Durante décadas de dictadura y precariedad cotidiana, las expectativas de la mayoría de los cubanos han sido rebajadas hasta conformarse con lo básico.
Las aspiraciones de mucha gente en la isla es encontrar lo mínimo para comer con decencia –cosa más difícil de hace unos meses hacia acá–, y no aparecen el horizonte, por ejemplo, prosperar en algún negocio propio (cómo hacerlo, si cuando quieran las autoridades lo desmantelan o roban) y mucho menos exigir libertades políticas y derechos humanos esenciales.
“¡Es increíble la cantidad de personas que dicen que con la subida de salario en Cuba se podrá comer! Yo me pregunto: ¿y acaso el cubano no tiene derecho a más nada?”
Lo anterior lo compartió en Facebook la cubana Lyennis Merino, natural de la provincia de Las Tunas y residente en México. Ella, como millones de compatriotas, conoció en el extranjero el enorme contraste entre el acceso a bienes y lo permitido dentro y fuera de las fronteras de la isla pobrísima regentada por “comunistas”.
“¿[El cubano] no tiene derecho a soñar con tener una casa bonita, ropa y zapatos buenos, aire acondicionado, un carro, un salario justo y decente? ¿Unas vacaciones en hoteles?”, cuestiona lo escrito, y más.
“¿Acaso solo existimos para hacer colas, gritar (soy Fidel) y conformarse con tener un pedazo de pollo y arroz con frijoles?”
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Lo compartido por la cubana continúa denunciado que a la población bajo el castrismo se le va la vida “en la batalla diaria de encontrar shampoo, desodorante, perfume, como si todo eso fuera un lujo de ricos y no es más que algo tan básico que en cualquier país del mundo lo encuentras en cualquier esquina sin colas ni matazón”.
“¿Por qué en Cuba es ilegal salir de la pobreza? ¿Por qué es ilegal protestar contra quienes engañan constantemente al pueblo y les piden sacrificios, pero ellos, sus hijos y sus nietos viven como reyes, sin aportar nada a la sociedad?”
Las preguntas, claro está, son retóricas. La respuesta a todo eso flota en el aire: porque vivimos –los de adentro e incluso los exiliados que dejaron atrás familiares en la isla cárcel– bajo una dictadura que empoderó a una clase de dirigentes arribistas, quienes con el relato del “socialismo” mantienen un capitalismo monopólico de Estado que solo beneficia a una casta.
“¡Una Cuba próspera y feliz es posible!”, comparte la joven Lyennis Merino, quien suscribe que para lograrla “solo tienes que creerlo y visualizarlo”.
“¡Saludos y viva cuba libre!”, concluyó su post.