La medicina agraria y el voraz apetito de los cubanos

Pollo y más pollo, y si esto sigue así, por la mañana usted se levantará y colará un pollo. Se tomará un buchito de pollo
Pollo y más pollo, y si esto sigue así, por la mañana usted se levantará y colará un pollo. Se tomará un buchito de pollo
 

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El maldito año 2021 no pudo cerrar peor.

Tres noticias que son cuatro, malas, malísimas, tienen que ver con la isla de Cuba, como ya viene siendo costumbre. Ya lo dijeron los antiguos y sabios griegos: “Cuando el mal es de escarbar no valen guayabas verdes”. Y si alguien dudara de mi aseveración, le informo que ya allí no quedan ni guayabas.

La primera de las tres noticias que son cuatro tiene que ver con un país cercano, Bielorrusia. Ese terruño hermano, fraternal y casi caribeño, del que nuestra isla parece un gemelo extraviado. Y que tiene un presidente tan serio que da la impresión de ser autoritario. Como si fuera un cuadro de GAESA, vaya. Se llama Alexander Lukashenko y gobierna su país hermano a golpes, perdón, a golpe de decretos. 

Si la salud es mala, el Luka se baja con un decreto y los enfermos mejoran. Y si hay indisciplina en el trabajo o hay hermanos cubanos que quieren atravesar el territorio para llegar a Europa y ser explotados, el Luka se apea con otro decreto y mete todo en cintura. Igual que los gobernantes cubanos, pero con una diferencia muy ligera: los que mandan hoy en Cuba no tienen cintura. Ninguno.

Ahora Lukashenko decreta o excreta y la noticia deja de ser secreta: “Un decreto del gobernante de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, dispuso la adquisición de medicamentos cubanos a cambio de tractores, automóviles y partes y piezas para estos fabricados en ese país ex soviético”.

Sabido es que, en la isla, el cubano que no tiene un carro, tiene un tractor. Hay quien lo parquea en su jardín solamente para ostentar, o sea, el tractor. Desde que el Divagante en jefe dijo que la tierra era plana y mandó a que arrasaran con todo lo que en ella creciera a los alegres y entusiastas integrantes del Ejército Juvenil del Trabajo, no quedó nada juvenil en pie, y se pasará trabajo para que alguna planta vuelva a asomar sus tímidos gajitos por entre los terrones resecos.

Los habitantes de aquella tierra plana, que fue un día faro de América toda, comprendieron que más útil les sería tener un tractor, una cortadora de caña o una alzadora, que poseer un carro, a menos que se pretendiera ingresar en la ANCHAR. Así se fue poblando la isla de aparatos agrícolas, aunque algunos exagerados, los extremistas de siempre, consiguieron excavadoras, buldóceres, aplanadoras y hasta barredoras de nieve. Pero eso es ya historia antigua.

En un país donde lo único que se siembra son las dudas, un tractor en la puerta de tu casa es un estorbo y un objeto inútil. Pero ahora Lukashenko, el Lucki, ha despertado las esperanzas tractoriles a la nación hermana del mar Caribe, que, haciendo dejación hasta de su salud, ya que Cuba es una potencia médica, entregarán al pueblo bielorruso aspirinas, penicilina, antibióticos, calmantes, es decir, todo lo que falta en los hospitales, para obtener a cambio tractores y piezas de repuesto.

Así cualquier enfermo, sea un paciente siquiátrico o asmático, podrá demostrar en medidas humanas y modernas el costo de su tratamiento. “A mí me salió en tres tractores”. “Mi operación costó tractor y medio”. “A mí la vesícula me vino saliendo en un carburador, pero de los chiquitos”.

Enseguida volveremos sobre el Lucki, pero debo mencionar la segunda noticia terrible, que está relacionada directamente con otro tractor, que es el tracto digestivo, o el apetito de los cubanos cuando “tractan” de no morirse de inanición, que es como se le dice al hambre cuando tú no la sufres. Y de ello habló un profundo conocedor del tema, un sacerdote que conoce al dedillo el apetito de los cubanos y que escribiera un libro con recetas para cocinar langostas, y donde el Desordenante en jefe hablaba de la religión, y que puso llamarse “Dios y el Diablo en la cocina”. 

