Corría el año 1878. José Julián Martí Pérez recibe en Guatemala la noticia sobre el "acuerdo de paz sin independencia", conocido como Pacto del Zanjón, y decide regresar a su patria. Acogiéndose a los acápites de dicho pacto, llega a La Habana el 31 de agosto de 1878, en el vapor "Nuevo Barcelona", desde el puerto Trujillo, en Honduras, con su esposa Carmen Zayas Bazán.
En la primera correspondencia enviada desde La Habana, a su amigo Manuel Mercado, Martí cuenta que vive en Tulipán # 32 con su esposa y que están esperando para diciembre, el nacimiento de su hijo.
“Quisiera yo arrancar súbitamente a mi familia de la situación -si no miserable, trabajosa en que hoy la veo;- y crearme pronto una pequeña fortuna para que mi mujer y mi hijo, porque en Diciembre lo tendré… Carmen no escribe aquí, porque está en el Tulipán, delicioso lugar, como una Tacubaya suiza, donde vivimos, y yo escribo en La Habana, sobre una mesa que está esperando pleitos. Tulipán 32 es su casa; pero Industria 122 es más seguro para la dirección de las cartas.”
El 17 de enero de 1879, Martí vuelve a escribir a Mercado, hace referencia al parto de su esposa y le
informa de su nueva dirección: “…los dolores que, para dar vida a mí hijo, sufrió mi Carmen. Con gran cuidado la operaron; pero temo que viva por algún tiempo enferma.-Vivimos los tres en entrañable unión… Vivo ahora en Industria 115.”
La información encontrada en estas cartas indica, que Martí y Carmen vivieron varios meses en Tulipán # 32 (actual # 410); a saber, entre el 31 de agosto de 1878 y el 17 de enero de 1879. Varios historiadores (entre ellos Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana), concuerdan en que fue durante la estancia de la joven pareja en dicha casa del Cerro, que nació, el 22 de noviembre de 1878, el único hijo de este matrimonio, José Francisco Martí Zayas-Bazán. Conocido también como “El Ismaelillo” o “Pepito", José Francisco fue un mambí cubano que luchó en la guerra de 1895, pero nunca utilizó el parentesco con nuestro apóstol para ganar méritos.
No se sabe si José Martí y familia compartieron la casa con otras personas. Tampoco se ha determinado el acuerdo de la familia Martí con el propietario de la casa, que garantizó esos meses de estancia en la misma.
Cierto es que en esa época, ingleses, franceses y alemanes, así como varios intelectuales y artistas criollos vivían en la calle Tulipán, y el vecindario era una urbanización nueva y muy agradable.
Tulipán # 32 se encuentra en la esquina de la calle Clavel con Tulipán y en la época que la ocupó Martí, era una casa de planta baja, que colindaba con La Quinta del Obispo, finca abierta al público, que había sido la residencia veraniega del Obispo Espada, perteneciente desde 1830 a la familia del Conde de Peñalver.
La Quinta del Obispo, antigua estancia El Factor, de más de 46 hectáreas, era una enorme área verde con preciosos jardines, fuentes, arboledas con algunos frutales y con plantas exóticas que el Obispo introdujo. Sus calles o caminos estaban delimitados por hileras de mango y de bambúes. No es de extrañar que varios
historiadores e investigadores coincidan en que las calles del barrio toman nombres como Tulipán, Clavel, La Rosa y Vista Hermosa debido a lo florida que era la zona y su belleza natural. No es de extrañar que Martí escribiera sobre Tulipán # 32 “delicioso lugar, como una Tacubaya suiza”
Aunque no se puede precisar el año de construcción de Tulipán # 32, se conoce que existía ya en 1860, año en que don José María Fini vendió dicha casa a la Sociedad de Alfaro y Cía. La misma cambió varias veces
de propietarios, siendo Don José de Castro López Santoballa, el hospedero de nuestro apóstol y su familia a finales de 1878. Los hermanos Luisa María, Clemencia y José Manuel Otero Galarraga, heredaron esta casa en 1910 y adquieren en una subasta, el edificio de tres pisos colindante, Tulipán # 34, que luego fue # 412 (desaparecido en el derrumbe del 5 de junio de 2015).
Raúl Otero Galarraga, otro hermano, arquitecto de profesión, logró comunicar a partir de 1913 las dos propiedades contiguas de su familia, y adicionar otro piso sobre la planta baja de Tulipán # 32. La edificación, ahora de dos pisos, comprendía 25 habitaciones donde convivían 21 inquilinos, incluidos los dos encargados. Los alquileres variaban entre 4, 6, 10, 12 y 15 pesos mensuales.
