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“No tengo una buena vida”: mujer que lucha contra secuelas del COVID-19 solicita eutanasia

Tracey Thompson no ha podido trabajar desde que contrajo la enfermedad en 2020 y ahora permanece en cama hasta 22 horas al día

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“No tengo una buena vida”: mujer que lucha contra secuelas del COVID-19 solicita eutanasia

Actualizado: Mon, 12/18/2023 - 11:47

Una mujer canadiense solicitó la eutanasia en medio de una agotadora lucha contra las secuelas del COVID-19, enfermedad que contrajo en 2020 y que desde entonces la dejó sin trabajo.

 

Tracey Thompson, de 55 años y residente de Toronto, solicitó el programa de eutanasia legal de Canadá después de dejar claro que su salud no ha mejorado desde que contrajo la enfermedad.

 

“Mi calidad de vida con esta enfermedad es casi inexistente, no es una buena vida”, dijo Thompson en exclusiva con el Daily Mail.

 

“No hago nada. Es dolorosamente aburrido. Es profundamente aislante”, agregó la exchef, asegurando que permanece en cama hasta 22 horas al día.

 

La mujer dice que las secuelas de la enfermedad le han “robado los placeres simples de la vida, como cocinar, escuchar música, leer o ver películas, ya que la confusión mental es tan grave que no puedo procesar la información”.

 

Thompson solo consume varios medicamentos y un batido que sustituye las comidas, porque las secuelas la han hecho volverse “alérgica a todo”.

 

Además, ha usado sus ahorros para pagar vivienda, comida y tratamientos médicos, los cuales resultan increíblemente costosos.

 

Después de contagiarse de COVID-19, a la mujer se le ha diagnosticado una gran cantidad de enfermedades, entre ellas, encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica, el síndrome de taquicardia postural ortostática y el síndrome de activación de mastocitos.

 

Thompson presentó la solicitud en diciembre de 2022 a Medical Assistance In Dying (MAID) de Canadá, un programa que permite a las personas poner fin a sus vidas si padecen una enfermedad incurable.

 

MAID se volvió legal en 2016 para pacientes terminales y se expandió en 2021 a personas que padecían una enfermedad, dolencia o discapacidad “intolerable” e “irreversible” aunque no fueran ancianos.  

 


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