Se dice que la famosa heladería Coppelia de La Habana es una “maravilla” de arquitectura contemporánea, y desde este 1ero de enero, para acceder a lo que allí se vende, habrá que pagar como si se estuviera en el Louvre de París. Al menos así lo sienten los cubanos, quienes vieron que de la noche a la mañana se dispararon por el cielo los precios, como si en vez del cremoso dulce, vendieran nubes del paraíso.
En ese espacio del corazón de La Rampa, en el Vedado, desde el 1966 y gracias al populismo de Fidel Castro y algunos de sus fieles servidores –quienes con helado y circo querían compensar su desmadre–, los cubanos tienen una especie de fetiche al que vuelven a cada tanto, como si lo que dispensaran fuese Häagen-Dazs o cuando menos Nestlé, y no la huecas bolas de Coppelia. Para apaciguar el calor, o hacer un paseo que incluyera algún comestible más o menos barato, la visita a la tan venida a menos “catedral del helado” no podía faltar, aunque hubiese que soportar el maltrato de los dependientes del establecimiento estatal.
Pero desde este 2021, lo que un día fue no será, y el helado “socialista” pasó a costar siete pesos por bola, y 35 una ensalada, para desgracia de los pobres cubanos que han visto recortada otra posibilidad de esparcimiento.
José Real Alcántara, un habanero que pretendió celebrar con su aumento de salario el onomástico de uno de sus hijos, lamentó: “Al terminar, como estábamos cerca de Coppelia fuimos a tomar unos helados para cerrar el cumpleaños. Pedimos una ensalada y un jimagua para cada uno. Subieron también a 14 pesos y las ensaladas de 7.50 pesos a 35. Gastamos un total de 205 pesos en helados”.
Y no solo en la de La Habana, en sus homólogas de provincia también. El usuario de Facebook Zekie Fuentes comentó: “Heladerías de Santiago de Cuba vacías tras los nuevos precios del helado. Trabajadores conversando y sin ninguna ocupación, sin embargo suben el precio para pagarles los nuevos salarios”.
“No se permitirán precios abusivos… ¿y esto qué es?”, cuestionó Félix Santiago, aludiendo al argumento que utiliza el régimen para desmantelar negocios privados, pero que no aplica a sus empresas.
Ante todo esto, también están quienes aprovechan para burlarse de los precios del régimen, y de sí mismos que a fin de cuentas son quienes no tomarán helado. Las tinas para saciar el apetito de los panzones Díaz-Canel, Marrero y Murillo, están aseguradas.
Los memes llueven sobre Coppelia, más que los clientes. Gracias a los chistes gráficos, algunos de los cuales compartimos a continuación, se ha visto a la reina Isabel pidiendo una ensalada porque solo ella puede costearla, o a Will Smith un durofrío. Marco Antonio Solís se pregunta con su balada: “¿a dónde vamos a parar?” con los precios en Cuba. Y podríamos prever que, de ser por el Partido Comunista, llegaremos al infinito y más allá de la miseria y el irrespeto al pueblo.