Anchal Vohra informó en Foreign Policy que, a fines del mes pasado, los talibanes mataron a cuatro hombres y colgaron sus cadáveres en plazas públicas de la ciudad de Herat, en el noroeste de Afganistán.
Un cadáver colgaba de una grúa mientras la multitud contemplaba atónita la exposición y comprendía el significado de ese momento como un regreso al pasado.
El alcalde designado por los talibanes declaró que los muertos eran secuestradores y se jactó de que la exhibición de los cuerpos era un elemento disuasorio eficaz. Advirtió que otros criminales correrán la misma suerte.
El debido proceso fue otra víctima de los talibanes, dijo la corresponsal al añadir que, los extremistas optan por veredictos rápidos, sin elevar un caso a la justicia, con un jurado, y con personal independiente que verifique las acusaciones de los talibanes.
Los ahorcamientos se produjeron apenas un día después de que Mullah Nooruddin Turabi, jefe talibán del Ministerio de Promoción de la Virtud y Supresión del Vicio, hace dos décadas, ahora a cargo de las prisiones, dijera que los talibanes reanudarán las amputaciones y las ejecuciones.
“Nadie nos dirá cuáles deberían ser nuestras leyes”, dijo Turabi a Associated Press. Como si cortar miembros y lapidar mujeres enterradas hasta el pecho no fueran actos brutales sino una cuestión de soberanía y preferencia cultural, indicó Anchal Vohra.
Los comentarios del talibán aterrorizaron a los afganos que todavía tienen presente la que fue esa última etapa de los talibanes en el poder, con las escenas de ejecuciones públicas en estadios de fútbol.
Entre 1996 y 2001, los talibanes dispararon a quemarropa a los convictos, cortaron los brazos y los pies de presuntos ladrones y azotaron a personas por delitos menores. “Las historias de horrores que tuvieron lugar en el estadio Ghazi en Kabul se han convertido en parte del folclore local en Afganistán”, dijo Vohra.
Los talibanes dicen de sí mismos que se han reformado y que ahora dan permiso para usar teléfonos y ver televisión, pero esas reformas cosméticas no modifican sus prácticas tradicionales y sus planes de retomar las políticas, leyes y formas brutales de impartir justicia.
Las imposiciones y los castigos para preservar lo que entienden por orden público se derivan de la ley islámica del siglo VII e incluye ahorcamientos, decapitaciones, azotes y lapidación, todo ello es impuesto y sin la posibilidad de acceder a un juicio justo.
Los talibanes defienden esta sharia por su efectividad para disuadir el crimen y señalan a otras naciones islámicas donde el castigo corporal es legal.
"Arabia Saudita, Irán, los Emiratos Árabes Unidos, todos siguen la sharia y dictan las mismas sentencias, pero solo nos critican a nosotros, porque somos los talibanes", dijo Habib Ur Rehman Agha, miembro de los talibanes con sede en Kabul.
“Hasta ahora, los talibanes no han castigado a mucha gente públicamente, pero lo harán, porque el islam lo dice. Es probable que los números aumenten pronto”, indicó el fundamentalista.
Activistas en Arabia Saudita, Irán y los Emiratos Árabes Unidos le dijeron a Foreign Policy que la interpretación de la sharia, los sistemas legales y la aplicación de mandatos religiosos que los talibanes citan como precedente en sus países, en realidad son menos extremos que el modelo radical que aplican los talibanes.
El retroceso en términos de justicia en Afganistán es total. Los gobiernos electos democráticamente, los presidentes Hamid Karzai y Ashraf Ghani, otorgaron sentencias menos extremas. Sin embargo, sus administraciones tenían problemas de corrupción a gran escala que obstaculizaba la impartición de justicia efectiva.
“La mayoría de los afganos se oponen a la lapidación de adúlteros por parte de los talibanes y a la amputación de manos y pies de los ladrones”, indicó la corresponsal, citando a expertos.
“Los talibanes azotan a la gente habitualmente en las calles, y eso se considera un insulto más que cualquier otra cosa”, dijo un experto legal con sede en Afganistán. “Si los talibanes continúan con esto, más personas se volverán contra el grupo”, añadió.
Los eruditos islámicos cuestionan la comprensión de la sharia, por parte de los talibanes, y su interpretación y aplicación extrema cuando el sistema islámico permite la moderación a través del ijtihad, término legal islámico para el razonamiento independiente.