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Ana de Armas regresa a la Raspadura

¿Qué otra motivación podría llevarla a rebajarse desde la realeza californiana al nivel de la chusma holguinera, sino una empecinada lealtad de pionera?

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Ana de Armas regresa a la Raspadura
Alen Lauzán | Ana de Armas regresa a la Raspadura

Actualizado: November 22, 2024 9:23pm

Hace un par de años, Alen Lauzán publicó una caricatura de Ana de Armas en el sitio YucaByte que provocó la ira del nuevo exilio. Eran cubanos recién llegados de un mundo donde estaba proscrito el humor y desterrada la caricatura, y traían con ellos un temor congénito a ofender o propasarse. Cuando por fin soltaron los ariques, por puro instinto de conservación, se volvieron “demócratas”, tomaron el jarabe y aceptaron el tabú de la corrección política.

Era como si regresaran al punto de partida.

Lauzán había dibujado a Ana como a una Marilyn Monroe delante de la Raspadura, con la saya levantada por el viento, pero la confusión sectaria de las nuevas exiliadas les hizo ver una escena porno donde solo había una inocente valla publicitaria de la Avispita Cubana.

Entretanto, la leyenda de Ana tomaba forma. Ana conquistaba España, llegaba a nado a la Yuma, aprendía inglés en quince días, caía en paracaídas en Rodeo Drive, retozaba una noche con el superdotado Ben Affleck y otra con Édgar Ramírez, seducía al procastrista Olivier Assayas, era la Reina Avispa por un día, cabalgaba a Brat Pitt, le practicaba la felación a John F. Kennedy metida en el cuerpo de Norma Jean y, finalmente, rompiendo protocolos, entraba a la limusina del bajapantis máximo, el dueño de los calzoncillos atléticos, el toletudo Paul Boukadakis, vicepresidente de Tinder, la aplicación de citas para quienes necesitan chaperonas AI.

¿A quién más podía seducir la incurable cubanita? ¿Quién de la Lista A quedaba por corromper? ¿Alex Soros, Michel Houellebecq, Bebeshito? Recojamos en el estuche nacarado de la memoria histórica este dato curioso: la noche en que Vladimir Putin apuntó su cohetería fálica contra Occidente, nuestra nominada a Mayor Actriz acaparó las primeras páginas de los tabloides con el titular: Ana de Armas Seen on A Date with Cuban President Díaz-Canel Stepson.

¿Cuántas zonas erróneas destapa ese encabezamiento? Aniuska echaba por tierra los años de activismo anticastrista que se habían requerido para llegar a asociar el apellido Díaz-Canel al concepto de “singao”. Recordemos cómo la gran Mia Khalifa maldijo el nombre del dictador desde su burdel en PornHub. Ahora, gracias al nuevo romance de la Princesita de La Víbora, Díaz-Canel viene a ser el excelentísimo y muy honorable Cuban President.

Ana de Armas y Manuel Anido en una apasionante comedia sociopática, ¡como para alquilar balcones! Pero ¿dónde se conocieron esos seres que en uno quemándose mueren? Alguien tuvo que haberlos empatado, algún miembro de la contrainteligencia tuvo que calcular la jugada para que el muchacho de Lis entrara en la fábrica de sueños de la mano de la doble de Marilyn, lo cual convierte a la Machi, instantáneamente, en la Pantera Rosa.

Si nuestra Mata Hari se dejaba ver en Malasaña con el semental del CIMEX, un reportero de ¡Hola! aparecería espontáneamente en el lugar preciso a la hora exacta: la serie de descabelladas coincidencias podría ser parte de algún biópico escrito por Tin Cremata en conmemoración del XXX aniversario de La Colmenita.

Ahora la Primera Dama y el Primer Hijastro tienen la llave que les permite colarse en Hollywood por la trastienda —y quien dice Hollywood, dice Higher Ground Productions, de Michelle y Barack Obama, dice Washington D.C., dice corredores del poder, dice fama, fortuna y desinformación a gran escala.

Si en 2015 nos vendieron a Raúl y al Tuerto como bellos reformistas capaces de departir con los yanquis en un amistoso juego de spikeball ideológico, ¿qué aventuras nos depararán el tragicómico Díaz-Canel y su hijastro enamorisqueado de una estrellita? Muy pronto, en esta sala, Ana de Armas en el papel de La Fontanera, encargada de la limpieza de imagen de singaos. ¿Qué otra motivación podría llevarla a rebajarse desde la realeza californiana al nivel de la chusma holguinera, sino una empecinada lealtad de pionera?

A fin de cuentas, la lectura porno que las feministas dieron a la caricatura de Lauzán no solo resultó ser correcta, sino profética. Ya fuese por afán de protagonismo, o por miedo a incumplir las órdenes emanadas de las instancias más altas, Anita ha ido a sentarse, por fin, en la Raspadura.