Según detalló el Ministerio de Salud Pública (Minsap) en su parte diario, Cuba reportó este domingo, 1.162 nuevos casos confirmados de Covid-19, la mayor cifra desde el comienzo de la pandemia en la isla en marzo pasado. En las últimas cinco jornadas consecutivas el país ha sobrepasado el millar de contagios.
Al día de hoy Cuba acumula 79.544 diagnósticos positivos y 436 fallecidos, cinco de ellos reportados la víspera. En los centros hospitalarios 26.319 personas permanecen ingresadas, se reportan 3.885 como posibles contagiados unas y 4.806 son pacientes activos.
Durante la tercera ola de infecciones, las autoridades sanitarias han indicado que 10 de las 15 provincias permanecen en fase epidemiológica.
En tanto, el régimen cubano anunció que desarrolla cinco vacunas propias contra el coronavirus. Dos de estos candidatos vacunales: Soberana 02 y Abdala-, se encuentran actualmente en la tercera etapa de ensayos clínicos para evaluar su eficacia.
No obstante, ninguno de estos fármacos cuenta con la autorización de uso de emergencia o registro.
El régimen castrista no ha integrado la plataforma mundial llamada Mecanismo Covax, auspiciada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras entidades internacionales, para intentar garantizar el acceso equitativo a las vacunas contra el coronavirus.
El Gobierno de Miguel Díaz-Canel tampoco ha adquirido vacunas en el mercado internacional.
El Minsap realiza en la isla "estudios de intervención controlada" en la capital y la zona oriental, a través de los cuales se prevé la administración masiva de los candidatos vacunales Soberana 02 y Abdala, con el objetivo de acelerar el proceso de certificar el fármaco. Pero, lo cierto es, que mientras continúan los ensayos en el país, ya al menos 153 naciones han comenzado a vacunar contra COVID-19.
Ante los 1162 nuevos casos de COVID_19 confirmados hoy en Cuba, el científico cubano Amílcar Pérez Riverol advirtió en su perfil de Facebook que “es crucial recordar que, más allá de que la eficacia de los candidatos vacunales cubanos -aún por demostrar-, no sabemos si la inmunidad que confieren es esterilizante. Esto es, si protegen a la persona vacunada frente al contagio. Tampoco si, en caso de contagio, impiden que transmita”.
“Es importante recordar que como describen los ensayos de Fase 3 de Soberana 02 y Abdala (…) la eficacia que está siendo evaluada se refiere a la prevención de casos sintomáticos (leves, moderadas, severos/graves) de COVID-19, no del contagio”, acotó.
Pérez Riverol, precisó además, que “es crucial que todos, incluidos los voluntarios inmunizados en los ensayos de intervención, continúen cuidándose y respetando las medidas sanitarias como hasta ahora”. “Incluso si Soberana 02 y Abdala fueran eficaces en prevenir casos leves, moderados, severos/críticos de COVID-19, si el voluntario se infecta y transmite –es una posibilidad que necesita estudios–, podría contagiar a familiares, amigos, compañeros de trabajo o a cualquier persona con la que entre en contacto. Si esa persona no está inmunizada aún, su historia podría ser bien diferente pues al no tener ningún tipo de protección podría desarrollar las formas clínicas graves/críticas de la enfermedad”, concluyó el especialista.
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Pruebas masivas de vacunas cubanas: alertan sobre “grandes riesgos”
A finales de marzo el Centro Nacional de Bioética de Venezuela (Cenabi) se sumó a la Academia de Medicina de este país, al advertir los “grandes riesgos” de utilizar candidatos a vacunas provenientes de Cuba, que no han sido debidamente probados, aunque Nicolás Maduro anuncia la llegada de 60 mil dosis en abril.
Este mes, también comenzarán en Venezuela los ensayos experimentales de Soberana 02 y Abdala producidas por el régimen de la isla, y promovidas como si ya estuviesen autorizadas. Mientras en Cuba, esta semana el régimen apretó el paso para testear de manera masiva sus fármacos y certificarlos.
Indicó el Cenabi en un comunicado que “la infraestructura tecnológica de ese país [Cuba] se encuentra actualmente obsoleta y no existe información confiable sobre los resultados de las fases de prueba 1 y 2, que demuestren la capacidad inmunogénica del producto. La fase 3 a la que se pretende incorporar a nuestro país, busca evaluar la eficacia y seguridad del producto y supone la administración de placebo (un sustituto inerte del 'candidato a vacuna') en cerca de la mitad de las personas incluidas en el estudio”.
Según la institución de ética médica, quien participe en el experimento, “se enfrenta a grandes riesgos e incertidumbres, como: si el producto es efectivo, si le causará algún daño, si le correspondió el placebo, por lo que participar deber ser un acto voluntario y libre y el sujeto debe dar su autorización, firmando un documento de Consentimiento Informado”.
También señala que “debe existir un protocolo de investigación que contenga el basamento científico del producto, los procedimientos y estrategias que se utilizarán para su planificación y el compromiso de atención y reparación ante posibles daños que sufran los participantes”.