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Migrante cubana en España vive en el Aeropuerto de Mallorca

“Solo quiero encontrar un trabajo para que me den el permiso de residencia aquí en Mallorca”, dijo la pinareña

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Diosmary, cubana en Mallorca
Diario de Mallorca | Diosmary, cubana en Mallorca

Actualizado: Tue, 12/19/2023 - 08:51

La migrante cubana en España desde hace más de una década Diosmary, oriunda de Pinar del Río y con 49 años, habló esta semana con el Diario de Mallorca y denunció su situación, pues lleva casi dos meses viviendo en el aeropuerto de la capital balear.

La mujer contó que es la segunda ocasión que, por sus circunstancias, recurre al aeropuerto mallorquín como “techo temporal”. Tras casi 12 años viviendo en España, esta pinareña no ha conseguido legalizarse ni encontrar trabajo y renta estable.

“Solo quiero encontrar un trabajo para que me den el permiso de residencia aquí en Mallorca (…) Hay mucha gente que vive en el aeropuerto, no soy la única, mientras no robes y no hagas destrozos no te pueden echar de aquí”, explicó.

Diosmary también agradeció a la Unidad Móvil de Emergencia Social (UMES) de la Cruz Roja, que cada noche les lleva a ella y al resto de las personas que viven en el Aeropuerto algo de comida.

Detalló que generalmente sus días son bastante tranquilos, aunque algunos hombres se le acercan para pedir favores sexuales a cambio de dinero.

"En ciertas ocasiones, hombres se acercan ofreciéndome dinero a cambio de favores sexuales o de un lugar donde alojarme, pero yo no me presto para eso”, aseguró.

Después de completar los trámites requeridos en Cuba, Diosmary y su antigua pareja, un ciudadano cubano-español, se mudaron a España en 2012. Su destino fue la isla de Mallorca, donde esperaban empezar una nueva vida.

Pero su exesposo perdió las esperanzas de encontrar trabajo y se regresó a la isla. Diosmary no pudo retornar, porque no tenía toda la documentación y sin papeles españoles tampoco podía regresar como turista.

Luego de esto, la mujer vivió en diferentes lugares de acogida, uno de ellos fue Ca l’Ardiaca, pero después de unas semanas allí sintió que no era el sitio adecuado para ella. También estuvo en casas donde le daban alojamiento a cambio de hacer tareas domésticas y cuidar de la casa.

Tras varios intentos fallidos de relación de pareja regresó a la calle arrastrando la maleta por todo el Paseo Marítimo de Palma de Mallorca en busca de algún lugar donde pasar la noche. Para mantenerse limpia, comentó, usaba los servicios de los centros comerciales.

Finalmente, regresó al aeropuerto, donde se "siente en paz" y "valora" el interés de todos los empleados por su situación.

En la actualidad está pendiente de recibir el pasaporte español, que le ha gestionado una abogada del grupo de ayudas “Cáritas”, quien le han informado que el documento ya está en Barcelona. “Solo queda tener paciencia”, dice, resignada, la cubana.