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A ver, niña, grita que viva Fidel

La gente siempre exagera y hace una montaña de un grano de arena, a pesar de que en Cuba hemos demostrado que una montaña puede ser un grano de arena, y si no, lo convertimos

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Fidel Castro
Armando Tejuca | Fidel Castro

Actualizado: Fri, 08/18/2023 - 12:19

Ahora se ha levantado una gran polvareda porque la Seguridad del Estado ha citado formalmente a la hija de un preso del 11J. Que tenga tres años nada más es lo de menos.

Nuestros niños saben hablar y posiblemente hasta leer. Y tener tres años no exime a ningún ciudadano de la isla a ser interrogado por nuestros combatientes si lo creen necesario. Sabemos que se han dado otros casos y hasta niños que no han querido echarle flores a Camilo en el cubo de agua que han puesto en su aula.

“No es la primera vez que la policía política cubana emplea esta clase de procedimiento contra los hijos menores de opositores y presos políticos. La activista opositora Marisol Peña Cobas recibió el pasado abril una citación para un interrogatorio en la Oficina de Atención a Menores de la provincia de Camagüey destinada a su hija, de tan solo siete años”. 

Eso no es una violación ni un crimen, pues de ello depende la supervivencia de la revolución, además de la economía, del dólar, de acabar de eliminar al PCC, de salir de Díaz-Canel, de privatizarlo todo, de eliminar a todos los dirigentes desde 1959 a la fecha y unas cuantas boberías más.

Por eso el departamento de la seguridad del estado de la república de Cuba, tras sesudas y profundas sesiones y cavilaciones ha determinado que, en el momento actual de la isla, nadie está seguro. Ni la seguridad. Y que todo el mundo es sospechoso, hasta los mambises que murieron, machete en mano, gritando “Viva Cuba Libre”. Esos son los peores. De ahí a “Patria y vida” no va nada.

Así que todas las fuerzas del orden han decidido evitar el desorden y vigilar a todos y a todas. Y, si tienen que ser inclusivos, también a todes. Ya pasa de mano en mano la contraseña “El que no salte es yanki” y “Díaz-Canel sí tiene casa”. Y no valen niños ni abuelos enfermos, ni invalidez ni apoplejía. Todo el que viva, coma (sobre todo eso) y respire en territorio nacional merece ser escrutado. Incluso escrotado. Todos son peligrosos si queremos, como orienta el partido, que no se repita el 11 de julio para que siempre sea 26.

De modo que el ministerio del interior y la seguridad del estado han recibido una orientación secreta: vigilar, sobre todo a los más pequeños de la casa, que, aparte de algún que otro enano, son los niños. Porque es sabido que “los niños son los que saben querer” y “los niños son la esperanza del mundo” y el enemigo utiliza esa fachada para desplegar a sus agentes en la sociedad. Muchas veces esos pequeñines, en ocasiones involuntariamente, son utilizados por la CIA y la mafia de Miami para sembrar el terror, la duda, la incertidumbre y crear crisis sociales. No hay acción más terrorista que la de un niño preguntándoles a sus padres por qué no le compran chambelonas o bombones de chocolate. O una play station.

Por esa razón hay que poner especial énfasis en los niños, porque junto a los locos y los borrachos siempre dicen lo que piensan. Y la revolución los está volviendo locos y no les falta casi nada para empezar a beber y emprender una larga y victoriosa carrera como borrachos, con lo cual tendremos en la isla a los infantes más sinceros del mundo.

No es extraño que los organismos que defienden nuestras conquistas (ya, ya sabemos que son pocas y que la gente olvida cuáles son) hayan diseñado un plan para “penetrar” escuelas, cuneros de hospitales, círculos infantiles, hospitales pediátricos, palacios de pioneros y todos los sitios por donde transitan los niños.

Para lograrlo, el minint dispone de un nutrido (sí, sí, los hemos nutrido bien) grupo de agentes muy bien preparados, cuyo físico infantil no levanta sospechas para infiltrarse en los medios antes mencionados y realizar su trabajo de vigilancia y control. Ellos y ellas jugarán, hablarán y estudiarán junto a los niños para llevar un escrutinio minucioso de su manera de pensar, de proyectarse y, sobre todo, de todo lo que ven y escuchan en sus hogares.

Para momentos así la revolución creó, desde hace mucho tiempo, círculos infantiles como “Pequeños combatientes”, “Los mininciticos”, “Heroecitos del silencio” y “Príncipes enanos”. Esa es la cantera para este tipo de misión, porque esos sitios, que aparentan ser guarderías infantiles son, en realidad, escuelas de superación y entrenamiento de nuestros combatientes y futuros agentes secretos. Aunque ahora también se han utilizado miembros de otra institución, que es de las mejores fachadas: el círculo infantil “Adoradores del mamut”. 

También ha cambiado el contenido de los interrogatorios, haciéndolos más fáciles para ciudadanos de tres a siete años, que están bajo la lupa en cuanto pierden el derecho al litro de leche. Hasta hace poco se cuestionaba a un sujeto menor de la siguiente manera: “A ver, niña ¿Por qué cantas “Patria y vida”? ¿Tú eres mercenaria? ¿La CIA te manda juguetes? Di la verdad, porque podemos encerrarte hasta que tengas la regla”. Hoy los métodos son más sutiles y refinados y comienzan obligando al sospechoso a ver un video del comandante en jefe de tres horas de duración y ver si aplaude, llora o le dan convulsiones.

Los agentes encubiertos, que antes informaban sobre sospechosos que tenían familiares en el exterior y mantenían relaciones estrechas con ellos, han cambiado de estrategia en la actualidad. Se les conmina a vigilar estrechamente a quienes no tienen a nadie viviendo en el extranjero. Esos son los más comprometidos. Y si hace un tiempo se preguntaba a un niño, al llegar a la escuela o al círculo, qué había desayunado, hoy basta con preguntarle si lo ha hecho. Con eso basta para ponerle especial atención.

Otros aspectos para medir su apego al proceso es vigilar de cerca sus juegos: hay quienes no quieren hacer de Nicolás Maduro o de Mariño Murillo, o que hablan inglés peor que el compañero Díaz-Canel, o que no están actualizados en los tuits de la primera dama, la Machi. Y si se les enseña una foto del compañero exespía Gerardo Hernández Nordelo y se les pide vincularlo con un objeto del aula, una regadera o una piña, y fallan la prueba, o se ríen, ya están marcados como posibles disidentes.

Así que las fuerzas del orden no escatimarán esfuerzos en la vigilancia revolucionaria, porque de esa cantera, los niños, pudieran salir los futuros alzados en el Escambray, los terroristas, los periodistas independientes o los gerentes de empresas capitalistas. 

Y no es totalmente cierta esta frase que pintaron recientemente en una pared: “El día que no tengan a quien hostigar, vigilar y jeringar van a interrogarse entre ellos mismos”.