UN PATRIMONIO OLVIDADO
Es alentador para todos los cubanos que todavía exista la planta baja de Tulipán # 32 (actual 410), justamente el espacio que ocupó la familia Martí Zayas-Bazán y podamos caminar sobre las mismas losas de mármol y mosaicos donde nuestro apóstol y su hijo vivieron. Sin embargo, es una vergüenza el grado de
deterioro del inmueble que habitó nuestro héroe nacional y que constituye la casa natal de José Francisco. Las condiciones actuales de esta construcción hacen la vida incómoda y hasta riesgosa para los vecinos que allí habitan.
Hoy son 21 vecinos distribuidos en 5 familias los que habitan Tulipán # 410, esquina a Clavel, y entre ellos se encuentran ancianos de más de 90 años y niños de apenas un año de nacidos.
Narciso Salazar Despaigne, antiguo combatiente en la guerra de Angola, quien vive en la planta baja de este inmueble desde enero de 1967, cuenta de lo hermoso que aún era el edificio a su llegada, con escaleras hechas de madera con alfombras rojas y techos con vigas de caoba.
A pesar del deterioro actual, se conservan en el lugar los pisos de mármol y mosaicos del siglo XIX, y quedan restos de la escalera de madera descrita por este vecino y los techos de madera.
Narciso y otros vecinos entrevistados coinciden en que si bien es cierto que los pisos superiores se encontraban deteriorados, aun vivían personas en ellos. Debido al mal trabajo de una brigada de demolición, el viernes 5 de junio de 2015 se desplomaron los pisos superiores de Tulipán # 410 y ocurrió un derrumbe total en Tulipán # 412 (propiedad colindante). Aquel día, el periodista independiente Ignacio Vidal de En Caliente Prensa Libre, realizó un reportaje sobre dicho derrumbe que puede encontrarse en Youtube.
Los miembros de la brigada se robaron las grandes vigas de madera, piezas sanitarias, tejas de techo, las losas de los pisos superiores, y montaron un taller con sierra y otras herramientas para cortar losas en la planta superior a la casa de Narciso. “Allí estuvieron cortando losas, y haciendo ruido a cualquier hora durante más de un año”, se queja este veterano de guerra. “Si la brigada hubiera demolido los pisos superiores de forma ordenada y controlada, nunca hubiera ocurrido el derrumbe del 5 de junio del 2015” --dicen los vecinos de Tulipán # 410.
Después del derrumbe, los vecinos de este inmueble estuvieron 10 meses y 7 días sin servicio de electricidad debido a una orden emitida por la entonces delegada del Poder Popular de la circunscripción, Amarusi García Vidal, quien gestionó la citada brigada de demolición.
María del Carmen Salazar Portela, vecina de Tulipán # 410, cuenta con indignación que esta “funcionaria pública”, ordenó a la brigada la destrucción completa de la edificación y el corte de electricidad e hizo varios intentos para que nos quitaran el agua y el gas. Estas acciones de hostigamiento contra los vecinos del edificio recibieron el apoyo de Sergio Luis Aguilera López, por entonces presidente del Poder Popular del municipio Cerro y la entonces vicepresidenta del Poder Popular del Cerro, Iliana María Forcadez Díaz, actual presidenta.
Frente al peligro de que se ejecutara la demolición completa de la casa natal de José Francisco Martí, la Comisión de Monumentos de La Habana emitió el 7 de agosto de 2015, un documento que defiende a toda costa la conservación de del inmueble por su excepcional valor histórico.
VIVIR EN EL SIGLO XIX
"Parecía que vivíamos en el siglo XIX, teníamos que comprar velas para alumbrarnos cada 3 días, otros buscaron un quinqué con luz brillante, no podíamos almacenar alimentos refrigerados..." Quien describe tan incómodas e injustas condiciones es Regla Dominga Milián Martínez, vecina de Tulipán 32 desde 1999. Regla continúa narrando y volviendo a sufrir con esos recuerdos. "La gente pasaba frente a la casa y nos miraban con extrañeza, como si fuéramos locos o cavernícolas".
