En Venezuela hay dos caras en muchos sentidos. En Caracas hay electricidad, pero en gran parte del país no; en algunas ciudades hay transporte público, pero hay poblados donde para trasladarse usan mulas y caballos; también está la moneda: los que ganan o transan sus servicios en dólares y los que reciben mensualmente un salario mínimo en bolívares, cuyo monto no llega a los dos dólares según el cambio paralelo.
El país suramericano ya cumple más de un año con una dolarización de facto, que aunque silenciosa le ha dado un respiro a la economía venezolana, según lo dicho por economistas. De acuerdo a un informe realizado por la consultora Ecoanalítica en agosto las transacciones en dólares eran más del 53 % del total. Maracaibo, la capital del estado Zulia, al occidente del país, lidera el uso del dólar como moneda con 86% de las transacciones; en Caracas el uso llega al 48,5%.
La dolarización de facto en Venezuela no es algo que se planificó, es más, hace años para cualquier ciudadano era una situación improbable debido a que el billete verde era calificado por el expresidente Hugo Chávez y su predecesor Nicolás Maduro como moneda del "imperio", como la retórica chavista suele referirse a Estados Unidos, pero el actual gobernante chavista ahora cree en ella y hace un año lo dijo a todo el país en un programa de corte nacional.
Maduro, en noviembre de 2019, defendió el creciente papel que tenía la divisa en ese momento en la economía de Venezuela como "válvula de escape" frente a la crisis. “No lo veo mal (...) ese proceso que llaman de dolarización; puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía (...) gracias a Dios existe", dijo el gobernante chavista.
“La decisión fue correcta, la economía de resistencia se ha venido autorregulando y en la autorregulación se han generado nuevas oportunidades de negocios en divisas convertibles, fundamentalmente en dólares (…) Todos los dólares que antes aportaba el Estado por la renta petrolera, ahora los aporta la empresa privada. Ante la opción de reprimirlo o permitirlo, tomé la opción, lo permito”, sostuvo Maduro.
Las declaraciones llevaron a que en las semanas siguientes los comercios, que ya usaban el dólar como moneda de referencia para ofrecer sus productos, tuvieran el bien visto gubernamental para hacerlo público. Desde la fecha, restaurantes, tiendas de electrodomésticos, comercios informales, posadas, hoteles, vendedores de autos y propiedades inmobiliarias, ofrecen sus productos y servicios en la moneda norteamericana. Eso sí, en los estados Táchira y Mérida, además del dólar sus ciudadanos transan con el peso colombiano.
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Lo que dicen los economistas
El economista Carlos Rodríguez explicó a ADN Cuba que la hiperinflación fue la gasolina que prendió el motor de la dolarización, pues a los venezolanos no les tocó otra sino refugiarse en una moneda dura para evitar las grandes pérdidas que representa solo usar bolívares. Rodríguez explica otro hecho que ayudó a usar al dólar como una segunda moneda fueron los apagones de 2019, debido a la falta de efectivo para realizar transacciones y la dificultad para pagar en puntos de venta por las fallas eléctricas.
“La hiperinflación ha hecho que el bolívar pierda cualquier referencia como unidad de valor, entonces tanto el sistema financiero como los ciudadanos lo que han buscado en el dólar es una moneda de respaldo que permita de una manera u otra poder realizar las transacciones financieras que el bolívar no permite”, sostiene Rodríguez.
El especialista indica que la dolarización venezolana se ha desarrollado de manera informal, es decir, no se cuentan con los mecanismos formales de otros procesos de dolarización y también ha estado ligada al proceso de sanciones a funcionarios venezolanos, principales compañías del Estado como PDVSA, por lo que la misma no se puede calificar de tradicional y estable como en otros países que la han implementado como Ecuador.
Sin embargo, detalla Rodríguez, que la dolarización de facto ha incrementado también las brechas entre los venezolanos que tienen acceso a divisas y los que no. Detalla que quienes tienen acceso a divisas por trabajo, prestación de servicios, entre otros, pueden acceder a comida y bienes y servicios. En cambio, los que no, y reciben como método de pago bolívares, los mismos se ven pulverizados por el impacto de la hiperinflación.
Tanto los que viven en Venezuela como los que tienen tiempo sin visitar el país suramericano se llevan una sorpresa con tantos cambios. La dolarización ha arropado las transacciones; Caracas y las principales ciudades se han llenado de ‘bodegones’ (tiendas dolarizadas que se surten de tiendas departamentales como Costco o Walmart), y ahora los anaqueles están llenos, debido a la derogación de la Ley de Ilícitos Cambiarios; sin embargo, millones de ciudadanos no pueden darse el lujo de adquirir estos productos y se encuentran a la espera de tener ingresos suficientes que les permita moverse en esta economía dolarizada.
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Venezolanos y cubanos unidos por las mismas diferencias económicas
El politólogo y economista Enix Berrio pronostica un 2021 “muy duro” para una buena parte de la población cubana y una profundización de las diferencias sociales debido a la dolarización.
En una entrevista para Radio Televisión Martí, Berrio indicó “Una de las causas de la visible diferenciación social en Cuba se inició, justamente, hace 25 años, con el famoso proceso de la dolarización de la economía cubana. Aquella persona que tenía acceso al dólar, o al CUC, era la que podía vivir en mejores condiciones. Los que no, se quedaron en un nivel de pobreza. Al mismo tiempo, los sectores estatales que no tuvieron ingreso a la Moneda Libremente Convertible (MLC) se fueron quedando atrás”.
Es necesario recordar que durante los últimos meses en Cuba a se ha desarrollado una “dolarización parcial”, que fue reconocida el 9 de octubre por el propio Miguel Díaz-Canel, luego que la dictadura permitiera la apertura de supermercados y comercios en los que no se aceptan las monedas locales y solo se puede pagar en divisas con tarjeta, creando una discriminación contra gran parte de ciudadanos cubanos que no tienen acceso a la moneda norteamericana.