales en otros países detienen a artistas que abren sus estudios o organizan eventos paralelos? ¿Desde cuándo los museos detienen a los artistas que protestan por sus prácticas? ¿Desde cuándo está bien amenazar a los extranjeros que se presentan a un evento artístico producido de forma independiente con la deportación? Cuba es ciertamente diferente de muchos otros países en su dura represión de la crítica y el activismo cultural y la leyenda de su educación gratuita no la justifica. También es diferente en que la cultura es el último producto valioso para la exportación y el blanqueo de su imagen que le queda al estado. Si los artistas pueden determinar el valor estético, el gobierno perderá la última joya de su corona.

Me molesta que se necesiten decapitaciones, lapidaciones y largas penas de prisión para que la mayoría de las personas en el mundo del arte proteste por la censura y la represión de los artistas. La violencia no es reducible a la agresión física. La creatividad, la imaginación y la esperanza mueren lentamente en un país donde se criminaliza cualquier expresión de disidencia. Una bienal cada pocos años no detiene ese deterioro.