Según Jose Martí, el humor es un látigo con cascabeles en la punta. Con Alex Otaola el látigo es de piel de mamut, y los cascabeles están repletos de dinamita. Tiene en Jaque Mate al gobierno cubano. La mafia de los castrados quiere aplicarle la ley de Omertá
Sus detractores dicen que es un Fidel Castro con anemia en temporada gay, un mercenario, una pájara loca, que cuando se muera hay que enterrarlo con dos cajas; una para él y otra para su lengua, que divide a los cubanos y destruye a los artistas. Lo ataca el mundo de la cultura y el mundo de la política. El primero no soporta que les haya tumbado el negocio, el segundo, que haya cambiado las reglas de hacer oposición. Lo cierto es que ni unos, ni otros se quedan indiferentes.
Todos le temen porque no es de los que grita: ¡Mi marido me está dando! ¡Mi marido me está dando! Es de los que dan la cara y saca pecho. Ni siquiera tira un golpe. En caso de una agresión como la del “teniente” Yomil, se mantiene sereno. Una galleta la aguanta cualquiera. Mientras no le toquen la lengua, todo bien. Si Jennifer López y Kim Kardashian aseguraron sus traseros, Otaola debería asegurar su lengua. Es la alfombra roja, por donde caminan asustados los personajes públicos, como si la campanilla fuera una guillotina. ¡Cuántas cabezas tendrá amontonadas en la barriga!
Alex es un huracán. Muchos lo siguen por su fuerza. Una energía que arrolla a paso de conga. Pero me atrevo a asegurar que la mayoría no lo comprende. Se quedan en la superficie. Creen que el Rey del Chisme es solo farándula. Por eso, los políticos tradicionales y los intelectuales de vanguardia lo miran con recelo. Les molesta que mezcle la “sagrada causa cubana” con bretes de solar, drogas, escándalos sexuales, peleas entre artistas. Esas bajas pasiones que seducen a los plebeyos.
Ahí se ve que dichos entendidos llevan en la sangre el germen de la propaganda comunista. Se la pasan criticando la manipulación que el régimen hace de la historia. “¡Oh, no!- gritan a todo pulmón-¡En las escuelas de Fidel Castro le quitan a los héroes su humanidad! ¡Los héroes son de carne y hueso! ¡Se equivocan! ¡Cometen errores!”Sin embargo, luego desaprueban a Alex, por usar las pequeñas miserias de la vida cotidiana, como punto de enganche para que sus paisanos se preocupen por la libertad. Estos eruditos no solo están adoctrinados, tampoco conocen el alma de los cubanos.
Otaola ha sabido medir el pulso de su pueblo. Es un influencer digno de estudio. No inventó la cubanía. Esta, al igual que el dinosaurio de Monterroso, estaba ahí con sus luces y sombras. Lo que hizo fue insertarla en los códigos de la era digital.
Quién diga que no, que busque en la historia verdadera. Desde siempre han existido los conflictos entre cubanos. Céspedes y Agramonte tenían grandes diferencias. Maceo y Flor Crombet se retaron a duelo. El mismo Martí, en una carta polémica, escrita el 20 de octubre de 1884, le dijo al General Gómez que no compartía sus métodos dictatoriales. Que algún reguetonero lleve un policía escondido en el alma o trabaje para la Seguridad del Estado, ya se ha visto antes.
Si quieres escándalos sexuales, investiga quien fue La Macorina, la primera mujer que manejó un automóvil en La Habana, amiga del presidente Jose Miguel Gómez y prostituta de lujo para la aristocracia de la época. Si eres más intenso, y quieres una película de Hollywood, con lenguaje de adultos, violencia y pornografía, busca la historia de Alberto. No el militar que salió de procesión, sino Alberto Yarini. Un blanquito incomodo que mancilló el honorable apellido Ponce de León, al convertirse en el rey del bajo mundo.
San Isidro fue su territorio. Ahí tenía una legión de putas que trabajaban para él. Ayudaba a los pobres y despertaba temor hasta en los guapos más duros. Una vez le fracturó la nariz a trompones al mismísimo “Encargado de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos”. El gringo le había faltado el respeto a un veterano negro de la contienda mambisa, que además era masón y abakuá. Al final, Yarini murió en una balacera cruzada con Luis Letot y su pandilla de chulos franceses. La causa fue un lío de faldas. Su muerte, según la prensa de la época, se abordó como una desgracia nacional. El pueblo lo adoraba. A su entierro fueron más de diez mil personas.
