Politiquería y opacidad en la exportación de vacunas cubanas

El régimen de La Habana exporta sus vacunas. Vietnam, Nicaragua y Venezuela, las compran y recibirán “tecnología” cubana para desarrollar el fármaco, pese a las dudas y riesgos.
Vacuna Abdala. Fotografía: EFE/Archivo
 

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Un análisis publicado en Demo Amlat, think tank de Argentina, aborda las dudas y los riesgos que pesan sobre Abdala y Soberana, las vacunas desarrollas en Cuba.

En el corto plazo, no parece probable que Cuba obtenga el aval de la OMS para distribuir sus vacunas debido a la opacidad del régimen en todo lo relacionado con el acceso público a la información sobre las vacunas, reporta su autora, Sofía Fiorentino.

Desde septiembre, Cuba busca obtener el aval de la OMS. “Dicho reconocimiento le facilitará el comercio de vacunas con el extranjero", sostiene Fiorentino. "Pero igualmente, por cuestiones políticas, es improbable que Cuba provea de vacunas a muchas naciones”, agrega la analista.

Los países y laboratorios que desarrollaron vacunas contra el Covid-19 han presentado pruebas y seguido procesos. Una vez que las vacunas se aprueban, los datos son publicados, hay estudios y material bibliográfico científico a disposición de la comunidad científica y la opinión pública.

Rusia y Cuba han sido las excepciones y han eludido estos procesos y procedimientos. La consecuencia: no hay suficiente información sobre las vacunas que desarrollaron, tampoco cuentan con reconocimiento internacional.

Las vacunas de Rusia y Cuba no han sido autorizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero, incluso así, Cuba ha realizado negociaciones bilaterales con Nicaragua, Venezuela, Irán y Vietnam, vendiéndoles sus vacunas y tecnología para desarrollar el fármaco localmente.

El régimen de La Habana afirma que sus vacunas tienen niveles de efectividad similares a los de la vacuna rusa Sputnik V o a la de AstraZeneca. “Según el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba -diseñador de la vacuna Abdala-, su eficiencia es del 92% contra la enfermedad y es más es 100% efectiva en la prevención del fallecimiento de aquellos vacunados”, observa Fiorentino.

Sonia Zúñiga, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), indicó que “los únicos datos que hay publicados” están limitados a una de las vacunas (Soberana). Publicaron resultados de pruebas en ratones “sobre respuesta inmune pero no sobre la protección”, cita el análisis de Fiorentino.

“Lo sorprendente es que, frente a esta falta de datos objetivos, varios países alineados políticamente con el régimen eligieron hacer negocios en el contexto del rebrote de la variante Delta”, cuestiona la autora.

Reacciones a la efectividad de la vacuna cubana y al factor de riesgo de su uso

En mayo, la Sociedad Española de Pediatría cuestionó la falta de transparencia y la necesidad de mayor información sobre las vacunas desarrolladas en Cuba.

En septiembre, la Academia Nacional de Medicina de Venezuela comunicó que mantiene "profunda preocupación" ante la falta de información científica sobre la seguridad y la eficacia de la vacuna cubana.

Así mismo, en días pasados la Sociedad Venezolana de Infectología informó que las vacunas cubanas carecen de aval científico suficiente para ser usadas masivamente y alertó los riesgos de usarlas en niños.

Familias nicaragüenses han manifestado temor y resistencias para vacunar a sus hijos, niños, menores de edad, con las vacunas hechas en Cuba porque no han sido aprobadas por la Organización Mundial de la Salud.

Álvaro Ramírez, epidemiólogo nicaragüense indicó, respecto a la fiabilidad de las vacunas cubanas, que “no hay acceso a la información del tercer ciclo de estudios clínicos. Solo tienen hasta el segundo estudio clínico”.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reiterado que las vacunas cubanas no tienen aval ni autorización de uso de emergencia emitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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