El artista visual cubano Karoll William, residente en Miami, denunció recientemente al órgano oficial del único partido político permitido en Cuba, el diario Granma, por robarle un meme al publicarlo y no darle el crédito correspondiente.
“Entonces uno, que vive en un lugar donde puedes hacer humor con lo que te dé la gana, hace un meme, alguien se lo roba, lo comparte, lo ve un mongólico de Granma, lo publica dándole crédito a otro y mano pa´rriba el periodismo moderno. ¡Cut & Paste y Palante!”, denunció William en su perfil de Facebook.
El meme de su creación al que hace referencia el artista se mofa del primer debate presidencial sostenido por los candidatos republicano y demócrata a la Casa Blanca, Donald Trump y Joe Biden, respectivamente, quienes se enfocaron más en cruzar acusaciones y descalificaciones que en hacer propuestas sólidas.
En el meme de William se ve a un Chris Wallace, el moderador del debate, impotente, ordenando a los candidatos traer a sus padres al próximo debate, cual si de dos escolares que se portaron mal se tratare. De hecho, el artista visual mostró a Biden y Trump con rostros rejuvenecidos a tal punto, que parecen dos graciosos niños muy enfadados el uno con el otro.
Desde el momento de su publicación, el meme del cubano fue replicado y compartido en varios grupos de redes sociales. Uno de ellos fue La Ciberclaria, de donde Granma lo tomó para publicarlo, sin tan siquiera verificar la auténtica autoría de la imagen para dar el crédito correspondiente.
Ello, por no cuestionar de por qué el órgano oficial del Partido Comunista sí toma memes que ridiculizan a políticos estadounidenses, y no otros, que abundan, que se mofan del presidente y otros tantos funcionarios cubanos, pródigos en frases y ridículos que sacan sonrisas a millones de cubanos.
Cuestionarse ese doble rasero de Granma y todo el oficialismo cubano es inútil, dado que la respuesta a cualquier interrogante sobre el tema yace en la naturaleza del régimen, dictatorial y violador constante de las más elementales libertades y derechos individuales, hasta el de reír.