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Entre chisme y chisme, no vamos a extendernos en el Fidel adolescente, escribiéndole una carta al presidente norteamericano Franklin Roosevelt, donde le pide un billete de diez dólares. En ella, no solo miente sobre su edad, le ofrece además, a cambio de los diez dólares, la ubicación de las mejores minas de hierro del país para que construya barcos.
La música también ha acompañado a los cubanos desde siempre. Jose Maceo iba al combate con una banda musical, animando las cargas al machete. La conga “La Chambelona” apareció en medio de grandes confrontaciones políticas durante la era republicana. Ofendía incluso a la primera dama, esposa del entonces presidente Menocal. Por ahí andan las anécdotas de los ataques de ira y las palabrotas de Rita Montaner. ¿Y qué me dicen de Benny Moré? Con el hígado seco por el aguardiente y los pulmones llenos de marihuana.
Cuba tuvo un Robin Hood criollo, llamado Manuel García Ponce. A este igual le decían el rey, pero de los campos cubanos. Tuvimos un Tarzán, Ángel de la Torre, que vivió en el bosque de la Habana. ¡Hasta se lanzó de clavado desde el puente Almendares, imitando a Johnny Weissmüller! Otro personaje célebre fue Superman, un actor erótico que trabajaba en el Shanghai Club de la Habana. Su show consistía en penetrar a una mujer encadenada a un poste, con su gigantesco pene de 30 centímetros.
Llegado a este punto, se entiende mejor la estrategia de Otaola. Hay que reconocer que tiene un olfato especial para involucrarnos, a través de la picardía que nos caracteriza. El ajiaco que somos, como diría Fernando Ortiz. Si no estás convencido, te voy a dar un último ejemplo.
Jose Martí, ese gigante al que llamamos héroe nacional, apóstol, maestro, también tuvo una vida llena de pasajes extraños. Una leyenda le atribuye el poema “La Cagantina”. Se supone que lo escribió mientras estaba exiliado en España. ¿Verdad o mentira? No lo sabemos. Pero parece el texto de una canción de Chocolate. He aquí un spoiler…“Yo me cago hasta en el Papa / y por cagarme en conjunto /me cago hasta en el punto /que ocupa España en el mapa”. De lo que sí estoy seguro, es que le hizo una Oda al cannabis. El poema se llama “Haschisch”. En él, se declara admirador de la planta: “¡Oh beso de mujer, llama a mi puerta!/ ¡Haschisch de mi dolor ven a mi boca!”.
Su vida amorosa no se escapa del mito. Posee los condimentos de un Casanova ligero de portañuela. En Zaragoza, tuvo un romance con Blanca de Montalvo. Romance inolvidable. Años después, el hijo de esta dama con el médico Manuel Simeón Pastor y Pellicer, se llamó José. Desde Madrid, firmadas por una misteriosa M, le llegaron a Pepe cartas llenas de fuego. La mujer en cuestión sigue siendo un acertijo. En México, se enamoró platónicamente de Rosario de la Peña, pero a quien logró conquistar fue a Eloísa Agüero. También está la historia de María García Granados, la niña de Guatemala, que se suicidó luego de que el poeta contrajera matrimonio con Carmen Zayas Bazán. Ya nadie duda que es el padre de María Mantilla. Este quizás sea el dedo en la llaga, porque sería fruto del adulterio. ¡Y con la esposa de un amigo que le dio refugio! Otra Carmen, pero de apellido Miyares.
Como ven, los cubanos disfrutamos las historias picantes y la jarana. Forman parte de la memoria colectiva. Siempre hemos sido curiosos. Mas cuando se trata de personajes públicos como los anteriores. Lo saben todos los líderes que han mirado a la isla con perspectivas de futuro. Esto puede encaminarse de manera positiva o negativa.
Está el caso de Fidel, que implantó una especie de Facebook off-line, para poner el chisme al servicio de la represión. Me refiero a los CDR. Todos conectados, todos husmeando en la vida de los demas, y en la calle, como en las fotos, esconde tu verdad y saca tu mejor sonrisa. Pero también está el caso de Otaola, que ha logrado convertir un programa de farándula, en el azote de la dictadura. No se trata de estar de acuerdo con él al cien por ciento, sino de comprender lo certero de su estrategia. ¡Cada vez son más los cubanos que abren los ojos!
El día de la libertad, Alex no entrará a la Habana sobre un tanque de guerra cheo, lleno de fango. Lo hará en una caravana de carrozas, manejadas por sus camioneros, que irán tocándole el pito, rodeado de la música y la alegría de su pueblo. Ahí gritará: ¡Ahora si tenemos patria! ¡Hay que joderse!
*Este es un artículo de opinión. Los criterios que contiene son responsabilidad exclusiva de su autor, y no representan necesariamente la opinión editorial de ADN CUBA.