Cuba es un misterio. De lejos, las cosas parecen misteriosas y complicadas, pero desde dentro, también.
Allá en el cielo se ha pensado premiar la nobleza y la ingenuidad del cubano, sobre todo del cubano “de a pie”, que son casi todos, pero para canonizarlos deberían, primero, alcanzar la iluminación, y eso está muy difícil en estos días. No hay combustible tampoco para darle candela a casi 12 millones, así que lo mejor será descañonarlos primero, porque Yoyo Castro, el delirante en jefe, los tuvo demasiado tiempo encañonados a la cañona, y amaestró la mente de los habitantes insulares con el más sencillo truco de Mandrake el Mago.
Es fácil, pero hay que tener huevos. Mínimo siete u ocho. De pronto aparece el delirante (a veces no aparecía, pero funciona mejor si aparece) con cara de haber tenido una gran pérdida. No digo la madre porque no la tuvo o no le importaba. Digamos que no vino la erección que esperaba, y eso ofende y hiere más. Con rictus de dolor le dice al pueblo que ese mes no podrán repartir los siete huevos por núcleo a que estaban acostumbrados, sino que temporalmente serán cinco. Hay una brevísima reacción, tristeza, cólera, dolor, preocupación. Pero él le echa la culpa a los yankis y al bloqueo y el dolor se transmuta en coraje, rabia, determinación de lucha y de victoria.
Puede tensarse la cuerda del truco uno o dos meses, pero al tercero, en lugar de cinco huevos, dan seis, y la sonrisa regresa al rostro del cubano, que todo lo perdona y todo lo olvida. Y ahí viene, la buena, que es la mejor, o la “más mejor”: al mes siguiente reparten ocho huevos por familia y la gente sale a las calles a celebrar, porque les parece que ya construyeron el socialismo o lo que estuviera a mano.
Eso duró mientras funcionó la manutención soviética. Pero todo se fue destartalando, desmerengando, destoletando, menos los principios del delirante. Hay que aclarar aquí que sus principios eran nuestros finales. Y la gente se fue demacrando y otra gente se fue desmarcando, y huyeron al norte revuelto y brutal antes de revolverse más y brutalizarse totalmente. Y el norte no estaba tan revuelto ná, ni tan brutal ná, y ni siquiera estaba tan al norte ná. Y desde allí tuvieron la oportunidad de mantener vivos, o casi vivos, o más o menos vivos, a la familia que había quedado en el otro lado, bajo las locuras de Yoyo Castro, que desapareció, pero el disparate quedó en el ambiente y a eso le llaman ahora “continuidad”.
Pues bien, para no hacer el cuento muy largo, el cubano de a pie siguió andando a pie, pero ya sin mucha orientación, gastando sus horas en la caza y la recolección, como dicta la tradición de los indo-taínos y los más egregios siboneyes. Y llegó el momento en que casi la única manera de sobrevivir fue a través de unas tiendas que dicen ser manejadas por empresas internacionales pero que pertenecen a unos nacionales. Y aquí comienza la noticia.
Los hilos ocultos del grupo empresarial Flora y Fauna se hacen visibles. Es decir, aflora todo lo que está haciendo la fauna que lo compone en contra del pueblo cubano, estratégicamente camuflado en la flora. O entre plumas de gallo fino y avestruz.
Tras las plumas de ese impresionante avestruz, bajo el pelaje ralo de una jutía conga está, con olor a caballo de carrera o valla de gallos, el general Guillermo García Frías, también “comandante de la revolución”, y a quien más de uno cree que solamente le quedan una o dos afeitadas. Y todo indica que Guillermo, conocido popularmente como “el general Avestruz” o “Cacique jutía conga” desde su última y desfavorecida aparición en la televisión en uno de los monólogos cómicos más divertidos de las últimas décadas, va a tener para esas postreras afeitadas, espuma y cuchilla, como otros tienen, y no gracias a José Antonio Méndez, “Cemento, ladrillo y arena”.
El muy picarón aparece hoy, como el rostro o el cerebro (si es que tiene) de una operación que retrata la esencia de la dictadura cubana y del socialismo tropical en la isla. No hay nada, pero hay de todo, o ellos saben dónde hay de todo. Lo que pasa es que, vuelvo a decir, que el cubano de a pie no tiene voz ni voto, y ahorita tampoco tendrá pies.
“Flora y Fauna es un grupo empresarial que dirige Guillermo García Frías desde 1976 para administrar más de 80 áreas protegidas del país. Flora y Fauna es la única entidad autorizada en el país para exportar animales vivos, con excepción del MINSAP que renta médicos, enfermeras y equipamiento, o el MININT, que distribuye torturadores, asesores y represores varios para países del ALBA.
Pero ahora sale a la luz (perdón si hay apagón) que ellos llevan en secreto “la tienda online Supermarket23, donde se venden productos que escasean en Cuba y enfocada a las compras desde el exterior”. Y claro, en su fuero exterior y hasta en el interior pudieran defenderse diciendo que así burlan el criminal bloqueo yanki. Pero en el fondo, muy en el fondo y con el color verde olivo de quienes mandan, son los que se están forrando con lo que no hay, pero hay. Tienen “tiendas casi idénticas que operan como parte de una estrategia estatal que denominan “venta en fronteras”.
Y el general Electric, también conocido como Guille Mastica Jutía Conga es la cabeza visible de ese entramado familiar cuyos hilos se pierden y se enredan y vuelven a perderse. Pero es un hilo que no tiene el cubano de a pie.
Supermarket23 anuncia en las redes que “envía sus productos —más de 1000, desde carnes y helados hasta artículos de higiene, limpieza o medicamentos— a prácticamente todos los municipios del país”. Y para eso sí hay transportación, porque el tumbe es ser eficientes y no tumbar, y operar discretos como lo ha sido Flora y Fauna, que nadie sabe si en cualquier momento pudiera comenzar a criar elefantes, hipopótamos y otras reses comestibles. Lo doloroso, lo tragicómico es que el hambre ahora es tan general como Guillermo García y Raúl Castro, y como dicen en la noticia “todos lucran con las carencias de los cubanos de la Isla”.
Cuba es un misterio y hasta dos o tres misterios a la vez. El pueblo creyendo que tiene un gobierno —un gobierno que no eligió— que se preocupa por su bienestar y no sabe que de lo único que ese gobierno se preocupa es de que no llegue nunca al bienestar, porque entonces lo pierde.
Cuba es el único país del mundo donde nadie se pregunta qué fue primero, si el huevo o la gallina, porque el cubano de a pie no ve ninguno de los dos.
Los tiene el general Electric, y los camajanes de su estirpe. Por eso hay que extirparlos.