El cineasta cubano Carlos Lechuga, radicado en Barcelona, denunció este lunes 29 de agosto la falta de solidaridad de los intelectuales cubanos con los presos políticos dentro de la isla.
“Mucha gente con una posición privilegiada que suelta discursos desde "nosotros el pueblo". Son personas que estoy seguro de que quieren lo mejor para Cuba. Artistas, intelectuales que piensan y piensan, y el bloqueo y el bloqueo, y Martí y Maceo”, posteó en Instagram el realizador.
Díaz Lechuga expuso en su publicación que muchos intelectuales cubanos ignoran a conciencia la situación actual que presentan artistas y ciudadanos actualmente privados de libertad solo por manifestar su disconformidad con el régimen.
“Miran a todas partes, allá al norte, al pasado... Miran a todos lados y c**o, no pueden ensuciar sus lindos labios con el nombre de un preso político. No pueden mirar de frente. O lo hacen y callan”, agregó.
En su reclamo, el cineasta expresó que es tiempo de abandonar el “discurso de 1987”, pues considera que ha llegado la hora de atemperarse con los nuevos tiempos, y aclaró que “el bloqueo no tiene nada que ver con que Luis Manuel, Maykel o Koka estén en prisión”.
Antes de concluir su publicación, el artista audiovisual convocó a sus seguidores a ayudar "al intelectual cubano a sacarse el boniato de la boca".
Su preocupación es válida y coherente en tanto, según el informe publicado por la ONG Prisoners Defenders (PD) en el mes de agosto, “desde el 1 de agosto de 2021 hasta el 31 de julio de 2022 han sufrido prisión política en Cuba un total de 1 251 prisioneros políticos. Todos ellos son torturados, como demostró el estudio pormenorizado de 101 casos aleatorios denunciado por Prisoners Defenders ante el Comité Contra la Tortura de las Naciones Unidas (CAT) y los reproches públicos del CAT tras las denuncias de la sociedad civil”.
A su vez, la ONG reconoce que hay alrededor de “11 000 civiles, jóvenes negros en su inmensa mayoría no pertenecientes a organizaciones opositoras, con penas medias de 2 años y 10 meses, que sufren condenas “pre-delictivas”, es decir, sin delito alguno cometido”.
Sin embargo, aún es baja la visibilidad de esta realidad ante los ojos del mundo, pues muchas personas anteponen su bienestar individual a la justicia social.
