La agricultura en Cuba, ahorcada entre la ineficiencia gubernamental y la crisis internacional a causa del coronavirus, está cuesta abajo y sin freno. En el fondo del pozo está el pueblo, que desfallece en enormes colas para tratar de comprar suministros, alimentos o lo que sea, porque no saben si mañana o la semana próxima habrá en las tiendas estatales. Mientras tanto, el régimen anuncia que desarrolla una nueva variedad de piña… ¡Para exportar!
Así lo informaron medios estatales: el Ministerio de Agricultura “trabaja con una nueva variedad de piña con la que aspira a alcanzar niveles de exportación en ese rubro superiores al 2019, pese al impacto económico de la COVID-19 en el comercio internacional”.
La entidad gubernamental explicó en Twitter que la especie, nombrada Perola, es de origen brasileño y “entre sus ventajas se pueden nombrar una mayor resistencia a las plagas y mejores posibilidades de uso industrial”, reportó la estatal Agencia Cubana de Noticias (ACN).
La esperanza con olor a piña de la dictadura, “se caracteriza por rendimientos de entre 60 y 70 toneladas por hectárea, aporta más cantidad de jugo y menos acidez, características que incrementan el rendimiento del fruto y por tanto aseguran resultados significativos”.
En comparación con las variedades Española Roja y la Cayena Lisa, más usadas, la Perola tiene un menor tiempo de cultivo y una mayor masa, aseguró el ministerio en un tuit. O sea, el régimen que no puede ni obtener buenas cosechas de cultivos propios o de larga tradición en la isla, trajo una especie de piña brasileña para “desarrollarla”, y luego venderla a hipotéticos compradores extranjeros.
La variedad cubana que aseguran ya se obtuvo, corrió a cargo del Centro de Bioplantas de la Universidad de Ciego de Ávila, cuyos científicos lograron “13 mil 500 vitroplantas con una mayor adaptabilidad a las condiciones del suelo, el comportamiento de las plagas y el clima”, refirió el periódico de la Unión de Jóvenes Comunistas, Juventud Rebelde.
Los medios estatales aseguran que, según especialistas, superarán los niveles de exportación del fruto para finales de año, “cuando el clima de Cuba favorece la producción, lo cual coincide con un aumento la demanda de ese alimento en el mercado europeo”.
Este asunto con “la piña”, evidencia que los funcionarios de la dictadura y sus voceros mediáticos viven en un país paralelo al de los ciudadanos pobres. Mientras apuestan por venderle a Europa, en la isla no se ve la fruta por ningún lado.
En junio ADN Cuba publicó la denuncia de un cubano que mostró los “150 quintales de piña [que] se echaron a perder por culpa del mal trabajo y la corrupción de muchos dirigentes” de una fábrica estatal en Jagüey Grande, provincia de Matanzas.
El usuario de Facebook identificado como Elier Calvo, aseguró que “prefirieron que [la carga] se pudriera antes de vendérsela al pueblo con la necesidad que tenemos hoy en día y la situación en que estamos y ellos solo preocupándose por sus propios intereses”.
Y todavía el espía Gerardo Hernández, se atrevió a proponer, comenzando esta semana, que los cubanos sembraran una piña por cada Comité de Defensa de la Revolución (CDR).
Con una fruta en la mano y rodeado de decenas personas con sus mascarillas puestas, cometió el ridículo –como fiel soldado del “Limonadista en Jefe” Miguel Díaz-Canel– de asegurar:
“Ustedes representan a varios CDR. El país tiene cerca de 138000 CDR. Si un solo cederista por CDR se le ocurre sembrar una piña; uno solo por CDR, ¿de cuántas piñas estamos hablado? 138000 piñas. En el momento en que vivimos nosotros que el Estado tiene dedicar recursos importantes a importar alimentos es un aporte significativo”.
Pero según las noticias, la dictadura no importa piñas, quiere exportarlas. Por lo visto, el hambre en este desgraciado archipiélago está lejos de terminar, y la barriga de los cubanos no se llena con las estupideces del espía hortelano que predica, mas no siembra.