Omar Valiño Cedré, ex vicepresidente de la oficialista UNEAC desde el 2008, que sustituye al retirado Dr. Eduardo Torres Cuevas al frente de la Biblioteca Nacional José Martí, ha creído como “deber revolucionario” atacar a quienes cuestionan al poder absoluto y sus desmanes cotidianos.
Investido de algún honor, portador de un bagaje intelectual cuestionado por pares y dispares, el compañero Omar la emprendió en su muro de Facebook contra los que él describe como “histéricos, malintencionados, nuevos epidemiólogos, [en fin] los gusanos”.
Ante semejante regresión al pasado más descarnado de la oralidad castrista, el comisario ha salido a defender denodadamente la postura gubernamental en torno al tema de la “solidaridad humanitaria” de los pobres de la tierra.
Devuelto el comentario que fue atendido por artistas e intelectuales del patio como un asalto frontal a la “indignidad patria”, el internauta ofendido contraatacó asumiendo como propio el retrógrado slogan de que “hay un propósito que el enemigo, no va a cumplir: porque no le tenemos absolutamente ningún miedo!”.
Inmediatamente después de semejante despropósito, procedió a dar baja de su lista de amistades a todo aquel que mostró desacuerdo con el nazi-fascistoide término abusado, entre otras a Yohayna Hernández González, ex editora de la Revista Tablas (que el compañero Omar regentó hasta su meteórico ascenso al centro del combate). A Yohayna le dijo: ¡Adiós! Y la borró.
Desde afuera, el escritor Fermín Gabor, le dedicó un retrato “cariñoso” en su ya habitual sección La Lengua Suelta, donde describe al encartado como “el menor coeficiente de inteligencia que ha pasado por ese puesto”.
Sorpresivamente, don Omar, ni tardo ni perezoso y en lugar de borrar también a FG, se dignó contestar de manera pública argumentando:
“En verdad le había perdido la pista hace tiempo a la publicación, malsana pero divertida. Ahora, de todas maneras, la leí con una sonrisa, pero no la encuentro simpática. No sé si será porque trata de mí o porque abruman los lugares comunes de siempre en el servicio bien pagado a la demolición”.
El empleo de la palabreja, denigrada por el propio Valiño en conferencias y charlas teratológicas, fue cuestionado por conocedores del currículo. Fermín Gabor concluye nota sobre él y su devenir de la siguiente manera:
“A otros el Señor tendrá que alzarlos del polvo y la ceniza, que él tiene ya camino adelantado. Duerme vestido, con los zapatos puestos, y está entero. Así que apenas den el de pie final en este campamento que es el mundo, Vladimir Ilich se tira de la litera con las botas puestas y cae como Tom Mix sobre su yegua”.
“Las señales de que se aproxima la Segunda Venida (¡desterrad, oh mortales, toda imagen licenciosa!) andan pisándonos los talones. Y no lo digo por el coronavirus, sino por lo que fue capaz de teclear un director de Biblioteca Nacional en el muro de Martha Luisa Hernández Cadenas. Priidite, poklonimsya, que ahí viene el Cocuyé”.