Uno de los medicamentos estrella de la empresa de biotecnología cubana, que algunos pintaron erróneamente como la “vacuna” al coronavirus y que el gobierno de la isla vio como una jugosa oportunidad comercial, podría ser una mala apuesta en el combate contra la pandemia de COVID-19.
Publicaciones exageradas sobre las bondades del fármaco, en redes y medios de comunicación muchos de ellos al servicio de la propaganda estatal, provocó fake news y un extraordinario interés de varios países por el Interferón alfa 2b Humano Recombinante, una marca producida por científicos del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) desde la segunda mitad de los años 80 del pasado siglo.
El 27 de marzo, el periódico del Partido Comunista de Cuba informaba que “más de 45 países” habían solicitado el interferón contra la COVID-19, “tomando en cuenta sus comprobadas propiedades antivirales”. Los regímenes chino, venezolano y nicaragüense son algunos de los que han accedido a miles de dosis del supuesto “milagro”, sobre el que, si antes había dudas de su efectividad para tratar la COVID-19, ahora hay indicios de que podría empeorarla.
A mediados de esta semana El País publicó un artículo sobre investigaciones que ponen en duda, cuando no desaconsejan claramente, utilizar Interferón para tratar el coronavirus: “a falta de ensayos controlados no se sabe si ayudaron, empeoraron o no hicieron nada. Los datos del estudio que está evaluando [la revista] Cell sugieren que proporcionar interferón a un paciente aceleraría la producción de las dos proteínas que le sirven de puerta de entrada al coronavirus, facilitando la invasión, pero también protegiendo al tejido, en una auténtica carrera de armamentos”.
Luisa Villar, jefa de Inmunología en el hospital Ramón y Cajal (Madrid), ha tenido la experiencia de que “los interferones tipo 1, como el alfa y el beta, tienen un posible efecto antiviral y se considera su uso en infecciones como esta, pero nuestros datos indicaban que los resultados no eran los esperados”.
“El interferón induce el receptor del virus en muchas células que no lo expresan y lo aumenta en células que ya lo expresan. Así se facilita la infección y es algo que obviamente no queremos”, concluye.
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Un compendio más documentado al respecto es el artículo de Cuban Prisoners Defenders hecho público este 17 de abril, en el que se alerta sobre la manipulación del régimen cubano para “vender” sus médicos y particularmente este fármaco, en el contexto de crisis global.
La entidad se define como un “grupo independiente” que investiga y produce informes relacionados con derechos humanos en Cuba. Forma parte de Prisoners Defenders International Network, asociación registrada legalmente con base en Madrid, España.
El informe “Un bulo puede matar personas” habría sido redactado con la colaboración de tres investigadores médicos cubanos, que deben permanecer en el anonimato por temor a represalias, “escandalizados con la campaña publicitaria de Cuba al respecto de la cura del COVID-19, que conocen de la nula evidencia científica de tales afirmaciones de su gobierno”. Según la organización, los especialistas consultados quieren evitar la muerte de pacientes por tratamientos contraindicados o con alto riesgo.
El texto no solo reproduce las apreciaciones de los aludidos especialistas, si no que reúne un grupo de artículos de autoridades científicas de todo el mundo que demuestran que el tratamiento informativo dado por el régimen de La Habana es, cuando menos, irresponsable.
“Cuando el Gobierno de Cuba asegura que el Interferón desarrollado en Cuba cura el coronavirus, se está cometiendo un grave delito contra la salud pública mundial, pues este fármaco no sólo carece de prueba científica alguna, sino además donde ha sido probado ya ha dado resultados nulos de aliento”, afirma Cuban Prisioners Defenders.
Cuba administra medicinas sin cautela
La rápida propagación a todos los continentes ha obligado a médicos e investigadores de todo el mundo a aprender sobre la marcha para encontrar tratamientos, aún imperfectos, pero poco a poco más adecuados. Sin embargo, Cuba está enviando “expertos” a diversos países (hay personal sanitario en más de 60 naciones) y asegura que el Interferón alfa-2b recombinante “ha demostrado gran eficacia” para combatir la COVID-19.
Sin embargo, en un artículo publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) “Conducta clínica en la infección respiratoria aguda grave ante la sospecha de enfermedad por COVID-19”, no aparece ninguna recomendación sobre la utilidad de los interferones y plantea que “no existe evidencia actual para recomendar algún tratamiento específico anti-COVID-19 para pacientes confirmados”.
Además, la OMS exige que todos los tratamientos experimentales sean realizados a través de ensayos clínicos controlados, aleatorios y éticamente aprobados. No obstante, desde La Habana se afirma que el Interferón alfa-2b recombinante -bajo el nombre comercial Heberferon o Heberon- está siendo utilizado como parte de sus protocolos de tratamiento en todos los casos confirmados.
“Si tenemos en cuenta que la mayoría de los pacientes desarrolla formas ligeras o no complicadas de la enfermedad -algunos sin síntomas-, alrededor de un aprox. 14% puede presentar formas graves con necesidad de recibir oxígeno, y otro aprox. 5% puede requerir ingreso en unidades de Cuidados Intensivos, ¿cómo es posible asegurar que la buena evolución de la mayoría de los pacientes se debe al uso del Heberferon y no al curso natural de la enfermedad?”, pone en duda el informe.
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Surviving Sepsis Campaign publicó a fines de marzo, gracias a la colaboración de la European Society of Intensive Care Medicine y la Society of Critical Care Medicine, las “Guías de tratamiento de adultos críticos con COVID-19”.