Molesto y decepcionado, Narciso cuenta que, bajo estas condiciones, los vecinos intentaron colocar un busto de José Martí en un lugar del edificio el 28 de enero de 2016 para rendirle tributo pero les fue imposible debido a un operativo de la Seguridad del Estado y de la policía. "Nos trataban como si nosotros fuéramos conspiradores", dice indignado este veterano de la guerra de Angola.
Regla Milián, no solo ha resistido el asedio de los funcionarios citados, sino que ha sido constante en las gestiones para preservar este patrimonio histórico, en muchas ocasiones acompañada de María del Carmen (vecina). Regla pudo presentar personalmente a Eusebio Leal Spengler, todo el problema y detallarle los riesgos que corría esta construcción histórica.
Leal agradeció a Regla y a sus vecinos la resistencia y el valor que mostraron y dijo que gracias a ellos aun estamos a tiempo de salvar la casa natal del Ismaelillo. En un documento emitido por dicho historiador el 25 de mayo de 2017, él le responde al investigador Orlando Segundo Arias, a Hugo Salazar Despaigne y a la
propia Regla Milián, diciendo que Armando Hart Dávalos y Jorge Lozano fueron informados y que la respuesta de dichos funcionarios fue “es imprescindible la eficaz reparación del inmueble de Tulipán # 410
donde viven cinco núcleos familiares que en reiteradas ocasiones han patentizado su disposición a participar en la reconstrucción del lugar donde viven”.
También estos funcionarios recomiendan construir un pequeño parque en el espacio que ocupaba Tulipán #34/412, ya demolida y colocar un busto del Apóstol y una tarja que recuerde que en ese lugar vivió José Martí y que allí nació su hijo José Francisco, el Ismaelillo.
María del Carmen narra, que acudió a Esteban Lazo Hernández y a muchas otras instancias, pero todas han respondido que el municipio Cerro no tiene presupuesto. "La actual presidenta del Poder Popular en el Cerro, Iliana María Forcadez Díaz, nos dijo a Regla Milián y a mí que José Martí vivió por toda Cuba y que no se puede estar reparando cada lugar donde vivió Martí", cuenta enojada.
Regla afirma que el estado constructivo de la planta baja del inmueble es habitable. Estuvo clasificado como "edificio con peligro de derrumbe", años atrás cuando existían otras plantas superiores, "pero si no se nos
facilita la reparación de nuestras casas, puede derrumbarse en un futuro cercano hasta la planta baja. El apartamento de Regla, aun con sus pisos de mármol del siglo XIX, presenta goteras cada vez que llueve. Cuenta que una de las brigadas de demolición destruyó su baño, arrojando sobre el mismo un gran pedazo de pared de pisos superiores. Así también destruyeron la hermosa escalera de madera que admiraba Narciso. Con Regla vive un nieto de un año, una nieta de 10 años y sus hijos, quienes se concentran en un reducido espacio cada vez que llueve, debido a que la lluvia moja la cocina y otros lugares de la casa.
"Lo primero que hay que hacer para reparar la planta baja es terminar de demoler una pared de un piso superior que las brigadas de demolición no terminaron de derruir. Para esto es necesario utilizar una grúa pues si se intenta demoler sin emplear grúa, corremos el riesgo de que se desplome dicha pared superior
rompiéndonos el techo. Aquí estaba trabajando una grúa hasta que ocurrió un derrumbe por Centro Habana donde murieron personas. La grúa se la llevaron para allá y nunca más volvió", comenta María del Carmen.
Actualmente, los vecinos del histórico inmueble piden la reparación de la planta baja, que es precisamente
la que tiene valor histórico y, si esto fuera imposible, que ubiquen a las familias en casas o apartamentos en buenas condiciones.
"En la calle Lombillo, entre Ayestarán y Clavel están construyendo nuevas viviendas. En Ayestarán, al doblar Tulipán en dirección a Ayuntamiento construyeron varias casas para oficiales del MININT. En Tulipán entre Ayuntamiento y Ermita también construyeron casas para gente del MININT, quitándole un terreno a un antiguo círculo infantil. Entonces, sí hay recursos pero no son para nosotros ni para conservar el patrimonio histórico", denuncian Regla y sus vecinos.
La reparación de esta construcción es necesaria por dos razones: para proteger la vida de las familias que en ella habitan y para preservar un patrimonio histórico, asunto que nos debe interesar a todos los
cubanos. Sería una vergüenza dejar que desaparezca esta construcción, privando a las futuras generaciones de un edificio que fue testigo de la vida de nuestro héroe nacional.