Por crisis, régimen cubano impulsa producción alimenticia con leña y sin electricidad

La idea del régimen está pensada para tiempo de guerra o períodos de desastres naturales, usando el mínimo de recursos importados que, se sabe, tanta falta hacen en la isla
Por crisis, régimen cubano impulsa producción alimenticia con leña y sin electricidad
 

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Las penurias económicas por las que atraviesa Cuba, de larga data, ha llevado al régimen a diseñar iniciativas productivas que intentan ahorrar casi todo: electricidad, combustible y hasta materias primas tan básicas como la harina, según un reportaje del diario oficialista Juventud Rebelde.

Un ejemplo de lo anterior es un programa iniciado desde marzo en Santiago de Cuba, en el extremo sureste de la isla.

Y el objetivo es “poner otra vez de moda las sabrosas recetas de las abuelas, reproduciendo a gran escala sus prácticas artesanales, con un mínimo de electricidad y cero combustible diésel”, explica la publicación.

El reportaje reconoce, sin embargo, que la idea está pensada “para tiempo de guerra o períodos de desastres naturales”, usando el mínimo de recursos importados que, se sabe, tanta falta hacen en la isla.

La iniciativa, señala Juventud Rebelde, cobró vida experimentalmente desde marzo del pasado año en áreas de la Fábrica de Barquillos de Helados, ubicada en la avenida Patria, y ya hoy alcanza a todos los municipios y aspira a materializarse en los consejos populares.

El esfuerzo ha sido visualizado “como la mejor manera de que cada cual produzca allí los alimentos que necesita con un mínimo de recursos importados”.

Se trata, añade la publicación, de una alternativa promovida e impulsada por Lázaro Expósito Canto, primer secretario del Partido en la provincia, para ampliar y diversificar la oferta de alimentos a la población.

 

 

El reportaje destaca el papel de los jóvenes José Ruberlandis Vázquez Enrys, Sayonara Destrade Castillo e Indira Jardines, como ejemplos de tenacidad de producir ante tanta adversidad.

Ellos trabajan “allí en el Polígono Provincial Barquillo —como popularmente se le conoce—, de referencia nacional, y donde con el concurso de industrias del territorio se acondicionaron áreas para la elaboración de una veintena de surtidos, que hoy, tras una remodelación y ampliación, aspiran a superar los 80 productos, agrega el informe.

Lo que ahí producen son: galletas de sal de varios tipos y galletas ciento por ciento de arroz y yuca, caramelos de diversas formas y sabores, mayonesa casera, queques y panqueques, casabe y frituras de yuca, turrones de maní y coco, pru, vinagre, vino dulce y seco, licores, helados de fruta y durofríos, casabe, raspaduras, pasta cubana, refresco instantáneo, panes y dulces con extensores de harina de vianda.

Con solo 19 años, Ruberlandis es el operario de la “única máquina para la producción de galletas ciento por ciento de arroz que en el país entrega sus producciones a la población”.

La máquina “fue donada a la provincia por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y ese es el mejor incentivo para este joven, que cada día se consagra a conocer sus secretos y cuidarla como la niña de sus ojos”, explica el artículo.

 

 

Ruberlandis produce seis kilos de galletas (42 paquetes) con el aparato donado por Castro. Según las fotografías que acompañan al reportaje, la máquina tiene la forma de un pequeño molino, con un par de controles muy básicos.

Juventud Rebelde cita también a las muchachas, Sayonara e Indira, quienes “han incorporado a su lenguaje la defensa orgullosa del empleo del combustible natural: carbón, leña, bagazo de caña, cascarones de coco… para encaminar desde el ahorro las delicias del área en que laboran, la de caramelos y sus derivados: turrón, coquipiña, tabletas de coco con maní”.

“No porque sean artesanales estos caramelos tienen menos calidad; usted puede probarlos y verá que este es un producto bien elaborado", enfatiza Sayonara, de 26 años.

El reportaje cita datos de la EPIA, según los cuales por cada tonelada de pan fabricada en Santiago de Cuba con extensores de yuca, boniato, calabaza y otras viandas, “el país se ahorra la importación de 240 kilogramos de harina de trigo”.

Y “por cada tonelada de pan que se hornea con leña se ahorran 305 kilowatts” de electricidad, añade el reporte.

El reportaje no menciona los daños a la salud que genera el humo producido por la leña.

La OPS ha advertido ya de las varias enfermedades causadas por la contaminación ambiental, en la que se incluye cocinar con cocinas de leña.

La OPS señaló en un informe de 2012 que Haití, Guatemala, Honduras, Paraguay y Nicaragua tienen más del 50% de su población dependiente del uso de combustibles sucios como su principal fuente de energía, y en Guatemala, el 30% de los habitantes urbanos aún cocinan con fuego de leña, mientras el 76,5% de las zonas urbanas de Haití continúa cocinando con carbón vegetal.