Los artistas del silencio: voces apagadas ante la Represión en el Prado

Después de este fin de semana y lo que trascendió en Cuba como represión del 11 de mayo o represión del Prado, difícilmente quede un cubano informado que desconozca el atropello de la Seguridad del Estado contra esa parte del colectivo LGBTIQ de la Isla que se atrevió a marchar sin permiso del gobierno.
Cartel creado a partir de la represión del 11 de Mayo en Cuba.
 

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Después de este fin de semana y lo que trascendió en Cuba como represión del 11 de mayo o represión del Prado, difícilmente quede un cubano informado que desconozca el atropello de la Seguridad del Estado contra esa parte del colectivo LGBTIQ de la Isla que se atrevió a marchar sin permiso del gobierno.

Varios artistas e intelectuales no pudieron permanecer ajenos a las imágenes de los arrestos: “policías” vestidos de civil, cargando a activistas y periodistas hacia los carros patrulleros, en abusivas proporciones de muchos contra uno.

La cantante Haydée Milanés, el actor Luis Alberto García, el dramaturgo Norge Espinosa y el humorista Ulises Toirac están entre los más conocidos, pero ninguno de ellos sorprende pues, de una u otra maneras, no es la primera vez que alzan sus voces por los derechos de quienes sufren el acoso del aparto represor.

Sí sorprendieron, en cambio, las críticas de los trovadores Vicente Feliú y Silvio Rodríguez, que catalogaron lo sucedido como una “represión absurda, vergonzante, peligrosamente evocativa”.

Y aunque no se trata de una obligación ciudadana, es inevitable recordar los nombres de otros artistas cubanos que tienen la costumbre del silencio. Permanecer al margen de la “polémica” sobre la situación de los derechos humanos en la Isla, o posicionarse en el lado de los que reprimen, suele ser su respuesta más común, y esta vez lo fue.

Descemer Bueno, quizás demasiado envuelto en compromisos de trabajo, o en su disputa personal con el presentador Alex Otaola, no ha saltado aún con el ímpetu con que sí salió en redes a defender su derecho a cantar en todos los bares del mundo, incluyendo los que pertenecen a la familia Castro en La Habana.

David Calzado y la Charanga Habanera, igual estuvieron ocupados, amenizando la distracción que programaron el CENESEX y Mariela Castro para boicotear la marcha alternativa.

Israel Rojas, del dúo Buena Fé, que se hizo popular en Cuba gracias a sus canciones críticas con el gobierno cubano, no ha reaccionado hasta el momento.

 

Tampoco lo han hecho reguetoneros y agrupaciones populares de alto perfil como Gente de Zona, el Chacal o Yomil y Danny: todos maestros del silencio y la evasiva cuando la prensa internacional, rara vez ya, les pregunta sus criterios sobre lo que sucede en Cuba.

Haila María Mompié, la Diva del Pueblo, no ha mostrado mucho interés por esa parte del pueblo que se atreve a reclamar sus derechos sin permiso.

Y la rapera Telmary Díaz, que recientemente participó en un Flashmob contra la Ley Helms Burton en la Bienal de La Habana para lo que sí se cerró el Malecón habanero—, tampoco ha  opinado hasta ahora.

La solidaridad humana no es obligación de nadie; es solo un valor espiritual que debería ponerse de moda.

Pero la apatía ante los reclamos de la sociedad civil por ganar espacios de libertad en Cuba, sigue siendo, lamentablemente, la actitud más común.

 

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