Albergados en La Habana: una historia de terror

El Artículo 71 de Constitución cubana reconoce a todas las personas "el derecho a una vivienda adecuada y a un hábitat seguro y saludable". Pero en la calle Figura # 209 la vida no es “adecuada”, y mucho menos saludable.
 

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Miriam Castanedo Morales vive en el albergue ubicado en calle Figura # 209, entre Monte y Tenerife, Centro Habana, Cuba.

El inmueble fue la sede de la Dirección Municipal de la Vivienda hasta que, hace aproximadamente dos años, el gobierno decidió convertirlo en refugio para familias sin hogar.

La transformación de un edificio administrativo en espacio residencial, sin embargo, implica ciertos cuidados que no se tuvieron en cuenta a la hora de instalar allí a seres humanos que, a pesar de cualquier urgencia, merecen una vivienda digna.

Paradójicamente, cuando el asunto es al revés y una casa particular expropiada se convierte en oficinas, el resultado suele ser distinto…

El Artículo 71 de la recién aprobada Constitución de la República de Cuba, asegura que “se reconoce a todas las personas el derecho a una vivienda adecuada y a un hábitat seguro y saludable. Pero en la calle Figura # 209 la vida no es “adecuada”, y mucho menos saludable.

 

Una cisterna de agua contaminada, múltiples focos infecciosos, humedad en las paredes, y un baño y una cocina sin las más elementales condiciones higiénicas, son la causa constante de enfermedades como el Dengue.

A pesar de las insistentes gestiones y denuncias, “no se ha solucionado nada”, señaló a ADN CUBA uno de los residentes del albergue.

En el inmueble viven cubanos humildes que en su mayoría lo han perdido todo en desastres naturales o derrumbes, y no tienen recursos económicos para emprender reparaciones por su cuenta.

Según el gobierno cubano, el 39 % del fondo habitacional del país se encuentra en un estado técnico “regular o malo”. Asimismo se registra un déficit que  asciende a casi 1 millón de viviendas, siendo las provincias de La Habana, Holguín y Santiago de Cuba las más afectadas.

Las autoridades de la Isla aseguran que cuentan con una estrategia de 10 años para superar el déficit, pero cantando estrategias a largo plazo han estado por más de 60 años, mientras las personas sin hogar aumentan tras cada ciclón o derrumbe, y las condiciones “provisionales” que les ofrece el Estado se vuelven cada vez más permanentes.