Wendy Guerra parece vivir en “el país de Nunca Jamás”, donde habitaban Peter Pan, los niños perdidos y el temible Capitán Garfio. Esa isla, nada física, es su imaginación.
Poeta, novelista, actriz, realizadora, columnista, Wendy es una mujer de paz aunque lleve el Guerra unida a su nombre. Es incansable y se atreve a todo. En una página la describen así: “cuanto más profundiza en sus ideas más íntimas, más tiene que luchar con sus demonios personales y más Wendy Guerra atrae la atención del público de Cuba y de todo el mundo”.
Wendy nació en La Habana en 1970. Ha publicado Platea oscura (1987), Cabeza rapada (1996) y Ropa interior (2008), todos libros de poesía; y las novelas
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Todos se van (2006), Nunca fui Primera Dama (2008), Posar desnuda en La Habana (2011). Diario apócrifo de Anaïs Nin (2010), Domingo de revolución (2016) y la más reciente El mercenario que coleccionaba obras de arte (2019)
La imagen y el sonido de esta entrevista estuvieron a cargo de Pàvel Urkiza.
1- ¿Qué es para ti la cubanía?
2- Dime tres cosas que tienes en tu ADN que te identifican como cubana.
3- Sobre tu novela Todos se van, ¿crees que ha sido un inventario de ausencias o una premonición?
4- Eres una escritora cubana que triunfa en el extranjero pero que no promueven en Cuba ¿Cuál crees que es tu libro más incómodo para las autoridades de la Isla?
5- Tu penúltima novela fue Domingo de revolución” y la más reciente El mercenario que coleccionaba obras de arte ¿Tienen puntos de contacto o son diametralmente opuestas?