En los últimos días, otro escándalo estremece a una institución cubana. Se vuelve a tratar del monopolio oficialista de las comunicaciones, Etecsa, esta vez por el robo de dinero a sus usuarios.
Las denuncias comenzaron a llover sobre este emporio de la telefonía, único permitido en Cuba, cuando los clientes se percataron que el saldo de sus datos móviles se esfumaba incluso sin conectarse. Dianelys Alfonso Cartaya, conocida como La diosa de Cuba, una cantante cubana reconocida en el mundo del arte y en Facebook, acusó recientemente en una directa a la compañía telefónica de bandidaje.
La artista se presentó en la dirección de ese organismo para pedir una explicación y que le restituyeran el saldo. Según comentó después a sus seguidores, le han restituido parte del dinero robado, aunque todavía no llega a la cifra esquilmada.
Algunos otros usuarios que han sufrido la pérdida inexplicable de su dinero en el teléfono y pudimos contactar fueron Niurka Carmona, Lianis Núñez Tamayo, Leticia Ramos Herrería, Eddisel Aguilar Pérez, Maykel Silva, Roberto Francisco Silva, Ariadna Mena Rubio, Julita Osendi, Marilyn Tejeda, Rulfo Benítez y Pedro Mario Oliva Rodríguez.
La empresa de telecomunicaciones Etecsa tiene un número telefónico habilitado para contestar y aclarar dudas a sus clientes en relación a los servicios que presta. A la pregunta de por qué desaparece el dinero de las cuentas sin que se haya utilizado algún servicio, la operadora que atendió mi llamada negó que esa posibilidad pudiera existir.
“Eso es imposible, usted debe haber realizado operaciones de consumo que no recuerda”.
La indignación de los afectados se masifica. Pedro Martí, residente en Santa Fe, expresa que con lo caro que cuesta el paquete de internet, el que Etecsa se lo robe demuestra que, más que una empresa, se trata de un nido de ratas.
“Allí los que trabajan son ladrones. Tal vez sea una sola persona la que hace esto, o un grupito, tampoco sé cómo lo hacen ni el destino que le dan al dinero, pero es una falta de respeto al ciudadano y una violación a la intimidad personal. Además de que escuchan todo lo que uno habla y te multan si los criticas en las redes, ahora esto. No nos podemos callar. Hay que denunciarlos y llamarlo por su nombre: robo”.
Yanet Figueredo, dama de blanco de Palma Soriano, también afectada con el robo de su dinero en el teléfono, dijo que ella creía que ese problema solo les pasaba a los opositores, para que no pudieran trabajar y subir las denuncias de la situación caótica que se vive en Cuba, pero tuvo conocimiento que también les han robado a otras personas que no pertenecen a la disidencia.
“Incluso a un hombre en mi cuadra, que es militante comunista y tremendo chivatón, lo dejaron pelado. Claro, ese no va a denunciar a nadie. Se quedará callado y se hará el de la vista gorda. Precisamente por eso y por otro millón de cosas mal hechas, es que estamos como estamos”.
Luis Pérez Zúñiga, vecino de Jaimanitas y trabajador de la empresa del vidrio, por estos días recluido en su casa producto de la pandemia del coronavirus, disfruta de internet hasta la madrugada comunicándose con su familia en Orlando, Estados Unidos. Dice que tenía más de 90 horas en su cuenta nauta cuando se acostó a dormir, y al despertar estaba en cero.
“Siempre apago el teléfono antes de acostarme, pero primero consulto el saldo. No puede haber confusión, ni casualidad, con el móvil apagado. Cuando llamé a Atención al cliente me dijeron que debía comunicarme con el 118, pero allí me contestaron que no tenían nada que ver con eso. Tampoco me informaron a dónde acudir”.
Carlos Pastrana, abogado retirado y residente en Santa Fe, municipio Playa, a quien le hurtaron más de 30 horas de su cuenta Nauta, alega que están sucediendo cosas muy raras en los últimos tiempos.
“Este pueblo se merece un mínimo de respeto, no hay comida, no hay derechos, la represión se ha recrudecido, uno no puede ni siquiera quejarse. Para colmo una pandemia y ahora esto: te roban lo poco que tienes para comunicarte con tus familiares. Tal vez sea una orientación del partido, para recuperar dinero de la forma que sea. No lo dudo. Si tuvieron la cara dura de pedir donaciones a un pueblo que no tiene nada, ni siquiera donde amarrar la chiva. Mejor dicho: un pueblo que no tiene ni siquiera una chiva que amarrar”.