Cada vez entiendo menos la manera de llevar (institucionalmente) el fútbol por estos días. Tal parece que los dueños, magnates, presidentes y jeques van por un lado y los entrenadores por otro.
Cuando ves en las portadas -a todo color- las exclusivas (falsas) de los fichajes más deseados por los gigantes europeos, te viene a la cabeza irremediablemente si le habrán consultado al director del equipo.
Cuando ves que las necesidades reales de una plantilla y notas que los fichajes van encaminados a la prensa y a la alfombra roja, lejos de cubrir los baches del conjunto, ya das por sentado que, hoy por hoy, los del banquillo son mero jarrón con flores en cuestión de negocio y mercadeo.
Ejemplos hay muchos, pasa en todos los clubes poderosos del Viejo Continente. Es una enfermedad de moda que afecta a los dirigentes que se llama "toma e inventa" que les da por ir de compras y luego exigir que sus caprichitos se coloquen en la vitrina con la obligación de que luzcan bien.
Vimos durante el verano clarísimas dicotomías presidente-entrenador que muestran que el "toma e inventa" más que un síndrome o una enfermedad es una pandemia.
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Bartomeu enfrascado en Neymar, empeñando medio Camp Nou y Valverde rompiéndose la cabeza para colocar a Neymar con Griezmann, Suárez y Messi. Zidane poniendo a Pogba a los cuatro vientos y el Floro en la guerrita por el brasileño y rechazando las salidas de los descartes que el estratega francés tuvo que declarar en público un par de veces.
Pero finalmente el Óscar al mejor presidente se lo lleva este verano Nasser Al-Khelaïfi, que en su último día de compras se trajo a Mauro Icardi y le entregó la bolsita de la discordia a Thomas Tuchel.
Ahora cuénteme usted ¿cómo se ponen en un terreno de juego a Mauro, Cavani, Mbappe y a Neymar y que los juegos no terminen 6-5? ¿quién defiende ahí? ¿cree el señor Jeque que Neymar y Mbappe (delanteros exteriores) están por la labor de defender en un presumible 4-2-4?
No quiero estar en la cabeza del entrenador alemán cuando tenga disponible a esos 4 artilleros y tenga que despejar la retaguardia para ubicarlos en formación.
En fin, el título prometía una canción de Ricardo Arjona y me despido cantando el estribillo: "el problema no es comprarlos, el problema es ubicarlos".