Cuando la decadencia de la dictadura literalmente mata

La muerte de una persona es un hecho trágico y triste, pero mucho mas triste es si le ocurre a personas que tenían muchos años por vivir como estas niñas
 

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La muerte de tres niñas cubanas el 27 de enero de 2020 en La Habana al igual que la muerte de madre e hija el pasado noviembre de 2019 en el municipio Playa, a causa de derrumbes de inmuebles es horroroso y triste por varias razones. La muerte de una persona es un hecho trágico y triste, pero mucho mas triste es si le ocurre a personas que tenían muchos años por vivir como estas niñas.

Estas tres tiernas vidas se apagaron a causa de la desidia, el abandono y el modelo económico disfuncional. Si un estado retiene un gran porcentaje del salario de sus ciudadanos, en un país donde mas del 85% de los trabajadores pertenecen a empresas estatales, dicho estado debería asumir muchas funciones, no solo garantizar un buen sistema de salud pública y de educación pública, sino también debería responsabilizarse con el mantenimiento, reparación y la construcción de viviendas familiares.

Una mejor opción sería devolverle a los cubanos sus libertades económicas y permitir con esto el crecimiento del sector económico privado y además no retener tan abusiva cantidad de dinero de sus trabajadores estatales. De esta forma muchos cubanos podrían reparar y construir sus viviendas y edificios e incluso aquellos cubanos más prósperos podrían invertir en la edificación de múltiples inmuebles que serían no solo para beneficio económico sino que muchas personas podrían alquilarse o comprar propiedades recién construidas o reparadas.

 

 

A un gran número de cubanos apenas le alcanza el salario para adquirir los alimentos mensuales que necesita su familia, vestirse y transportarse. La reparación de los daños de sus hogares muchas veces se posponen hasta el infinito por la imposibilidad de ahorrar dinero para este fin. 

El cubano ve como cerca de las calles donde ocurren estas muertes por derrumbes, se construyen o reparan edificios, pero no de viviendas familiares sino edificios para servir como hoteles. Sin embargo, el cubano no sabe para donde van los ingresos obtenidos por dichas instalaciones turísticas, no siente en su vida diaria el efecto beneficioso de esas inversiones hechas totalmente o parcialmente con el dinero del pueblo, dinero que le dejan de pagar al trabajador estatal o dinero que aporta en forma de impuestos los cuentapropistas.

Cada vez hay más hoteles en Cuba, pero esfera la vida diaria del cubano no mejora gracias al aumento de las capacidades turísticas, ni el sistema de salud, ni la educación, tampoco la disponibilidad y estado constructivo de viviendas familiares.

¿Por qué el estado cubano no utiliza sus ingresos para evitar que continúen ocurriendo estas muertes por derrumbes? ¿Por qué no permite que los cubanos puedan solucionar sus problemas de viviendas permitiendo que exista un gran y sano sector privado y un verdadero mercado libre?

Escrito por Oscar Antonio Casanella

Oscar Antonio Casanella Saint-Blancard, Graduado de Bioquímica en la UH, trabajó 12 años como investigador de cáncer en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología y fue profesor de inmunología en la Facultad de Biología de la UH durante 10 años. Recibió un entrenamiento en bioinformática en el Instituto Suizo de Bioinformática en Lausana. Cuentapropistas desde el 2012 al frente de www.qvainside.com

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