La dictadura cubana cometió el crimen de inocularle el virus VIH, que provoca el sida, al Dr. en Ciencias Biológicas Ariel Ruiz Urquiola. Actos así son posibles por la naturaleza criminal del régimen.
Ariel les ganó la batalla por su libertad en 2018 mediante una huelga de hambre y de sed en prisión, victoria intolerable para la dictadura. La policía política cubana tiene distintos métodos para doblegar a quienes intentan ejercer la ciudadanía al defender sus derechos, y está acostumbrada a tener éxito en su represión. Pero Ariel es irreductible.
El científico y agricultor cubano está dispuesto a morir y lo ha demostrado ya en dos huelgas de hambre y sed: del 3 al 6 de noviembre de 2016 exigiendo un medicamento contra el cáncer de mama para su hermana y el resto de las pacientes cubanas; y otra del 17 de junio al 2 de julio de 2018, demandando su propia liberación.
Los animales muertos y los cultivos destruidos en su finca en Viñales, Pinar del Río, son sabotajes ejecutados por colaboradores de la policía política como forma de castigo ya no solamente contra Ariel, sino contra su proyecto agroecológico. También contra su familia y amigos, entre ellos yo que fui “regulado” en septiembre de 2018.
¿Cuáles son los “supuestos delitos” de Ariel Ruiz Urquiola? Negarse, como estudiante de la Universidad de La Habana, a firmar un documento en apoyo al fusilamiento de tres jóvenes que intentaron huir del país en una embarcación estatal el 2 de abril del 2003.
Además, investigó y exigió al Ministerio de Salud Pública (Minsap) el tratamiento correcto para su hermana Omara Isabel Ruiz Urquiola diagnosticada con un cáncer de mama (RE-,RP-, HER2+++) en 2005. También denunció al estado cubano por la pesca indiscriminada de tortugas marinas en el Congreso Internacional sobre ese tema celebrado en México (2008); y luego luchó por sus derechos como trabajador contra el acoso laboral que sufrió en el Centro de Investigaciones Marinas.
Entre los grandes logros de Ariel, sin duda, el principal es que su hermana no haya muerto y tenga calidad de vida a pesar de los obstáculos del Minsap a manos, entre otros, del vicedirector del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR), Erasmo Pablo Gómez Cabrera.
Ariel obligó al Minsap a comprar por primera vez el anticuerpo monoclonal Pertuzumab, usado contra el cáncer de mama, en septiembre de 2015 para su hermana y otras pacientes con el mismo tipo afección. En otro ámbito, este científico logró que Cuba detuviera la pesca indiscriminada de tortugas marinas del área del Mar Caribe. Esta acción de Ariel protegió ecosistemas más allá del cubano: el 75 % de estos reptiles capturados aquí no habían nacido en playas cubanas, sino en Puerto Campeche (México) y en Isla Mona (Puerto Rico).
El 11 de mayo del 2019, Ariel –homosexual orgulloso de su orientación sexual– participó en la marcha independiente por los derechos de la comunidad LGBTIQ. En este feliz y triste evento, intentó proteger a Yasmany Pérez Llorente, otro participante en dicha manifestación pacífica, por lo que fue detenido por agentes de la policía política.
Ariel es capaz de sacrificar su vida para defender sus derechos y libertades, que son comunes a todos los cubanos. Lo digo lleno de orgullo y miedo, porque soy su amigo y temo su muerte cuando lleva a cabo una huelga de hambre. Este comportamiento atípico lo hace indoblegable y constituye un problema sin solución para los represores políticos.
En otras palabras: este héroe cubano ha obligado al Estado a cumplir con varios deberes y utilizar el dinero público en beneficio del pueblo. También le ha ganado varias batallas a la policía política del régimen.
Todos le debemos mucho a Ariel Ruiz Urquiola, e incluyo entre los deudores al Estado y sus represores. Las acciones de Ariel han ayudado a que Cuba tenga un mejor sistema de salud y un medio ambiente más protegido, también para beneficio de sus perseguidores.
Si Ariel logra, como quiere, hablar frente al Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en su persona, en su voz se resumirá el sufrimiento y las demandas de justicia de todo un pueblo víctima de abusos y crímenes cometidos por la dictadura más larga del hemisferio occidental.
De no tener éxito nuestro héroe, lamentablemente Cuba tendrá otro mártir, el mundo un símbolo que por sus cualidades y trayectoria debería ser más visible que George Floyd, y la ONU una víctima fatal que la convertiría de forma explícita en una organización cómplice de la dictadura.