Las fobias que el Cenesex esconde

González Reinoso critica la doble moral del Cenesex y el vaciado de su discurso por las realidades de un régimen político obsoleto
Cenesex
 

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Este domingo 17 volvió a la carga “La Marielada” —¿algo que ver con “El puerto de la Escoria” por donde salió pitando “aquella fauna alada” pa’ la yuma en 1980?—.

Pues no, se trata del legendario séquito exultante —ahora virtual— que persigue a su administradora, hasta hacerla desfallecer a falta de resoluciones oficiales que les reempoderen, tal cual campeaban a su aire hace apenas un año, antes que el #M11 trastocara los celebraticios calendarios patricios.

Y el convite transcurrió, a pesar de tal manquedad, por decimotercera ocasión, pero esta vez sin la aquiescencia de la comparsa ridícula y ahistórica a la que no encajaban bien las plumas del vodevil, sino los palos de la Brigada de Respuesta Rápida sucedánea de la contingental Blas Roca Calderío.

No importa que hoy estemos “coronados” ni boqui tapados. Igual sucedería en tiempos normales si cayera un aerolito sobre el maleable Pabellón Cuba. O un Sputnik oxidado descendiera a recordarnos pertenencias en plena Plaza abandonada. The Show must go on. Aún, bajo raíles de punta.

Entonces, a más tardar al mediodía de ese día común, sobrevendría la gritería de los sordomudos. Y se abriría el gris arcoíris musical en los medios difusores al servicio de la perogrullada, en la ínsula de insulsa parrafada. Si no fuera porque ahora vagan en desventaja y el poder ha prescindido de mencionarlos en masa.

Porque acallar no han podido a la contraparte que se trepó en las redes en un rapus libertario, poniendo al descubierto miedos intrínsecos.

Aquella imberbe adolescencia cumplió “otra jornada de lucha” junto a la institución que, a merced de tembas represoras y bajo directrices partidistas, no ameritaba librarse mucho antes. 

Poco más de una década “celebrando los derechos conquistados” en 60 añojos de intumbable dictadura —la que ha sido y es— medularmente homo-e-ideo-esteto-fóbica. De eso no van a hablar Manuel Vázquez Seijido y compañía.

Igual que todas las precedentes en el “hermano —y glorioso— campo socialista”, nada como doblar el lomo y bajar la testa en esos mismos “campos roturados”, con algunos trabajitos es-forzados que evitarían aplicarles fórceps soviets, los que según decreto sanitario fueron donados “para el parto aliviar” a la pobre madre koljoziana.

Porque enfrentarse a los estamentos estigmatizadores del poder de entonces (en este caso el de la propia familia), significaba inmediato paredón. 

Sí. No se asombren por el empleo del término. Los neo-estilistas (¿estalinistas?) del régimen —peinadores, maquillistas— embadurnaron los posteriores fusilamientos “revolucionarios” de muy sofisticadas maneras, casi inmediatamente después del cierre de La Cabaña, con la partida “voluntaria” del Ché —tras interoceánicos reclamos de muy ingentes esfuerzos—, él, cirujano mayor.

De allí que abyectos replicantes de su imagen en el continente encuentren en el Cenesex vestidor y abrigo.

Regalarle una vaginoplastia a un travesti frustrado (o una faloplastia a potencial bombera) a cambio de incondicionalidad “patriótico-militar” al castrato, fue “de las cosas más finas y conmovedoras que ojos humanos vieron” en esta martiana tierra donde se explaya radiante cualquier demagogo. (Con especial endoso al presupuesto del estado: O sea, el Minsap).

Pero resulta que Mariela Castro Espín no es sexóloga. Es gerifalte. Y no por gusto, sino en cuestión de aptitudes. Fue maestra diplomada y —dicen que— psicóloga. (Lo de espín puede que remita inicuamente a arbusto o animal afín, pero eso se traduciría en otro problema para el ecosistema).

No todas las promesas “desinteresadas y para nada manipuladoras” —u otros desafueros empíricos— han podido conseguirse bajo el actual mejunje familiar. Bien porque papacito no haya metido mucho la mano, sino a veces, y eso, porque "es ella". 

El Parlamento, en el cual solían nuclearse las estrategias de la infanta haciéndole sentir parte, partióse en desbandada tras sumas reyertas ministeriales y encontronazos “ideo políticos” de su cacofónica membresía.

Ni artículo 68 ni concesiones que enojaran a la santa iglesia, o al generalísimo mismo y demás acólitos implorantes, pudieron reinventarse. Nunca se sabe cómo dirimen los trastornos interinos en casa. Ni a dónde van a parar los legajos legales que indiferentes engavetan.

Par de “traiciones inconsultas” acontecieron que la dejaron acezando (no cesante) ... Más ¿quién ha dicho que se deba desistir?

