* Por La Hora de Cuba
En la imagen nocturna, se ven las luces del cabaré Alkázar, inaugurado hace unos meses, y hoy el más popular de Camagüey. Solo con un local de por medio, debajo del cartel blanco que la luz no deja leer, está la funeraria La Caridad, la única activa en la ciudad.
Al cabaré llegan todas las noches cientos de personas en busca de música, fiesta y diversión, y la encuentran. En la funeraria, mientras, decenas de familiares y amigos tristes se reúnen para despedirse por última vez de sus seres queridos fallecidos, buscando un ambiente de seriedad y luto que, al menos en las noches de cabaré, no encuentran.
Es que las puertas del cabaré y de la funeraria quedan a pocos metros una de otra, y la música se filtra claramente, contaminando los últimos minutos de dolor y despedida en los salones de la antigua funeraria La Caridad, con las más bailables y festivas salsas, pops y reguetones del momento. Basta sentarse unos minutos en cualquier parte del interior de la funeraria, para sentir el ritmo de la música del cabaré.
El nombre de los funcionarios y especialistas que idearon, autorizaron y mal-insonorizaron el cabaré Alkazar, debe ser recogido para los anales cubanos del absurdo y la falta de respeto. Cualquier "premio" es poco para quienes han hecho que ese viejo chiste cubano sobre la construcción de un cabaré al lado de una funeraria, se haya hecho realidad en Camagüey.