María Colunga, periodista y esposa de Yoe Suárez, fue interrogada este lunes por la Seguridad del Estado cubana en el Departamento de la Policía de Inmigración, en Nuevo Vedado, La Habana.
Según denunció en sus redes sociales, recibió la citación oficial este 1 de marzo a las 10:30 a.m, para presentarse a las 2 p.m en una institución que quedaba a nueve kilómetros de su vivienda.
Otra irregularidad del documento era la fecha que tenía: 29 de marzo, sin embargo el oficial que le entregó el papel le comunicó que debía presentarse hoy.
De acuerdo con la comunicadora, el interrogatorio duró aproximadamente 30 minutos, con dos agentes de la Seguridad de Estado, que mayormente le preguntaron por su actual empleo en la institución religiosa Cáritas y por el trabajo de su esposo, el periodista y escritor, Yoe Suárez.
"Se interesaron entonces por mi empleo actual, mi puesto como comunicadora en una institución de ayuda humanitaria de la iglesia católica; quisieron saber cómo había llegado allí y cómo me sentía en ese lugar. Les conté que llegué allí en enero de 2017, por la recomendación de una de persona que trabaja en esa oficina, luego de que en la Editora Abril me cerraran las puertas de entrada al Caimán Barbudo (lugar donde llevaba casi un año colaborando) producto de un texto que publiqué en mi blog a raíz de la muerte de Fidel. Les expliqué que me siento muy bien en mi centro de trabajo y que disfruto mucho la labor que hago allí. Entonces me preguntaron si no creía que la labor que de mi esposo como periodista independiente podría afectar mi empleo o la institución que me contrata. Esta pregunta-idea emergió un par de veces más en el interrogatorio, como una mosquita impertinente", explicó Colunga en Facebook.
También le hicieron cuestionamientos de su vida personal como por qué se fue de Camagüey, si tenía familia propia en La Habana además de la de Suárez, e incluso el estado de salud de su madre. A esto último declinó responder.
"En más de una ocasión les dejé perfectamente claro que admiro mucho a Yoe como profesional y que de ninguna manera interferiría en su trabajo, a no ser para apoyarlo (...) Agradezco también a quienes puedan compartir y visibilizar mi mensaje; luego de casi un mes aislada en casa, saliendo apenas una vez a la semana para hacer alguna compra, esperaría que una situación como esta no se volviera recurrente en mi vida (sobre todo por los peligros sanitarios que implica) y la presión de una denuncia pública pudiera ayudar. Igual, si esto es el precio de ser la esposa de mi esposo y de que él siga ejerciendo su profesión acorde a sus principios, supongo que nos seguiremos viendo las caras en oficinitas climatizadas por ahí", concluyó la periodista.