María Nazaria Fuentes reside en Baracoa, en la oriental provincia de Guantánamo. Ella es una mujer enferma y denuncia las difíciles condiciones en las que vive, sin que el Estado ayude a resolver su situación.
Cuando llueve, su casa se moja completamente, se inunda, y los equipos electrodomésticos se dañan, pues todo queda cubierto de aguas albañales.
Hay meses, como ocurrió en enero, que el agua entra dos veces. “Tengo la cama encaramada en bloques. Ha faltado solo una pulgada para que suba a la meseta con el fogón. Ese refrigerador nunca ha tocado el piso”, dice a ADN Cuba.
Fuentes denuncia que es “una persona enferma” que se ve obligada a sobrevivir en las precarias condiciones.
Explica que, entre otros padecimientos, está operada de un seno, del intestino, tiene “una glándula crónica cefálica”. También su hijo presenta enfermedades de manera recurrente, por sus defensas bajas: le dio la varicela y en la cuarentena de la varicela contrajo paperas, y luego hepatitis.
“Llegó un punto que la doctora me dijo: 'vamos a esperar qué llega ahora'”, lamentó. Al año, se contagió del dengue clásico, producto de una lluvia.
María Nazaria Fuentes afirma que no recibe ayuda del Estado. Un Delegado de Circunscripción la visitó, pero “vieron mi situación él y otro compañero y me dijeron: 'estamos en proceso, estamos en proceso, estamos en proceso…' Pero hasta ahora no he visto ninguna solución”.
Mientras tanto, Fuentes vive vigilando la lluvia y la irrupción de las aguas. A veces, ni la altura de la mesa donde tiene el refrigerador es suficiente. “Debo sacarlo [cuando hay inundaciones] para la casa del vecino que es la más alta”.
“Se me rompió la lavadora, el televisor… Aquí se moja todo. He perdido sillas, colchones, se me ha roto la mayoría de las cosas que he tenido”, lamenta.
Tampoco tiene baño sanitario. Antes hacia sus necesidades en una letrina, pero el huracán Matthew la derrumbó. “Preparé para hacer mis necesidades en un terreno casi al pie de la zanja, que cuando esto se inunda es todo aguas albañales”.
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Ella solicitó un terreno para hacer al menos su baño, pues está cansada de esperar ayudas mayores. “Deberían darme un apartamento, porque si bien pago este rancho podría pagar un apartamento”.
Explica que es “arrendataria permanente”. Hizo una permuta legal, las dos viviendas tenían sus propiedades, pero cuando comenzó a hacer el traspaso de propiedad en 2005 lo engavetaron y se perdió en el laberinto de la burocracia comunista. En el 2012, cuando salieron los papeles, aparecía como arrendataria permanente.
“Mi situación económica es con una chequera que según cobro se la tengo que dar al Estado. La chequera de comer, vestir y calzar. Soy arrendataria, pero tampoco me dan ningún recurso para la vivienda, yo soy la que le da mantenimiento, porque no me gusta vivir como los puercos”.
“Llevo 18 años de vivir aquí y esta situación me pone tan mal de los nervios, que a veces me he tirado en el sofá mientras el agua me deja. Soy nerviosa, cardiaca por presión alta, tengo de todo un poco... Solo uno sabe lo que pasa”, concluye María Nazaria Fuentes.