En las secciones 47 y 48 de este tratado, realizado por autoridades médicas de Estados Unidos, China, Canadá, Arabia Saudita, Holanda, Italia, Corea del Sur, Reino Unido o Australia, éstas reconocen carecer de suficiente evidencia para recomendar para el uso de antivirales en esta enfermedad, así como la insuficiente evidencia para plantear una recomendación sobre la utilización de interferones solos o combinados con antivirales.
“La relativa efectividad de los diferentes tipos de interferones contra SARS-CoV-2 es desconocida hasta este momento”.
¿Y la experiencia china?
El lector que ha sido bombardeado con noticias sobre la supuesta curación de pacientes chinos gracias al Interferón cubano, merece saber que se trata de una información sesgada e incompleta, muy lejos de los resultados científicos y cerca de la mentira con intereses mercantiles.
Ying-Hui Jin y colaboradores del Zhongnan Hospital of Wuhan University, quienes utilizaron el fármaco, publicaron en la revista Military Medical Research el 6 de febrero su “Guía directiva rápida para el diagnóstico y tratamiento de la neumonía por COVID-19”.
Contrario a la propaganda del gobierno de Cuba, que alaba continuamente los “excelentes resultados” del uso del Interferón en China durante la pandemia, en el artículo de científicos chinos indican explícitamente: “Tratamientos anti-virales: no hay evidencia de Ensayos Aleatorios Controlados para apoyar el tratamiento farmacológico específico contra el nuevo coronavirus en casos sospechosos o confirmados”.
A la posibilidad de probar el interferón alfa le otorgan una baja recomendación, con bajo nivel de evidencia, pues no existe certeza en el estimado de los beneficios y riesgos.
Efectos secundarios
El Dr. Edward Mena, hepatólogo nicaragüense que desarrolla su trabajo en Estados Unidos, dijo hace una semana que “el Interferón cubano es una falsa esperanza” ante el coronavirus.
Además de que la variante cubana del interferón no cura el coronavirus, “los efectos secundarios son como que estás en terapia química. Los pacientes tienen nauseas, vómito, dolor de cuerpo, anemia; se le bajan las plaquetas, los glóbulos blancos… es un tratamiento bien fuerte y difícil. Los efectos secundarios son muchos”.
También existe una peligrosa consecuencia: la utilización desmedida de medicamentos de Interferones con la esperanza de detener la COVID-19, limita la disponibilidad de esos fármacos para usar en otras enfermedades para los que sí está comprobada científicamente su efectividad.
Irresponsabilidad científica
En la revista de la American Medical Association, JAMA, apareció el 24 de marzo, el informe del Dr. Andre C. Kalil, “Tratando el Covid19 - Uso de fármacos no probados o “sin etiquetar”; uso compasivo y ensayos clínicos aleatorios durante las pandemias”.
Este informe explica que “la administración de cualquier medicamento no probado como un último recurso supone erróneamente que el beneficio será probablemente mayor que el daño. Sin embargo, cuando se suministra a los pacientes graves por una enfermedad nueva como COVID-19 un fármaco sin efecto clínico conocido, no existe una manera de saber si los pacientes tuvieron un beneficio o resultaron dañados, si no fueron comparados con otro grupo control. Una interpretación común es que, si el paciente fallece, se debió a la enfermedad; pero si el paciente sobrevive, se debió al medicamento administrado. Esto no es verdadero”.
La American Thoracic Society publicó el 3 de abril el informe “COVID‐19: Guía interina de tratamiento en espera de evidencia empírica”, donde los interferones ni siquiera son mencionados, ni contemplados.
No obstante, en Cuba se utilizan los interferones y otros compuestos como el Factor de Transferencia -extracto de leucocitos usados previamente en la producción de interferón alfa- y la Biomodulina T -3mg de fracción de timo utilizados sobre todo en infecciones en ancianos y pacientes con disfunción de la inmunidad celular.
Según el informe de Prisioners Defenders, el propio Formulario Nacional de Medicamentos de Cuba reconoce la carencia de suficientes datos para esa indicación. Sin embargo, fuentes médicas consultadas por la organización refieren que “han sido testigos de su uso en los ancianos ingresados con neumonías graves, comunitarias y hospitalarias” y han dado fe a Prisoners Defenders de la nula reducción de la mortalidad. Tampoco se conoce la existencia de los correspondientes ensayos clínicos que justifiquen su utilización.
Prisioners Defenders aduce que, si no existen protocolos científicos mínimamente serios, con un grupo control de pacientes que no reciben este medicamento para comparar la evolución con los que sí lo reciben, e incluso otros grupos de control placebo, “los resultados son más que cuestionables y no son ni mínimamente serios”.
Por si fuera poco, el Dr. Francisco Durán, jefe nacional de epidemiología en Cuba, anunció la utilización del homeopático PrevengHo-Vir que, hipotéticamente, aunque no evitaría la infección si “nos haría más resistentes”. Lo avalado por la autoridad sanitaria de la isla no tiene respaldo científico ni ensayos clínicos.
“Cuba debería recibir una amonestación formal de las autoridades de la Organización Mundial de la Salud por publicitar un bulo mediático sobre el que no existen pruebas, sino todo lo contrario, y cuyas consecuencias pueden ser nocivas para la vida de miles de pacientes en el mundo entero”, concluye el informe de Prisioners Defenders.