La “Tarea Ordenamiento”, nombre bajo el cual el régimen de Cuba ha designado el paquete de políticas económicas que implementarán un nuevo ordenamiento monetario y cambiario, ha llevado a los economistas a augurar una inflación difícil de controlar en el país caribeño. Con ello, Cuba podría parecerse a Venezuela, un país que ha tocado hasta la hiperinflación.
Economistas cubanos, citados por ADN CUBA, indican que el fin de la dualidad monetaria y cambiaria en Cuba conlleva a la devaluación del peso cubano y a un proceso inflacionario que costará controlar. En la isla actualmente existen dos monedas de curso legal (CUC y CUP) y dos tasas de cambio: la del circuito de entidades mayoristas, que equipara ambas monedas en valor (1x1), y la del circuito de personas naturales minoristas, donde el cambio se da a 25 CUP x 1 CUC.
El ordenamiento pretende unificarlas y con ello se desarrollaría una devaluación del peso cubano y, de forma indirecta un proceso inflacionario, tal como lo afirmó Marino Murillo Jorge, miembro del Buró Político del Partido Comunista y jefe de la Comisión Permanente de Implementación de los Lineamientos, durante el intercambio que sostuvo con los diputados del pretendido parlamento cubano, previo al V Periodo Ordinario de Sesiones de su IX Legislatura.
Si esto llega a ser así y la inflación se convierte en un plato que tendrían que comerse los cubanos diariamente, la economía de la isla sería una fotografía de Venezuela, cuyos ciudadanos han debido convivir de forma obligatoria con una inflación galopante desde el 2012 debido a un excesivo control de precios que causó profundas distorsiones en el aparato productivo y el control cambiario, y que acentuó la dependencia de los precios del petróleo y conllevó a otras políticas cambiarias erróneas.
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Hugo Chávez llegó al poder en enero de 1999, luego de ganar las presidenciales en 1998, y desde ahí comenzaron los vaivenes en la economía venezolana. En un análisis realizado por el economista Pedro Palma se enumeran algunas decisiones: A comienzos de 2010 se ajustó la tasa de cambio preferencial oficial (Cadivi) de 2,15 a 4,30 bolívares por dólar y se estableció otra a 2,60 para unas pocas importaciones esenciales; la medida estuvo vigente hasta finales de ese año. En 2010 también se decidió ilegalizar el mercado paralelo de divisas y se creó el Sitme, un nuevo sistema de permuta de títulos de valores administrado por el Banco Central de Venezuela (BCV), y se estableció un tipo de cambio fijo de 5,30 bolívares por dólar. Este sistema se dio hasta 2013.
Al seguir el férreo control de precios, donde funcionarios asistían diariamente a comercios y a empresas a vigilar que nada subiera; más un excesivo gasto público debido a las elecciones presidenciales de 2013, donde Hugo Chávez sacó todo su aparato para ganarlas, llevaron a un incremento en la inflación del país.
Chávez ganó las elecciones y falleció a los meses, a su muerte también se unió el desplome de los precios del petróleo y con esta realidad una aguda escasez de divisas. El economista Carlos Rodríguez detalla que esto contribuyó a agravar la escasez de divisas generada por el control cambiario más un desabastecimiento de productos; todo este coctel acentuó el problema inflacionario y Venezuela pisó la hiperinflación.
El 2 de noviembre de 2017, la Asamblea Nacional de Venezuela informó que en el mes de octubre de ese año se registró una inflación del 50,6 por ciento respecto del mes anterior, por lo que el país entró técnicamente en hiperinflación al rebasar por primera vez en su historia el umbral del 50 por ciento por mes.
Una de las medidas del gobierno para que la hiperinflación no golpeara el bolsillo de los venezolanos ha sido el incremento del salario mínimo: hasta enero de 2019 subió en 26 ocasiones y ya la cuenta pasa de 30, pero ese remedio no sirvió para curar la enfermedad y hoy día los 800 000 bolívares en el que está establecido el salario mínimo no llegan a comprar dos dólares, al cambio de este 4 de noviembre.
Los venezolanos se autodolarizaron
A la fecha, Venezuela ya cumple más de un año con una dolarización de facto, debido a que una parte de los ciudadanos empezó a migrar a otra moneda debido al poco valor del bolívar. De acuerdo con un informe realizado por la consultora Ecoanalítica, en agosto las transacciones en dólares eran más del 53 por ciento del total. Maracaibo, la capital del estado Zulia, al occidente del país, lidera el uso del dólar como moneda con 86 por ciento de las transacciones; en Caracas el uso llega al 48,5 por ciento.
La dolarización de facto en Venezuela no fue planificada, pero a una parte de la población le ha dado un respiro: las empresas producen y ponen sus precios, también porque el gobierno de Maduro dejó de presionarlos; algunas empresas establecen salarios en dólares, así como precios en supermercados, tiendas, hoteles, posadas, vehículos. Casi toda la economía está fijada en la moneda verde.
El uso de la divisa ha sido tal que Maduro, en noviembre de 2019, defendió el creciente papel que el dólar tenía en ese momento en la economía de Venezuela como "válvula de escape" frente a la crisis. “No lo veo mal (...) ese proceso que llaman de dolarización; puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía (...) gracias a Dios existe", dijo el gobernante chavista.
“La decisión fue correcta, la economía de resistencia se ha venido autorregulando y en la autorregulación se han generado nuevas oportunidades de negocios en divisas convertibles, fundamentalmente en dólares (…) Todos los dólares que antes aportaba el Estado por la renta petrolera, ahora los aporta la empresa privada. Ante la opción de reprimirlo o permitirlo, tomé la opción, lo permito”, sostuvo Maduro.
Pese a la dolarización, la devaluación del bolívar continúa y los pocos bienes que se siguen ofertando en la moneda venezolana suben cada semana al punto de que la inflación en Venezuela entre enero y septiembre del 2020 fue del 1 433,58 por ciento, una tendencia que mantiene al país dentro de la espiral de hiperinflación en la que entró en 2017.
Cuba se enfrentará en los próximos días a un nuevo paquete económico y a una nueva realidad. La duda es si llegará a parecerse a la venezolana, o si los ideólogos del régimen lograrán controlarla, tal y como pretenden.