El campesino del tractor y el estado detractor

Posiblemente las de Herminio sean de las pocas vacas que sobreviven en Cuba a Fidel, a Raúl, al partido, a Acopio, a la ANAP, y al ordenamiento monetario. Ahora habrá que ver de dónde saca Herminio “el agradecido” el petróleo para que su flamante tractor ruede y sea rentable
Ilustración que muestra a un tractor arando la palabra no en campo de Cuba.
 

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Parece un cuento de los hermanos Grimm, pero en la Cuba de los otros hermanos, los que la empobrecieron a base de cuentos nada infantiles, es más bien una dolorosa ficción saber que un agricultor y ganadero llamado Herminio Martínez Gens, de la Cooperativa de Créditos y Servicios “José Martí”, de Camajuaní, se acaba de comprar un tractor marca Belarus, poco antes del 17 de mayo, día del campesino cubano. Y también día mundial de los gays, de los farmacéuticos y de la hipertensión.

Y el vehículo le costó la bicoca de 27 000 dólares y no le subió la presión. Por eso agradeció a la revolución que tanto ha hecho por el campesinado en general, que hasta hizo general a un campesino que ahora cría gallos de lidia, caballos de pura raza, e invita a comer avestruces y jutías, todos productos naturales del campo cubano. Pero el campesino Herminio tiene más suerte que el general Guillermo García. Posee tierra bajo sus pies, techo sobre su cabeza, y un tractor de 27 000 dólares junto al bajío, que es como se le dice siempre a cualquier cosa que esté cerca de la casa de un guajiro.

Por eso Herminio agradece al proceso que hizo una reforma agraria y luego le repartió un cachito de tierra al hombre del campo. Y le dijo también lo que debía sembrar en ese cachito, porque muchas veces el campesino confundido no sabía, o no tenía tiempo, de decidir qué era mejor para el tipo de tierra que tenía, el PH del suelo y la humedad ambiente. Es muy loable que un tipo de La Habana, que no ha sembrado jamás ni en el cantero del patio, le oriente que lo suyo es entrarles a los tubérculos, o pasarse para el tomate, y quizá dedicar un par de surcos al ají.

Antes de esa revolución que mejoró al campesinado y le puso una posta de policía a la entrada del pueblo para que no se le ocurriera ir allí a vender la leche o las cebollas, el guajiro pasaba muchos trabajos. Vivía en un bohío con techo de guano y piso de tierra. El único aliciente que tenía era ver, cuando se alejaba de su casita miserable, a su linda esposa diciéndole adiós con su manita blanca.

Ahora el guajiro tiene todo eso y también un tractor Belarus de 27 000 dólares pegado a su vera, que es como se dice cuando el tractor no está en el bajío, sino más cerca. En las noches campestres, en la quietud de las sombras, junto al arroyo que murmura y al trinar del sinsonte, pudiera sentir el placer agregado de escuchar el alegre ronroneo del tractor. El tronar de su motor fuera de borda, aunque por esa cantidad de dinero el tractor debería sonar como Andrea Bocelli.

Confieso que sentí estupor al leer la noticia. Me extrañaba que un guajiro cubano lograra reunir 27 mil dólares solamente vendiendo ajo y cebollas. Luego leí más vacunamente la nota informativa y me enteré que el agradecido Herminio (como ya se le conoce en Camajuaní y cayos adyacentes) es “un campesino dedicado a la cría de más de cien cabezas de cebú rojo, y tiene más de 60 hectáreas en usufructo”.

Así que no eran ajos, ni cebollas, ni siquiera hierbas medicinales de las que se fuman, sino vacas. Si hubiera cosechado hortalizas, o viandas y frutos menores, Herminio estuviera en manos de Acopio, que promete pagar y no lo hace, avisa que pasará a recoger la cosecha y nunca aparece, y hasta deja que se pudra en el campo por culpa del bloqueo. Cualquiera pudiera robarle a Herminio “el agradecido” dos jabas de papas o de yuca, pero nunca un cebú, y menos si ese cebú es rojo, porque tiene el apoyo del partido. El cebú, y Herminio también. Y a quien lo haga, le esperan de 5 a 20 años de privación de libertad.

Pero este feliz guajiro con tractor, feliz en un estado detractor “es productor de ganado genético hace 28 años y tiene un total de 115 sementales vendidos en diferentes años”. Tiene la suerte de que el jefe de sector de la policía ha recibido instrucciones de dejar a Herminio tranquilo. Si se entera que ha hecho dinero con sementales lo pudiera detener por venta ilegal de “semento”.

Pero este hombre trabaja y ve los resultados de su labor. No le caen esos molestos inspectores sabihondos a averiguar de dónde saca el abono para los toros, o la miel de purga y el forraje para la alimentación de su ganado. Y el jefe de sector hace oídos sordos con lo del forraje que siempre suena a forrajeo.

Y así Herminio ahorra sin ninguna relación con Acopio, que no tiene que pasar por su finca a recoger las vacas que ha cosechado. Y él lo dice a los cuatro vientos. “Hoy soy el campesino más feliz de Cuba, he comprado un tractor para el servicio de mi finca, de mis dos hermanos y de todo el que lo necesite en la cooperativa o en cualquier otra del municipio”. Por eso pudo adquirir el moderno, estilizado y útil tractor en la tienda de la Empresa de Suministros Agropecuarios de Santa Clara, en Moneda Libremente Convertible.

Él es feliz, modesto y agradecido. Posiblemente Herminio tuviera un tío que fue acusado alguna vez de enriquecimiento ilícito y procesado como “maceta”, aquellos guajiros sin sentimientos que defraudaron al socialismo, a Fidel y al partido, vendiendo sus cosechas sin control estatal. Es probable que Herminio tenga también un primo o un sobrino que cumpliera años en alguna cárcel por tenencia ilegal de dólares. Pero la revolución rectifica, por lo menos en Camajuaní, y deja que Herminio tenga la casa llena de vacas y las pueda pasear en su tractor, sin importarle lo que gana ni en qué moneda gana, o gasta. Siempre que lo gaste en la Empresa de Suministros Agropecuarios de Santa Clara, y no de contrabando en el mercado negro.

Posiblemente los sementales y los cebúes rojos de Herminio sean de las pocas vacas que sobreviven en Cuba a Fidel, a Raúl, al partido, a Acopio, a la ANAP, y al ordenamiento monetario. Ahora habrá que ver de dónde saca Herminio “el agradecido” el petróleo para que su flamante tractor Belarus ruede y sea rentable. A lo mejor puede ir nadando hasta el golfo pérsico y traer un par de bidones. Aunque siempre tiene la posibilidad de atar dos bueyes cebúes rojos a la parte delantera de su tractor y echar a andar hacia el futuro luminoso.

Aunque lo estén esperando Acopio, los funcionarios del partido y el jefe del sector de la policía para detenerlo por utilizar ese medio básico –que es suyo, pero no– boteando personal para arañar unos pesos y llegar, algún día, a reunir otros 27 000 dólares para otro tractor y así poder hacer la parejita.

 

Imagen de portada: Ilustración que Armando Tejuca, exclusiva para ADN Cuba

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.

 

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