No es cosa de juego, pero parece que a las autoridades les importa un bledo la situación, como si alguien pensara que Sancti Spíritus podría convertirse en la primera fábrica de niños en Cuba y que la provincia sola lograría el repoblamiento de la isla.
Un hombre invisible, para ser invisible, debe mantener un perfil bajo si no quiere hacerse visible. No como otros, que roban cámara y dicen cuanta verdolaga les pasa por la cabeza con tal de tener visibilidad.
Lo dijo el poeta Manuel Navarro Luna: “Es Santiago de Cuba, no os asombréis de nada”. De modo que no es extraño que en Santiago sucedan las cosas más inverosímiles e inverecundas.
Lo cierto, lo doloroso, lo dolorosamente cierto, es que en Cuba, desde que llegó Fidel Castro, la esperanza de vida se ha alargado, si vives lejos de la isla.