Lo escribió cierto sacerdote sin bigote que cree en dios por decreto. ¿Ya adivinaron? Ese mismo, Frei Sor Betto, que funge (o finge) “como asesor de La Habana para el denominado programa de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional” (SAN). Así que de alguna manera Frei Sor Betto tiene algo de Santo, aunque después de sus lamentables y nada bíblicas palabras, en la isla ya no sea santo de ninguna devoción.

Fajarse en una cola inmensa por conseguir un trozo de pollo no es hambre, sino un apetito desaforado. Hambre es la que pasan esos tristes etíopes o sudaneses que uno ve en los documentales escuálidos pero calmados, sentados en las puertas de chozas de barro. Sus ojos no muestran desespero alguno, así que uno imagina que les importa un bledo quién es el último de la cola. Y si les cae un mazo de bledo, tal vez lo devoren, pero sin desespero, elegantes y lentos.

Pero en Cuba todo se hace escandaloso y colorido, y eso demuestra que la gente aún tiene energías, y si un niño llora porque le duele la tripita, o una madre sale de madrugada a marcar en una tienda, es por puro espíritu deportivo, no por hambre. Tal vez el religioso brasileño, que ha de ser devoto de alguna extraña religión mandibular, quedó impresionado y creyó a pie juntillas aquel cuento de Virgilio Piñera, “La montaña”, donde un hombre decide comérsela, y cuenta: “Todas las mañanas me echo boca abajo sobre ella y comienzo a masticar lo primero que me sale al paso”.

O el digestivo Frey Betto anda marcado por aquellos otros versos del mismo autor en “La isla en peso” (dije peso, no moneda nacional, que no sirve para nada) donde Virgilio canta: 

“Cada hombre comiendo fragmentos de la isla,
cada hombre devorando los frutos, las piedras y el excremento nutridor,
cada hombre mordiendo el sitio dejado por su sombra...”

¿Eso sería hambre o apetito? Habría que consultar al Papa antes del desayuno. Porque el apetito es una especie de ambición que, en algunos lugares del planeta, sobre todo en la zona donde debía habitar la madre de este cura insolente, a esa hambre descontrolada se le llama “gula”, y es uno de los siete pecados capitales.

Y ahora que mencioné el pecado, la tercera noticia está relacionada con eso: con la innovación de dar al pueblo pollo por pecado, o pescado, que ya nadie sabe qué rayos es en una tierra rodeada por mar por todas partes, para volver a citar a Virgilio Piñera. Así que la tercera noticia con que cerró el maldito año 2021 fue que Cuba no está rodeada por el océano, sino por toneladas de pollo como dice el titular: “La Habana importó más pollo de EEUU en 2021: 276.774 toneladas hasta noviembre”.

De modo que a Cuba le espera un futuro avícola. No de balde parece ya una granja. Y según lo previsto solamente habrá pollo en el horizonte. Y broncas para cogerlo. Matazón entre Caín y Abel por un trozo de pollo traído por la dictadura del lugar donde viven quienes, según ellos, pretenden invadir el país. Pollo y más pollo, y si esto sigue así, por la mañana usted se levantará y colará un pollo. Se tomará un buchito de pollo. Arreglará el techo con varios pollos que consiguió en bolsa negra y mirará feliz en dirección al Pollo Norte.

Habría una cuarta noticia, que sería que el supuesto canciller en funciones, compañero Bruno Rodríguez Parrilla, sigue combativo, diciendo las mismas tonterías, echándole la culpa al bloqueo y al enemigo, como si otros niños malos le acabaran de arrebatar su caja de soldaditos plásticos. 

A menos que se mezclen todas las noticias, y Lukashenko cumpla el trato de dar maquinaria agrícola por aspirinas, y cada cubano ande ilusionado y orondo por las calles del país manejando su tractor, sacando pollo de los surcos que cocinarán, frenando su voraz apetito, Frey Betto y Bruno, vestidos de gallinas, agradeciendo que los cubanos no se hayan comido a todos los sinvergüenzas que pretenden mandar en esa tierra desolada.

*Ilustración: Armando Tejuca.

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.

 

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