 

 

Quitarle protagonismo a un centro bifronte que lidia con los panegíricos del poder en cuestión de decisiones, ha sido tarea dura con pírricos resultados. Se hartó el aparato vapuleado del llevaitrae de la infanta y las antagónicas posturas asumidas por sus defendidos. 

Es costumbre hereditaria no dar explicaciones sobre los destinos de los fondillos “desfondables”. De allí, los apurados resúmenes que ha hecho la izquierda jorobada. 

Entonces se explica que algunos patrocinadores cuestionen los dineros donados que sostienen —aunque sea en vilo— la sexista fundación, duda que afea y desdibuja la pancarta del Estado de Derecho (al conocimiento).
Porque entre las contradicciones suscitadas con las fobias que siquiera saben disimular, puede hallarse el miedo mortal a la libertad.

En 2015 el CENESEX —en letra de alabarderos y voz de la presidenta misma—anunció públicamente, durante la Jornada que tocó en suerte a Holguín, “transexualizar al menos los casos más acuciantes que esperan en lista desde tiempo atrás, los cuales se resolverán en el trascurso del corriente”.

Eso mismito alegaron algunos cercanos en cola, como “Adela Soplete” (Agustín Hernández, 56), la primera transexual delegada que llegó al Poder Popular en 2012, quien se muere de vieja y ni le mandan saludos los quiroprácticos cubanos ni sus entrenadores belgas, a pesar de figurar ya en la Ecured como “mujer-política” y demás conveniencias conductuales que inflan (o inflaban) de orgullo/pavor al centro dilatador. Lo cierto es que Adela sigue meando —y marcando su territorio— “sin el anhelado totico”.

Porque la muchachada, obsesa con la reencarnación del cuerpo ajeno, aguarda a que la regenta (protectora-prometedora), deje de citar a la primera cubana reconvertida (Mavis Susel Mauri) y más que publicitada, y las cite a ellas a la cama soñada, porque las historias personales no cuentan “con el ramo de rosas olorosas que en 1988 Fidel le hizo llegar a mis  (¿diminutos?) pies, en aquel secreto hospital habanero” (Manuel ‘Piti’ Fajardo), en donde fuera desrabada Mavis entre bastidores el año anterior, como si tal atributo “des-penal-izado” constituyese salvoconducto para la gloria… o el perdón (por la persecución, expedientación, hostigamiento, expulsión del país y encarcelamiento acontecidos a sus hermanas en el deseo, lo cual madame Marie prefiere soslayar).

Tanto, que luego aquella cirugía aconteciera, el grupo promotor cayó en desgracia “por los comentarios suscitados entre muy irascibles machos cabríos del partido”, y hasta entrados los dos miles (tuvo que caerse el comandante frente al busto de Guevara en Santa Clara para experimentar –y dirigir— su primera intervención, aunque fuese de rodilla), no existió palabra pública sobre tan escabroso temita.

Evidencia de que con la impulsión tropezona del guía se hicieran daño todos los del rebaño, aunque solo fuera en la cornamenta.

Baste hoy como prueba del eterno endeudamiento y dependencia ciega al miedo inconfeso, “la postura inclaudicable de Juanito” (otrora Juana Rosa), un matancero hombrón que no deja indifirente hembra a su vera, alardeando del machete broncíneo del Titán y los cojines acerados del innombrable. Honor, a quien honor merece.

Para cerrar ese día en que a la par se conmemora el del campesinado cubano (por causa de un educador asesinado por pandillas de facinerosos -y pendejos- alzados en las lomas), el Presidente de la ANAP, Rafael Ramón Santiesteban Pozo, ha convocado “a volcarse todos en los surcos” y desde allí, la tierra misma que albergó a las amables UMAP y divertidas Escuelas al Campo, “producir todo lo que el pueblo necesite”. 

Mientras amplificaba la gangosa nasalización del Presidente de turno: “comer lo que produzcamos, y seamos capaces, llegando incluso...hasta comer bien”. 

Queda por ver si la aséptica horda ceneséxica se suma al pelotón suicida despojándose del pánico a salirse del cascarón, o prefiere esperar a lo que den por la libreta, en la bodega.

Pues lo dijo convencido aquel anapista en Sancti Spíritus. O sea, desde el Espíritu Santo mismo.

Escrito por Pedro Manuel González Reinoso

(Caibarién, Las Villas, 1959) Escritor Independiente. Economista (1977), traductor de lenguas inglesa y francesa (1980-86). Actor y Peluquero empírico. Fundador de ¡El Mejunje!, Santa Clara (1993) donde nació a Roxana Rojo. Trabajos suyos incluyen poesía, artículos, ensayos. Su personaje aparece en varios documentales del patio: "Mascaras" y "Villa Rosa" (Lázaro Jesús González, 2015-16), "Los rusos en Cuba" (Enrique Colina-2009). Fue finalista del Premio Hypermedia de Reportajes en 2015.

 

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