Todas hemos fantaseado. La mayoría sueña con algún actor, cantante o tal vez con Justin Trudeau el primer ministro de Canadá, pero hay otro país que tiene algo escondido, un alguien en el que tal vez nadie hubiese reparado mucho si la COVID-19 no hubiese aparecido en las vidas de todos los que merodeamos en este planeta.
Empecemos a ver las cosas buenas, mi resiliencia me dice que lo mejorcito de esta crisis fue descubrir, idílicamente, al Ministro de Salud de Costa Rica.
¿Y qué le harías a un hombre de ese rango? Lo mismo que a uno común. Es muy probable que ustedes no sepan quién es Daniel Salas Peraza, pero antes de que lo googleen yo les diré. No se puede pensar en algo que no has visto o desconoces, aunque puede atraernos, todo depende en qué parte de “Morbolandia” vivas. Yo vivo en la capital, al lado del Parlamento.
Dany, voy a tomarme el derecho de chiquearlo porque no me conoce, ocupa su cargo desde noviembre de 2018 y es Licenciado en Medicina y Cirugía, tiene dos maestrías, una en Epidemiología y otra en Salud Pública, específicamente en el área de gestión, y un tanto más que las aburriría. Sobre sus espaldas descansan muchas de las decisiones que hacen que hoy su país tenga tan buenos resultados frente a la pandemia; y las ticas lo van a extrañar cuando todo esto pase, al menos le verán poco y es que las tiene enamoradas… y a mí.
Desde Cuba no me hubiese enterado nunca de su existencia. Costa Rica no figuraba dentro de mis preocupaciones de esta época, pero tener una amiga por allá cambia un poco las cosas. Así es como llegó Daniel a mis ojos. Lo encontré lindo, pero no me removió el piso. Pero la repetición ayuda mucho. Le he visto tanto desde entonces que sí, es lindo el hombre, tiposo, llamativo, y se me sale de los esquemas y eso me encanta.
¿Cuáles son los esquemas? Bueno, ¿se acuerdan del Dr. Durán? Eso es un estereotipo, no es el Ministro de Salud Pública de Cuba, pero es la figura que más recordaremos después de esto. Y no, Durán siempre me va a transportar a la “media hora del terror” como yo nombré a nuestra conferencia de prensa sobre el nuevo coronavirus. Es un viejito paciente que no se ha infartado con las preguntas de algunos medios de comunicación, pero no nos despierta nada. Es más, si Daniel me pide que me lave las manos me las lavo al instante, si lo hace Durán lo hago a regañadientes.
Volvamos a Dany. Regresemos a esos 43 años. Retomemos mis ganas de amarrarlo a una silla, esas que aún no les había contado. Dice la prensa que el Dr. Salas prefiere analizar estadísticas antes de tomar una decisión y yo gustosa de ser un número si con eso me estudia. Desafortunadamente él y yo habitamos dimensiones diferentes, como también me sucede con Alejandro Sanz.
Dany trasmite una tranquilidad “comible” y en Costa Rica hasta se producen camisetas con su nombre. De tal manera ha llegado a impactar el hombre, seguro yo me compraría una de esas camiseticas y la iría luciendo. Quien pregunte qué significa, le diría: Mira, ese es el Dr. Salas, el Ministro de Salud de Costa Rica, la ricura personificada.
Entonces en estos tiempos de sexting y aburrimiento, tenemos a Dany en una silla. Dany sin lentes. Dany con lentes (da igual). Dany el sexy. Dany diciéndome: ¡Aléjese mi amor!, mantenga la distancia, como si tal cosa fuese posible. Mucho pudiese suceder con Dany ahí a merced de una cubana. La imaginación es la mejor lluvia, la más cálida para mojarle.
¿Qué le haría al Dr. Salas? Lo mismo que otro a hombre, solo que con este hay que ir corriendo a lavarse las manos. No quiero ser indisciplinada, yo soy una niña buena.