El profesor Calviño y los proletarios

Aunque los razonamientos de Calviño tienen valor y describen realidades amargas para el cubano, no analizó todas las causas de nuestros problemas económicos
 

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Hace 3 días que apareció un nuevo canal cubano en YouTube. Los asiduos al candente e irresoluto problema nacional corrieron a verlo creyendo encontrar cierta aportación loable.

Quien se llevó las palmas en el sitio es nada menos que Manuel Calviño, máster en Psicología, que a pesar de sus crecientes impedimentos anatómicos aún imparte clases en la Universidad de La Habana.

Conduce el canal de YouTube el periodista y locutor Lázaro Manuel Alonso, perteneciente al sistema “desinformativo” de la TV cubana. En esta primera entrega trataron de temas, en principio, interesantes, pero que han levantado polémica por las declaraciones de Calviño.


Nada se ha dejado a la improvisación excepto las opiniones de este experto que lleva años explicando al ingobernable pueblo de la isla, con sus programas de orientación, cómo vestirse, comportarse, sonreír ante la adversidad o llegar a ser una mejor persona.

¿Por qué trabajar en Cuba? ¿Por qué las personan quieren tener un trabajo mejor? ¿Qué hacer con los vagos? ¿Por qué querer tener dinero? Estas y otras preguntas surgieron en el transcurso de la transmisión. Todas, interrogaciones que despertarán la desconfianza en cualquier espectador.

Calviño consideró que el salario es una de las motivaciones más importantes para una persona, por lo que no se debe satanizar. Para los cubanos es de sentido común que todos necesitamos un buen salario para vivir, agregó el psicólogo y analista.


Más tarde, periodista y entrevistado conversaron sobre las personas sin vínculo laboral, que viven de “la lucha”, como se le llama en Cuba al trabajo ilícito. Según Lázaro Manuel Alonso, 95 mil personas no tienen trabajo oficial en Cuba de acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas en 2016. Según Calviño, esa cifra aumentó hasta la fecha.

A juicio del entrevistado los bajos salarios en el sector estatal y a veces el privado, desmotivan a buscar un vínculo laboral de forma legal. Por eso muchos prefieren las aguas oscuras de la informalidad: ahí se gana más.

Aunque los razonamientos de Calviño tienen valor y describen realidades amargas para el cubano, no analizó todas las causas. Lo cierto es que el entrevistado logra salirse del aparente apretón sin responder mucho y esquivando las argucias de este periodista “entrenado en estas lides”.

Por ejemplo, no tuvo en cuenta que el propio gobierno influye en la desmotivación del trabajo formal bien remunerado, porque ni crea empleo a través de la inversión —bien sabemos que no tiene recursos para hacerlo— ni deja que otros inviertan.

La Constitución aprobada en febrero de este año asegura que no debería existir “concentración de la propiedad en personas naturales o jurídicas no estatales a fin de preservar los límites compatibles con los valores socialistas de equidad y justicia social”.

Esto equivale a mantener el monopolio del Estado sobre la economía, un fardo pesadísimo que, por 60 años, impide a Cuba salir de su letargo.

Las reformas raulistas quedaron truncas a fines de esta década y el incipiente mercado nacional fue incapaz de fortalecerse e independizarse del Estado, de donde obtiene los recursos para sobrevivir de manera semi-legal.

En resumen, los problemas de la economía nacional son los verdaderos causantes del desastre, eso que el cubano de a pie llama “el bloqueo interno”. Si Calviño y su entrevistador lo hubiesen mencionado y analizado, tendríamos un panorama completo sobre las causas de la informalidad laboral y la vagancia.

Atengámonos a los preceptos bíblicos que constitucionalmente hacen punible cualquier acumulación de la riqueza.

 

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