Luis Manuel Otero Alcántara hoy está preso, esperando juicio y sus captores saben que no tienen argumentos para trancarlo. Durante tres años ha sido amenazado, violentado, secuestrado e interrogado casi 30 veces sin una orden judicial ¡qué asco de país!
Pero el Luisma tiene un valor agregado que jode a la dictadura. El hombre es artista, autodidacta por demás, de los que no se andan por las ramas y dice lo que siente de la única manera que sabe hacerlo: poniéndole a la gente humilde el arte desde sus formas más simples, visto desde la cotidianidad más genuina. Como poner a un niño recién nacido en la acera y que todos intervengan en su ayuda y cuidado.
Sus performances han sido icónicos. De igual manera, es el creador de algunos de los sucesos más importantes dentro de la cultura cubana independiente de los últimos años. El Museo de la Disidencia en Cuba, domicilio del artista y cuartel general que aglutina en cada una de sus presentaciones,al pensamiento más crítico de artistas jóvenes, que no tienen otra plataforma de difusión de su obra que esa. El Movimiento San Isidro, que lleva el nombre del barrio de la Habana Vieja donde vive y que, apoyado por otros artistas independientes, amigos y vecinos de la comunidad, se inserta y colabora con cada uno de los proyectos llevados a cabo por personas que como él, hacen ver, desde la óptica del arte, el cambio necesario y urgente para Cuba.
Todo esto me lleva a poner a Luis Manuel Otero en una balanza, sin salvar ningún tipo de distancias, con un artista foráneo. No se conocen entre ellos. No se han visto. Quizás el de allá no sepa de la obra del de aquí, pero a ambos los ampara su compromiso con la libertad absoluta, esa que según ha declarado el Luisma es un vicio para él.
¿Quién puede negar que Luis Manuel y Bad Bunny tengan más en común que Martí y las décadas de totalitarismo que hemos padecido? Cada uno tiene bien contados sus detractores, ínfimos, si los comparamos con la diaria aceptación popular que ocasionan sus embestidas contra el sistema que ahoga a nuestros pueblos.
Otero es tal vez más conocido por su activismo y sus constantes detenciones que por su obra, la que ha recorrido incluso calles de Europa. "El conejo malo" sin embargo, desde que se dio a conocer se ha convertido en todo un ícono de su generación, como lo fue Bob Dylan en los sesenta. Es querido y odiado por sus letras grotescas, con claras alusiones a la sociedad de consumo, pero tan pragmáticas como el cantío de un gallo a las seis de la mañana. La irreverencia de ambos, ya incuestionable, propone la interacción de dos realidades tan cercanas en lo cultural y tan diametralmente opuestas en lo social, político y económico.
Bad Bunny se planta junto a otros músicos en la calle, le cantan al caserío y el Pueltorro celebra la dimisión de su gobernador.
Luis Manuel quiere realizar una meditación pública en el parque de 23 y G para pedir por la liberación de dos artistas y es detenido varias horas por la Seguridad del Estado.
Bad Bunny se une a la campaña humanitaria para salvarle la vida a un niño dominicano que necesita con urgencia un trasplante de corazón y dona 100 mil dólares.
Luis Manuel, camino a ver a su hijo el día de su cumpleaños más reciente es arrestado. ¡Qué horror para el régimen que el hijo del artista celebre su vida el día internacional de los Derechos Humanos!
Bad Bunny, pocas horas después de la muerte de Kobe Bryamt, ex estrella NBA, le rinde homenaje con su tema "6 Rings" y rompe records.
Luis Manuel, con un estado gripal encima, es arrestado por decimoséptima vez. Salía de su casa a buscar comida.
Bad Bunny aprovecha su presentación en un programa televisivo y le da al mundo una lección abrumadora al exhibir una camiseta que decía: "Mataron a Alexa, no a un hombre con falda". Alexa era una mujer transgénero asesinada en Puerto Rico.
Luis Manuel, en menos de 10 días, es detenido en más de una ocasión por su iniciativa de llevar puesto un casco de constructor, como reclamo al régimen por la muerte de tres menores de edad a consecuencia de la caída de un balcón. "Los Niños nacieron para ser felices, no para morir en derrumbes".
Tanto Bad como el Luisma, cada uno con sus propias batallas y maneras tan originales, han polarizado las dos islas mentándole al gobierno todos los atropellos y mentiras con los que tiene sojuzgada a una sociedad que ya se cansó de creer. Afilemos los cuchillos del alma y cerremos filas. Luisma, aquí tienes mi mano.
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